- Política
- 03.10.2018
VIOLENCIA MACHISTA
Contundente denuncia colectiva contra la banda Onda Vaga
Por medio de una página web, un grupo de mujeres y lesbianas dieron a conocer testimonios que relatan escenas de abuso y violencia machista. Son 13 testimonios y cada día se suman nuevas denuncias.
El manifiesto colectivo es anónimo para evitar la “inquisición del morbo de los detalles” y para no “cometernos a la presión sobre la exposición de nuestras identidades en un sistema que elige re victimizarnos y hacernos más preguntas a nosotras que a ellos”.
La mayoría de las denuncias exponen que los músicos mantenían relaciones sexo afectivas con menores de edad. “Nos vinculamos con estos varones que tenían, en su mayoría, alrededor de 30 años en aquel momento y que como adultos y artistas detentaban un poder frente a nosotras que no dudaron en ejercer con comodidad. Mantuvimos vínculos sexuales, noviazgos, encuentros de una sola cita, chats, recitales, camarines, pero todos tuvieron un denominador común: el descuido por completo de nuestras subjetividades y cuerpos, sobre todo aprovechándose de nuestra inmadurez en muchos aspectos o nuestras vulnerabilidades por nuestros diversos contextos, legitimados por un entorno de colegas cómplices”, explica el manifiesto.
Por último denunciaron: “Sentimos todas en mayor o menor medida que estas experiencias dañaron parte de la construcción de nuestra identidad y autoestima e interrumpieron procesos, imponiéndonos su forma descuidada de ser adultos”. Por su parte, la banda no emitió ninguna declaración hasta el momento.
Testimonio 1
Compartí una gira Onda Vaga hace cuatro años (yo tenía 24). Marcos, Tomás y Marcelo aprovecharon ese contexto para sobrepasarse conmigo en el camarín. Con la excusa de estar borrachos, me pedían que los bese. Yo me negué pero eran muy insistentes. Me la banqué porque estaba laburando. La pasé muy mal.
Testimonio 2
Salí durante un tiempo con Germán Cohen. Yo tenía 16 años al principio y él más de 30. Había una diferencia de edad enorme. Abusó de su poder como músico pero también como adulto. Prefiero no revelar más datos de mi identidad, que él sea quien tenga que dar las explicaciones.
Testimonio 3
Hace unos meses volví a instalarme snapchat y tenía entre mis contactos a Marcelo Blanco. Mandaba fotos de mi día a día (Facultad, tomando mate, etc) y Marcelo me respondía copadamente pero raro. Le mandé foto de una birra, su respuesta fue una foto en boxers agarrandose la pija. Claramente no se lo pedí ni siquiera la situación daba a entender que se lo pedía. Me pareció repugnante, lo bloqueé y se lo comenté a todxs mis amigxs fans de Onda Vaga. Ya no los escuchamos más a esos machitos del ojete. Lo que pensé fue en cuántas personas habrían pasado por situaciones parecidas, y lamentablemente somos muchas. Se va a caer!
Testimonio 4
Salí con Marcelo Blanco (Chema) entre los años 2011 y principios del 2013. Nos vimos aproximadamente una vez por mes durante ese tiempo. Yo tenía 18 la primera vez que salimos, él tenía 31. Durante todo ese tiempo se aprovechó de mi madurez emocional, sexual y psicológica. En dos situaciones concretas me acorraló para tocarme y para penetrarme, e incluso a pesar de que me negaba e intentaba escapar insistió. En ambas situaciones pude salirme, y en ambos casos me trató mal y con desprecio por hacerlo. En una, incluso, me reprochó al día siguiente que “yo lo histeriqueaba”.
Dejamos de hablar luego de que yo me plantara varias veces a exigir más atención y menos desprecio de su parte. Volví a hablar con él hace un año (y la última vez fue hace pocos meses) para saldar este tema y pensé que había entendido, pero ante la convocatoria de testimonios y los comentarios me dí cuenta de que sigue manteniendo prácticas abusivas y que lo hizo con muchas, muchísimas mujeres. Por lo que hoy decido hablar, para que esto se corte de una vez. No quiero que ninguna piba viva esto con él ni con ningún otro tipo, y hoy entiendo que sus formas fueron parte de un sistema general que incluía a sus compañeros de banda y también a sus amigos. Esta es mi forma de ponerle un freno. No nos callamos más.
Testimonio 5
Una vez fuimos con unas amigas a Cabo Polonio. Ahí paraban los boludos estos, que se paseaban con pibas cual cosas, eso ya era bastante desagradable de por sí. Una noche salimos y nos cruzamos con German Cohen en la calle. El chabón le empezó a a hablar a mi amiga, a tirarle onda, a decir que era su novia. Nosotras ya no éramos tan pebetas y nos reímos dos minutos y al tercero ya le cortamos el rostro, pero siguió hinchando los huevos un rato más. Cuando fuimos al bar, ahí estaba el feo este y empezó a bardear a mi amiga, le gritaba “aburrida” y no se qué otras cosas, con una agresividad de macho herido que uf. Nunca más los escuché. Eran unos panchos. Era obvio que seguro abusaban de su situación de estrellitas con poder. A la hoguera!
Testimonio 6
Me crucé con Julián Srabstein (Cuca de la Ley, amigo de la banda, siempre presente en los shows) en un pasillo en La Castorera. Lo saludé porque sus amigos mantenían relaciones sexo-afectivas con mis amigas (todas menores de edad). Él me puso contra la pared, me agarro las muñecas y me besó en la boca. Lo empuje y me fui llorando. Como mis amigas, yo tenía 16 años. Como sus amigos, Julián tenía más de 30.
Testimonio 7
ONDA VAGA solía tocar bastante en Córdoba en distintos lugares en el marco de las “Fiestas Bubamara”, unas fiestas en las que pasaban música balcánica con bandas en vivo. Estamos hablando de los años 2011, 2012. Estaba la fiesta en sí y después una segunda fiesta detrás del escenario, en los camarines. Los mismos patovicas dejaban pasar a las pibas que ellos querían, las señalaban y las dejaban entrar. Estamos hablando de pibas de 16 años y menos. A mi me tocó ver esto laburando como medio cobertura para una revista cultural, cubrí los recitales en más de una oportunidad. Había mesas llenas de alcohol, había merca también. Les pedían a las pibas que como eran de Córdoba les prepararan fernet.
Recuerdo una vez ver a Marcelo Blanco (Chema) manoseando a una piba y preguntándole si “no se animaba a mancharse las rodillas un rato” Existía la norma de que si las pibas ya estaban adentro del camarín eran propiedad de ellos y podían hacerles lo que quisieran. E insisto: todas menores de edad. Era un desfile interminable de pibitas entrando, les hacían chistes sobre su ropa, cuando ya estaban ebrias empezaban a chaparselas ahí mismo, a manosearlas. Yo tenía 20 recién cumplidos y claramente normalizaba todas estas situaciones. Siempre me dieron banda de asco.
Porque ellos finalmente eran los perpetradores pero imaginate que tiene que existir todo un aparato de gente que los banca en silencio y complicidad: patovicas que llamaban a las pibas y las hacían entrar, organizadores de los eventos, periodistas que estaban en el mismo lugar que yo no haciendo nada. Pibas menores drogadas por tipos veinte años mayores que ellas. Me acuerdo y me muero del asco.
Testimonio 8
Marcos Orellana es terrible pajero. Me insistía con que pusiera la web cam y cuando lo hice me mostró la chota. Tenía capturas de pantalla pero las perdí.
Testimonio 9
Hola compañeres! Me duele mucho escribir esto ya que sigo a la banda desde los 13 o 14 años, capaz no es un abuso con todas las letras, pero si fue un hecho que desde que sucedió me hizo sentir incómoda cada vez que compraba una entrada para verlos o me ponía adelante de todo en el reci. Una vez tocaron en Rosario en el verano del 2012/2013 y yo arrastre a una amiga (17 años) que no los conocía a que me acompañe a verlos porque tocaban en un boliche y nosotras entrábamos gratis.
Cuando termina el show nos sentamos a tomar una birra y se acerca Tomas Justo totalmente borracho, se le sienta al lado a mi amiga, le empieza a tocar la pierna y a decirle que era hermosa y no se qué otras baboseadas, que si queríamos él nos hacía subir al vip. Cuando subimos el tipo se puso re pesado, le hablaba a mi amiga re de cerca y le quería pasar la lengua por la cara, mi amiga lo sacaba y él seguía, mientras todos los de la banda lo veían y se reían. En un momento la situación se puso muy turbia y bajamos. Cuando salimos del boliche sale el tipo este atrás nuestro y le pregunta a mi amiga si se volvía con él. Ella le dice que no, que tiene novio, y él le empieza a gritar en la calle “anda puta de mierda, trola, te encantaría estar conmigo, sabes que yo escribo todas las canciones?”.
En fin, gracias por leer esto, entiendo que no fue una violación o un abuso explícito, pero estos tipos son unos forros, siempre lo fueron, y es hora que les arranquemos la careta de “feministos” que se pusieron. Espero que este escrache sea significativo y nos abra los ojos a todes. Gracias por abrir este espacio siempre tan necesario, les abrazo y les deseo mucha suerte.
Testimonio 10
Chema (Marcelo Blanco) me agregó a facebook. Yo tenía una foto de perfil de cuando tenía dos años con unos anteojos que me quedaban grandes y una canción de Onda Vaga en el epígrafe: “es que a veces no me le animo al niño que llevo dentro”. Él puso me gusta. Me habló, me invitó a tomar cerveza, me encontró en Corrientes y Callao, me llevó a La Academia. Me preguntó si fumaba porro. Dijo que no fumaba en la calle. Me llevó a su casa. Fumamos porro. Tomó Whisky. Tomé Birra. Hizo muchas preguntas, habló de sus amigos, de sus épocas en el secundario, actuaba como un niño que no quería crecer. Él tenía 31 años, yo 16. Me obligó a chuparle la pija. Me cojió. Sin preguntar, sin vacilar, sin pensar, y pagó el taxi a las 5am. Eso continuó durante 1 año y medio. Para que quede claro, en el tiempo que salimos, desde finales de mis 16 hasta los 18 años, todas las veces que pareció que yo decía que sí era que NO. Sólo que yo no lo sabía. Nos enseñan a decir siempre que sí, siempre que sí, siempre que SÍ. Ahora venimos a decir que NO, no estuvo bien. Yo era menor de edad, no sabía, no entendía lo que él estaba haciendo. Me manipuló.
Sostuve una relación secreta de amante con un hombre 14 años más grande que yo, que me pagaba los taxis para llegar a la escuela, que me contenía si me peleaba con una profesora, que me acompañaba en mis angustias adolescentes, un hombres mayor que me desnudaba y me metía en la cama sin preguntarme si me gustaba, si quería o si deseaba. Sin preguntarme JAMÁS mis experiencias previas. Sin interesarse JAMÁS por mi estado post coito. Lo cierto es que muchas veces lloraba porque no entendía y me daba vergüenza. Nunca dije que no, es cierto. Quizás no pueda denunciarlo como violación. Lo que trato de decir es que no sabía decir que NO, sólo sabía confiar en las personas más grandes que yo. Y confié en él porque era un pibe de bien, que había ido al Colegio Nacional Buenos Aires, inteligente, con plata y fumaba flores en una época donde yo solo conocía el prensado. El tomaba Absenta importado cuando yo estaba saliendo del Frizzé azul. Entonces, júzguenme por haber sido adolescente. Por haber comprado el estereotipo que imponen todas las películas, publicidades, revistas, diarios, telenovelas, libros, rumores. Por haber visto Onda Vaga gratis con mis amigas. Por haber recibido regalos que traía de Uruguay, Francia, Chile, Japón, Córdoba.
Un día se aburrió de mí (oh casualidad! después de cumplir la mayoría de edad, 18 años) y dejó de hablarme. En lo personal se enfermó, ya no le interesé más, me hizo dar cuenta de que yo era una distracción, un pasatiempo y que si estaba mal no me necesitaba, porque tenía a sus amigos, su familia con guita y su obra social Osde. Desapareció. Aparecía sólo cuando tenía ganas de cojer o sus novias lo dejaban. Desde el 2011 hasta el 2014 vi a Marcelo Blanco. Siendo el primer año y medio el que nos vimos más seguido, posteriormente igual mantuvimos un contacto espaciado, porque yo creía que todo estaba bien, que eso no podría hacerme daño a mí. Y vi pasar las denuncias a Migue (su amigo), a Cristian Aldana, a El Mató, a Pez.
En abril de este año me escribió pidiéndome perdón por haber abusado de mí, gracias a otra compañera que vivió lo mismo y lo avivó, pero yo no lo perdono ni lo perdonaré jamás. Esa relación me marcó porque me enseñó a callar, a mantenerme en silencio, a no decir lo que sentía, a no cuestionar lo que me hacían, a privilegiar el deseo y satisfacción del otro, a estar siempre en una posición de sumisión. Casi 8 años pasaron y por fin vamos a verlos caer. Hace años que estallo en furia cuando escucho sus canciones o lo veo viajar por Europa mientras yo desperdicié años preciados de mi adolescencia tomándome dos bondis para ir a su casa en Recoleta.
Marcelo se aprovechó de mi fragilidad social porque en mi casa no me daban mucha pelota, yo laburaba desde los 16 y tenía muchas responsabilidades en mi familia, a pesar de eso hoy entiendo que no tenía la madurez suficiente como para enfrentarlo y muchas de las veces que cojimos, la gran mayoría, si no TODAS, fueron violaciones, y lo cierto es que hoy pienso que a él lo excitaba que sea menor. Después de los 18 ya no era “su tipo” y me dejó. Nunca había pensado en denunciarlo porque todo esto estaba naturalizado en ese momento, lo naturalicé durante años, muchas pares estaban viviendo situaciones parecidas con otros seres parecidos, pero HOY no quiero que esto le pase a más pibas. Estas experiencias interrumpen nuestro crecimiento y nos alejan de donde tenemos que estar: haciendo lo que nos gusta, descubriéndonos, creciendo con amigas y pares, con personas que nos cuiden, nos guíen, jamás con adultos abusivos. La mayoría de mis recuerdos con Marcelo son difusos a partir de que entraba a su casa, casi siempre nos drogábamos y escabiábamos, él sobre todo. Y si se ponía de mal humor me echaba de su casa. Siempre acaté su deseo porque no conocía el mío. No quiero que esto siga pasando. Hoy en día mi deseo es que estos chongos no se suban nunca más a un escenario. Los escenarios ahora son de las pibas.
Testimonio 11
Tuve una relación con uno de los integrantes de Onda Vaga entre los años 2009 y 2011 que comenzó cuando yo tenía 17 años y él 28. Yo me enamoré a fondo y fue mutuo, tuvimos una relación de mucho amor por bastante tiempo. No fue hasta que me escribieron otras chicas que salieron con él posteriormente teniendo la misma edad que cuando empecé a verlo que pude elaborar cosas que me rondaban en el cerebro y el plano del sentimiento respecto a esto. Nos han inculcado la individualidad desde miles de costados, y frente a la opresión el camino que muchas hemos tomado es el de sentirnos especiales, distintas, “a mí no me pasó así”, “conmigo es amor”, son frases que hasta hoy batallo en mi mente. Decir que no hubo cariño, siento, sería mentir y faltarle el respeto a los sentimientos de mi yo adolescente. Pero al ver y escuchar a otras chicas se clarifican muchas otras cosas, ¿qué hace un tipo de 30 años saliendo repetidamente con chicas que aún asisten al colegio? Este fue mi primer noviazgo, mi primera relación “de pareja” con un varón, lo entrecomillo porque poco hubo de parejo en una relación basada en los beneficios de una disparidad. Creo que gracias a la lucha y organización de todas hoy para las chicas de esa edad es distinto, pero nosotras no crecimos con ese amparo. Una adolescente enfrentada a un adulto posee cerca de nulas herramientas para construir amor en igualdad. Con la reciente denuncia de las chicas del CNBA pienso que por supuesto para mí la situación no constituía una novedad, era la dinámica establecida, desde mis trece años siempre estuve con algún chico mayor mientras su grupo de amigos intercambiaba sonrisas socarronas ante mi presencia, y la decisión todo lo que se hacía o dejaba de hacer radicaba en aquel otro, hoy puedo entender que esa humillación me parecía poco precio a pagar por sentirme mejor, o más poderosa que otras chicas por ser merecedora de atención de estos varones. La retrospectiva baña todo de una luz más sórdida.
El consentimiento es un concepto con muchos más matices y ramificaciones que acceder a tener relaciones en una situación o no hacerlo. A esa edad no había tenido ningún tipo de experiencia que me diera las herramientas para poder saber cómo a mí me interesaba o no ponerme en juego en una relación de ese tipo, no sabía decir no, porque básicamente no tenía claro qué me gustaba y qué no, ya sea con respecto a lo sexual como a lo relacional en general; lo cual es regular en una adolescente solo se vuelve un problema cuando la posilidad de exploración propia en este sentido se ve cercenada por una balanza de poder tan desventajosa . La necesidad de complacer a alguien que una admira y cree mejor y más importante cuando es una nena, se sobrepone a cualquier deseo propio. Recuerdo que en aquel momento él hizo una canción que decía algo así como “das amor sin pedir nada”, como si eso fuera una cualidad, y no una subordinación que provocaba muchísima angustia. Hoy tengo bastante claro cuando de algo que hace el otro yo no quiero participar, agarro mis cosas y salgo por la puerta o me hago valer como sujeto a respetar, recuerdo de manera muy vívida para el final de nuestra relación que él estaba atravesando diversos conflictos con su vida, el resultado de eso era maltrato, desde ninguneos varios a destrozar cosas en una habitación enfrente mío mientras yo observaba en una esquina, con incapacidad total de saber que hacer o cómo manejar una situación tal, con miedo y culpa de no ser suficiente. Me parece que si hay algo que tiene que salir en claro de todo esto es que es inaceptable exponer a una pibita a nada de todo esto.
Cuando me enteré de las otras chicas entendí que él estaba pasando por momentos difíciles en aquel tiempo, pero ¿saben qué? Nos pasa a todxs. Lo que jamás me sucedió a mí y no sé de ninguna mujer que le haya pasado es salir a coger con y maltratar chicxs menores de edad como relajo. Tengo 26 años y pienso, jamás se me ocurriría tener una relación con un chico de 17, que va al cole, me parece una locura. Jamás le escribiría en chats de seducción, jamás lo invitaría a mi casa a beber y fumar y coger, no solo me parece ridículo, si no que no me genera ningún interés, ¿qué es lo que hace que para un varón esto no sea así? Nos han educado en que el placer masculino es el único que cuenta, para muchas de nosotras hacernos cargo del propio ha sido una construcción de años. Ya entrada nuestra relación un día él me hizo un planteo de por qué yo no le practicaba sexo oral, diciéndome que sentía que a mí no me gustaba por entero. Mi inmediata respuesta fue un tímido “no sé”, un “no es así” consolador y empezar a practicarlo. La realidad que no se le ocurrió pensar es que en principio era una nena y nunca lo había hecho, pero además con el tiempo y las amigas de experiencias compartidas he podido desentramar que para mí constituía una práctica denigrante para toda chica, de manera empírica había visto ser humilladas públicamente a montones de otras por hacerlo, más de un chico me había querido empujar la cabeza de manera violenta para conseguirlo y como obvio resultado había desarrollado una resistencia con el tema.
Lo que quiero decir es que ninguna de todas estas cosas estaba ni remotamente clara en mi cabeza en ese momento y mucho menos poder decir que no, que no me sentía cómoda, se me ocurría como una posibilidad. Hoy tengo una relación en mis términos, donde yo decido que tipo de dinámicas son las que deseo y cuáles no, en la que si algo no es de mi agrado es inmedijatamente discutido y consensuado, en donde mi placer está ubicado en prioridades de la misma manera que el de mi compañero, asimismo que las actividades que se realizan y los espacios que se frecuentan están equilibrados entre los ámbitos de uno y el otro. Mi relación con él se basaba en ir a su casa y a sus shows todos los fines de semana, o a diferentes eventos de sus amigos, jamás se dio en el otro sentido, nunca en mis espacios, nunca con mis amigos, nunca en mi casa. Nunca tuvieron relevancia ninguna de las cosas que conformaban mi vida. Eso no es una relación de pareja, y no puedo dejar de pensar que había disfrute en ese desbalance de poder, comodidad y egoísmo.
Me cuesta comprender por qué alguien elegiría tener una relación en ese marco, con el terreno tan desnivelado, si no es porque no pretende que las cosas sean sobre nada más que sí mismo. El resto de las situaciones que puedo recordar que constituían hechos de machismo evidente en esta relación no creo que sean tan disímiles de las que cualquier chica que hoy se ponga las gafas violetas pueda discernir de su pasado amoroso, lo que vuelve esta situación distinta es como dije antes la desigualdad de condiciones Todavía no tengo claro si me siento cómoda llamándolo abuso, pero sí que ha formado parte de un todo de conductas abusivas de un grupo de personas.
Testimonio 12
Hola! Cuando tenia 17 fui a ver a onda vaga con dos amigas de mi edad en Ciudad Universitaria. Nos encontramos de casualidad a los músicos y los saludamos. Hablamos un poco, todo bien hasta el momento, nos convidaron birra y fueron bastante amables. Luego dos de los chicos (uno era amigo acompañante de la banda) nos invitaron a subir al colectivo. Subí porque mis amigas insistieron pero tenia miedo. Solo jugamos un juego de manos (literal) y los insinuaron que la que perdia se tenia que sacar una prenda (ellos sabian que eramos menores). Nada de esto paso porque nos bajamos. Ellos tocaron y despues nos volvimos a encontrar a la salida.
El manager de la banda se acerco a nosotros y se nos insinuó sexualmente. No recuerdo las palabras pero si que fue desagradable y me fuí en el instante. Era un hombre bastante mayor, como de 40 años y creo que le decian ruso o algo así.
Testimonio 13
Conocí a los Onda Vaga junto a mis amigas (que teníamos entre 19 y 21) en el enero de 2015 en un festival llamado Mardelpop que se realizaba en Mar del Plata. Ya conocía la banda y los había visto en otros festivales, pero nunca habia tenido la oportunidad de hablar con ellos. Esa noche Tomás, justo después de haber tocado, se acerca a hablarme y me pasa su número. Lo invito a un after que se hacia en un bar por el centro, donde también fueron miembros de otras bandas que tocaban en el festival. En el bar Marcos no paraba de molestar a una de mis amigas, insistiendole para que le diera un beso, a pesar de que ella no queria. El objetivo de ellos era si o si estar cada uno con una mina. De vuelta en Buenos Aires, me invitan con una amiga al festival de “San Vaguetin” en el Konex.
Despues del show, mi amiga se va y Tomás me comenta de un after que se hacia en su estudio a unas cuadras. Había mucho alcohol y porro. Algo que me llamó mucho la atención es que habia dos o tres chicas de una edad muy similar a la mia. Una de ellas tenía 18. También al lado del patio habia una habitación, donde en un momento entraron Marcelo junto a otro de ellos y dos de las chicas.
En un momento de la noche todes suben a la terraza y quedo sola con Marcelo Blanco, quien en ese momento debía tener 35, por lo que había una diferencia de 16 años entre nosotros. Marcelo aprovechó que nadie lo estaba mirando y se me tiró encima y empezó a tocarme y a besarme. No me preguntó si me gustaba o si yo quería. A los pocos minutos aparecen sus amigos, y aproveche esa oportunidad para sacarmelo de encima e irme a otro lado, lejos de él. La fiesta siguió y él como si nada hubiera pasado. En su momento me lo tomé como un chiste, creí que “se le habia ido la mano” porque estaba en pedo. Buscando mil razones para tratar de justificar su actitud.
Hoy, con 22 años, puedo decir que eso fue abuso. Me besó y me tocó sin ningun tipo de consentimiento. Yo NO quería y no me dejó decir que NO. Leer todas las cosas que hizo Marcelo me da asco y no me sorprende para nada. Hoy las pibas somos mucho más fuertes, nos animamos a hablar y a exponer a estos machitos que se la juegan de aliados.
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