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- 11.05.2015
El chavismo imaginario, el ejército cristinista y el pasado virtuoso
Dentro de la crítica opositora, generosa en enojos, denuncias imaginarias y apocalipsis inminentes (aunque siempre esquivos a concretarse), Beatriz Sarlo suele ser un caso aparte. Sus análisis políticos dejan de lado la indignación moral, algo casi milagroso en el periodismo de hoy.
“cómo, a nuestro parecer,
cualquiera tiempo pasado
fue mejor.”
Jorge Manrique / Coplas (1476)
Dentro de la crítica opositora, generosa en enojos, denuncias imaginarias y apocalipsis inminentes (aunque siempre esquivos a concretarse), Beatriz Sarlo suele ser un caso aparte. Sus análisis políticos dejan de lado la indignación moral, algo casi milagroso en el periodismo de hoy.
El sábado pasado fue entrevistada por Jorge Fernández Díaz, columnista que solía diferenciarse del periodismo de púlpito de sus colegas de La Nación.
Sarlo comienza la entrevista opinando que la actual campaña electoral es “pobre y aburrida” y la compara a las campañas de los ´90 que eran “interesantes y se jugaban mucho”.
Es extraño tomar las de los ´90 como ejemplo de campañas “interesantes”. Ni la del Frepaso, por la candidatura de Bordón-Álvarez; ni la de la UCR, con la fórmula Massaccesi-Hernández del ´95; ni mucho menos la de la Alianza, con la fórmula De la Rúa-Fernández Meijide en el ´99, pusieron en duda la continuidad de la convertibilidad, base del modelo económico menemista.
Justamente, esa hegemonía política de la convertibilidad vació de contenido las propuestas opositoras. Es por eso que las campañas se centraron en consignas de ONG sobre los estragos de la corrupción -en la firme promesa de terminar con ese flagelo a través de iniciativas notables como la venta del Tango 01- como en mantener a rajatabla el 1 a 1. De hecho, De la Rúa prefirió el suicidio político a un cambio de modelo. Cuesta ver en ese sueño anoréxico aliancista “un discurso interesante que se jugara mucho”, según la propia Sarlo en su charla con Fernández Díaz.
La ensayista también menciona los riesgos judiciales de CFK una vez que deje la presidencia, ya que “los partidos se han comprometido en una corrupción cero de aquí en adelante pero también en una revisión de los actos de gobierno hacia atrás.” Pensar que quienes gobiernan hoy la CABA, Tigre, Córdoba o Santa Fe puedan conformar una especie de Liga de Honestidad dedicada a frenar el flagelo de la corrupción pública se acerca al pensamiento mágico, y creer simplemente que la corrupción pública es nuestro flagelo, es una reedición candorosa de la Alianza pero sin sus candorosos líderes.
En otro momento de la entrevista, Fernández Díaz pregunta si hay “riesgo de chavización” en el caso de una victoria de Scioli. Ese enunciado, de una sólida ignorancia sobre lo que es el chavismo, el kirchnerismo y el peronismo en general, es refutado por Sarlo con cierta divertida ironía. Luego de enumerar diferencias estructurales con el régimen venezolano, Sarlo concluye que esto no es “exactamente” Venezuela.
Sin embargo, tal vez asustada por una opinión demasiado tajante, lanza una hipótesis que, aclara, espera no sea cierta. La hipótesis en cuestión es que el kirchnerismo apueste a Milani y a presionar a través de las fuerzas de seguridad para lograr esa tan temida chavización. El apoyo de Scioli al actual Jefe del ejército probaría la veracidad de la sospecha.
Por suerte, según Sarlo, el ejército ya no es el que era antes de la renovación lanzada por el general Balza y, a su entender, eso haría imposible la posibilidad de un “ejército cristinista”. Es decir que si nada de esto ocurriera sería gracias al republicanismo de nuestras FFAA y no a la ausencia de planes golpistas en el oficialismo. La Invasión de Polonia revisitada.
Beatriz Sarlo, analista política seria, sueña con las campañas módicas de una época en la que el modelo existente era hegemónico, detecta como un problema político relevante la corrupción pública (ese mismo diagnóstico que llevó a la Alianza al fracaso) y no descarta un golpe chavista en un país al que define como estructuralmente alejado del chavismo.
Alguien dijo alguna vez que el kirchnerismo “los enloquece”. En el caso de Sarlo y Fernández Díaz parecen estar bebiendo sus nostalgias, empañada la visión, como canta el tango.
cualquiera tiempo pasado
fue mejor.”
Jorge Manrique / Coplas (1476)
Dentro de la crítica opositora, generosa en enojos, denuncias imaginarias y apocalipsis inminentes (aunque siempre esquivos a concretarse), Beatriz Sarlo suele ser un caso aparte. Sus análisis políticos dejan de lado la indignación moral, algo casi milagroso en el periodismo de hoy.
El sábado pasado fue entrevistada por Jorge Fernández Díaz, columnista que solía diferenciarse del periodismo de púlpito de sus colegas de La Nación.
Sarlo comienza la entrevista opinando que la actual campaña electoral es “pobre y aburrida” y la compara a las campañas de los ´90 que eran “interesantes y se jugaban mucho”.
Es extraño tomar las de los ´90 como ejemplo de campañas “interesantes”. Ni la del Frepaso, por la candidatura de Bordón-Álvarez; ni la de la UCR, con la fórmula Massaccesi-Hernández del ´95; ni mucho menos la de la Alianza, con la fórmula De la Rúa-Fernández Meijide en el ´99, pusieron en duda la continuidad de la convertibilidad, base del modelo económico menemista.
Justamente, esa hegemonía política de la convertibilidad vació de contenido las propuestas opositoras. Es por eso que las campañas se centraron en consignas de ONG sobre los estragos de la corrupción -en la firme promesa de terminar con ese flagelo a través de iniciativas notables como la venta del Tango 01- como en mantener a rajatabla el 1 a 1. De hecho, De la Rúa prefirió el suicidio político a un cambio de modelo. Cuesta ver en ese sueño anoréxico aliancista “un discurso interesante que se jugara mucho”, según la propia Sarlo en su charla con Fernández Díaz.
La ensayista también menciona los riesgos judiciales de CFK una vez que deje la presidencia, ya que “los partidos se han comprometido en una corrupción cero de aquí en adelante pero también en una revisión de los actos de gobierno hacia atrás.” Pensar que quienes gobiernan hoy la CABA, Tigre, Córdoba o Santa Fe puedan conformar una especie de Liga de Honestidad dedicada a frenar el flagelo de la corrupción pública se acerca al pensamiento mágico, y creer simplemente que la corrupción pública es nuestro flagelo, es una reedición candorosa de la Alianza pero sin sus candorosos líderes.
En otro momento de la entrevista, Fernández Díaz pregunta si hay “riesgo de chavización” en el caso de una victoria de Scioli. Ese enunciado, de una sólida ignorancia sobre lo que es el chavismo, el kirchnerismo y el peronismo en general, es refutado por Sarlo con cierta divertida ironía. Luego de enumerar diferencias estructurales con el régimen venezolano, Sarlo concluye que esto no es “exactamente” Venezuela.
Sin embargo, tal vez asustada por una opinión demasiado tajante, lanza una hipótesis que, aclara, espera no sea cierta. La hipótesis en cuestión es que el kirchnerismo apueste a Milani y a presionar a través de las fuerzas de seguridad para lograr esa tan temida chavización. El apoyo de Scioli al actual Jefe del ejército probaría la veracidad de la sospecha.
Por suerte, según Sarlo, el ejército ya no es el que era antes de la renovación lanzada por el general Balza y, a su entender, eso haría imposible la posibilidad de un “ejército cristinista”. Es decir que si nada de esto ocurriera sería gracias al republicanismo de nuestras FFAA y no a la ausencia de planes golpistas en el oficialismo. La Invasión de Polonia revisitada.
Beatriz Sarlo, analista política seria, sueña con las campañas módicas de una época en la que el modelo existente era hegemónico, detecta como un problema político relevante la corrupción pública (ese mismo diagnóstico que llevó a la Alianza al fracaso) y no descarta un golpe chavista en un país al que define como estructuralmente alejado del chavismo.
Alguien dijo alguna vez que el kirchnerismo “los enloquece”. En el caso de Sarlo y Fernández Díaz parecen estar bebiendo sus nostalgias, empañada la visión, como canta el tango.
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