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- 26.10.2019
Ciudad
Psicólogos y reuniones de grupo: cómo viven los trabajadores del subte afectados por el asbesto
Nueva Ciudad habló con tres de los once empleados que fueron diagnosticados con afecciones debido a la exposición a este material. Sus historias.
El hecho salio a la luz en febrero de 2018 y generó protestas de parte de los Metrodelegados. Recién días atrás se dio a conocer una declaración del titular de Subterráneos de Buenos Aires Sociedad del Estado, en la que reconocía que en los manuales figuraba la presencia de este veneno, prohibido por ley, cuando compraron los coches. Ahora, el Gobierno de la Ciudad –a través de la empresa Sbase– presentó una demanda civil por daños y perjuicios contra la compañía española.
En este marco, 170 trabajadores se realizaron estudios.Acá, tres historias de los afectados.
Daniel tiene 53 años y hasta hace poco trabajaba en el taller Rancagua, una cochera ubicada en el barrio porteño de Chacarita donde se reparan los vagones de línea B del subte. En septiembre de este año, lo convocaron a una reunión donde le informaron que tenía "neumoconiosis" por "exposición a fibras de asbesto", o sea placas pleurales.
"Me llamaron desde el hospital Británico donde estaba el jefe de neumonología, el doctor Salvado; el médico del sindicato que me representaba a mí; el jefe del departamento médico de Metrovías, de apellido Tejeiro; y un médico de la ART. Me dijeron lo que tenía y me cayó como una bomba. En el momento me quedé duro y no sabía qué decir", explica a Nueva Ciudad.
Según su relato, ese día le informaron que se tenía que hacer un control anual y que lo iban a trasladar a otro lado porque en ese taller no podía trabajar más. "Cuando salí de lugar, me puse a pensar 'a dónde me van a mandar', si está todo contaminado con asbesto. Donde vaya va a ser lo mismo", recalca. Hoy, tras la intervención del sindicato, él y el resto de los afectados están sin cumplir tareas.
"Desde hace un mes que estoy en casa. Se acordó entre el sindicato y la empresa. Por eso no estoy yendo a trabajar ", explica, y relata que desde que comenzaron las denuncias, en el taller los trabajadores comenzaron a realizar retención de tareas y que desde ese momento "hay un grupo de gente reducido trabajando que son de la UTA".
Además, cuenta que una vez por semana hacen reuniones y los trabajadores que no fueron afectados por el amianto pueden ir al comedor del Roncagua para hablar con una psicóloga. Quienes dieron positivo en los estudios no pueden asistir para no quedar expuestos de nuevo a las fibras. "La situación me preocupa. Por momentos estoy bien pero con el tiempo no sé qué va a pasar. No quiero que me echen o me jubilen por invalidez, no soy un jovato que no puede hacer nada. Tengo una vida activa y me gustaría seguir trabajando", afirma.
Claudio tiene 54 años y también trabajaba -desde hace 30 años- en el mantenimiento de los coches en el taller de Chacarita. "Yo tenía la perspectiva de que me iba a jubilar e iba a estar todo bien, pero esto rompió todo. Quiero estar sano y estoy dolido porque la empresa jamás dijo nada y nos expuso deliberadamente", detalla a este portal.
Al igual que a Daniel, se hizo los estudios entre mayo y junio de este año. "Cuando me contaron la noticia, me sorprendió el resultado. Ahora estoy esperando. Tengo baja médica porque la ART en el diagnóstico puso que no puedo estar expuesto al asbesto y el subte está todo sospechado de tener asbesto", explica.
De acuerdo a su relato, fueron los propios trabajadores los que se pusieron a investigar la situación tras la advertencia de los empleados del Metro de España, donde ya murieron dos empleados por asbestosis. "Esto surge porque nosotros lo descubrimos", asevera. "Anteriormente, teníamos chequeos anuales, pero eran obsoletos porque iban más de 2 mil compañeros a un micro antiguo, tipo casa rodante. Ahí te hacían una audiometría y tenías que dejar orina. Siempre nos pareció una truchada ¡Que placa te pueden sacar de ahí si se movía todo! Y con la audiometría ¡se escuchaban todos los ruidos!", relata sobre los precarios estudios que debían realizarse.
"Hay un estado de angustia generalizado. A vos te están metiendo en un tomógrafo y lo que están buscando es un cáncer de pulmón".
Una de las tantas preocupaciones de los trabajadores tiene que ver con las condiciones de trabajo. "Cuando hay asbesto, las protecciones son diferentes. La ropa no te la podés llevar a tu casa porque quedan las fibras y si se lavan y se sacude la ropa, eso puede volar", explica y advierte que, de esta forma, el amianto puede alcanzar no solo a los trabajadores, sino también a sus familiares.
"Cada vez que vas a intervenir algo con este material te tenés que poner un mameluco descartable y en el lugar tiene que haber cierta disposición. Si se trabaja sobre un tren, el vagón tendría que entrar en una burbuja hermética y cerrada. Hasta ahora, no hubo nada de eso", afirma.
Ramón es delegado y uno de los primeros afectados en hablar ante la prensa. "La empresa ha hecho medidas paliativas insuficientes y negligentes con tal de asegurarse el mantenimiento del servicio. Han retirado de forma parcial algunos elementos, sobre todo en la cabina del conductor. En el taller Rancagua han montando una zona especial de desabestización pero que todavía no cumple con las normas técnicas", asegura.
Tras los estudios, cuenta, la empresa registró a todos los trabajadores en el Registro de Agentes de Riesgos (RAR). Ahí están tdos los empleados que trabajan en contextos de alto riesgo. "A nosotros nos inscriben como expuestos al asbesto", detalla. Sobre la situación, recalca: "Hay un estado de angustia generalizado porque a vos te están metiendo en un tomógrafo y lo que te están buscando es un cáncer de pulmón".
Ramón, junto al resto de los trabajadores del subte piden que se reemplace "completamente" los trenes . "Somos conscientes que ese proceso de recambio total de la flota de una línea del subte puede llevar años", concluye.
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