CFK invade Polonia y asesina a Nisman

«... damas y caballeros, tengo que anunciarles una grave noticia. Por increíble que parezca, tanto las observaciones científicas como la más palpable realidad nos obligan a creer que los extraños seres que han aterrizado esta noche en una zona rural de Jersey son la vanguardia de un ejército invasor procedente del planeta Marte...»
Orson Welles interpretando “La guerra de los mundos” de H.G. Wells.
Radio CBS, NY, 30 de octubre de 1938.
Hace algún tiempo supimos que CFK planeaba invadir Polonia.

Gracias a la información que fuentes muy cercanas a la presidenta filtraron a la prensa, nos enteramos que efectivamente planeaba atacar ese país europeo con el que mantenemos relaciones amigables y una larga tradición cultural.

Pese al clamor de los kirchneristas mesurados pidiendo que CFK desmintiera una iniciativa indefendible que remitía al Tercer Reich, el incómodo silencio oficial terminó por confirmar la veracidad de la denuncia.

Una campaña llevada adelante por intelectuales y periodistas independientes logró el apoyo de miles de manifestantes y exigió que CFK desistiera de ese inexplicable proyecto.

Finalmente la invasión nunca ocurrió. La prensa independiente había logrado frenarla.

La misteriosa muerte del fiscal Nisman luego de haber presentado una denuncia contra CFK y su Canciller por el encubrimiento del atentado a la AMIA generó un comprensible clamor popular y la indignación de los medios, algunos de los cuales incluso acusaron a CFK de haberlo matado.

Es cierto que alguien que planeó invadir Polonia no dudaría ante un simple asesinato.

Como en el caso de aquella invasión, no importan tanto los hechos: el movimiento de tropas preparándola, por ejemplo, o el encubrimiento efectivo en el caso de la denuncia de Nisman, sino una intencionalidad secreta detectada antes por la prensa independiente y hoy por el fiscal.

La reticencia de CFK a desmentir el escandaloso proyecto de invasión probó su culpabilidad con la misma contundencia que sus declaraciones y acciones a favor de juzgar a los sospechosos del atentado prueban la secreta intención de encubrirlos.

En ese sentido, que Interpol nunca haya retirado las famosas alertas rojas sobre los ciudadanos iraníes prueba que el gobierno no tuvo éxito en lograr esa parte fundamental de su acuerdo secreto con Irán. Una vez más, los hechos probarían las intenciones contrarias, una conclusión creativa desmentida por el ex titular de ese organismo internacional, quien aclaró que el gobierno argentino siempre exigió el mantenimiento de esas alertas.

El otro punto fuerte de la acusación es la información que se desprende de las centenares de horas de escuchas entre un líder religioso pro-iraní y un allegado al gobierno argentino. Los escuchados mencionan la voluntad de cada gobierno en lograr un acuerdo (un dato público), citan reuniones secretas, invocan cercanías con funcionarios, piden paciencia y lamentan los retrasos o las declaraciones de tal o cual ministro.

Imagino que centenares de horas de conversaciones entre la Madre Teresa y Heidi podrían determinar una cantidad similar de sospechas.

El juez Rafecas rechazó la denuncia presentada por el fiscal que reemplazó a Nisman. Sobre las alertas, explicó que un simple llamado al titular de Interpol hubiera aclarado ese punto esencial de una investigación de dos años, según los propios dichos de Nisman.

Sobre las escuchas, opinó que los deseos del Canciller y la Presidenta -aún en el hipotético caso que lograran ser probados por esas conversaciones entre terceros- no constituirían delito alguno, al menos mientras tomáramos la precaución de permanecer en un Estado de derecho.

El fiscal rechazó el rechazo, explicando que la tarea de un juez de instrucción es investigar los supuestos delitos para determinar si lo son, no determinar que no lo son para no investigarlos. Pidió que se estudiaran los memos de la Cancillería referidos a los supuestos encuentros mencionados en las escuchas. No quedó claro si también se le debía preguntar a CFK si tuvo la íntima intención de encubrir el atentado, como antes la tuvo de invadir Polonia.

La denuncia del fiscal Nisman insiste en la hipocresía de la presidenta, una acusación que sí tiene sentido: durante años CFK actuó en un sentido diferente a sus verdaderas intenciones, esas que tal vez sólo su cura párroco conozca con certeza.


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