OPINIÓN

"Los datos sobre abuso infantil en la Ciudad muestran por qué la ESI es indispensable", por Werner Pertot

El Ministerio Público Tutelar dio a conocer datos sobre abuso en las infancias. Las escuelas tienen un papel fundamental, según revela el informe.

Lejos de las polémicas moralizantes sobre novelas literarias usadas para la ESI, lejos de las cruzadas hiperreligiosas de las actuales autoridades nacionales, la realidad es que los y las adolescentes y los y las niñas necesitan de mayor información, de trabajar la ESI en la escuela y un informe del Ministerio Público Tutelar porteño muestra cómo eso es fundamental para que se denuncien casos de abuso infantil. Según las estadísticas del organismo, la casi totalidad de esos casos provienen del ámbito familiar del niño o niña. Una de cada cuatro niñas o adolescentes que denuncia consigue hacerlo en la escuela. Seis de cada diez casos tienen como victimario a algún pariente. Y los otros cuatro suelen ser un conviviente que no es pariente directo. La ESI ayuda a identificar y poder aprender a denunciar estas situaciones. ¿Qué nos dice que hay quienes quieren eliminarla?

El informe del Ministerio Público Tutelar está basado en los expedientes judiciales de niños, niñas y adolescentes que denunciaron haber sido víctimas de abuso sexual. De allí surge el dato de que la escuela es un espacio fundamental para lograr que esas niñas o adolescentes puedan denunciar y salir de la situación en la que se encuentran.

Según el relevamiento de los expedientes, el 46,5 por ciento de quienes denuncian pudieron contar en sus casas que fueron víctimas de abuso sexual, mientras que el 24,8 por ciento pudo hacerlo en la escuela. Un 77,7 por ciento de los casos fueron niñas y un 22,3 por ciento fueron niños.

En 6 de cada 10 de los casos incluidos en el estudio (56 por ciento) el delito denunciado fue cometido por una persona con algún vínculo familiar y 4 de cada 10 niños (37,6 por ciento) conviven con la persona denunciada. Esto implica que en la totalidad de los casos la persona está presente en la misma casa de la víctima, de una forma u de otra, lo que explica por qué la escuela puede ser un marco de contención, e incluso ayudar a que la denuncia se haga en otro lado a partir del trabajo con la ESI.

Las estadísticas también muestra el tipo de delito que se comete: el 67,3 por ciento de los casos relevados denunció que las tocaron y un 27,7 por ciento abuso sexual con acceso carnal. Un 39 por ciento dijo que estas situaciones ocurrieron “varias veces”, otro 39 por ciento aseguró que sucedió una vez, el 2 por ciento que ocurrió dos veces y un 20 por ciento no brindó datos de la frecuencia.

Casi el 11 por ciento de las víctimas tiene algún tipo de discapacidad.

Por supuesto, que el hecho de identificar y socorrer a infancias y adolescencias víctimas de abuso no es el único aspecto que hace que sea relevante e importante que la ESI funcione y que continúe siendo trabajada en las escuelas. Pero no deja de ser un aspecto central y crítico del funcionamiento de la ley. Quienes se oponen a ella se quejan de la “sexualización de los niños” (no hay tal, la ESI tiene distintos contenidos adaptados a las distintas edades, no busca forzar ni saltear etapas, lo que se trabaja en el jardín es obviamente muy diferente de lo que se trabaja en el último año de la secundaria). Cuden entre los detractores de la ESI toda una suerte de acusaciones vinculadas a la pedofilia que avalaría el tratamiento de la ESI en las escuelas (un disparate, pero se repite una y otra vez). Ahora, qué paradójico que quienes plantean esto, terminan buscando boicotear una herramienta que ayuda a identificar y detener pedófilos para impedir que sigan haciendo daño.

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