- Política
- 10.07.2018
ENTREVISTA
Alejandro Gianni: “Hay una necesidad objetiva de unidad del movimiento obrero”
Electo como secretario general en la seccional porteña de la CTA Autónoma –en el marco de una fuerte interna que incluye otra elección desdoblada-, Gianni destaca la necesidad de construcción de una CTA única para resistir a las políticas neoliberales.
Más de 17 mil trabajadores y trabajadoras participaron de la votación de la seccional porteña de la CTA Autónoma, que marcó la consolidación de la CTA de Todxs, agrupación que llevó a Alejandro “el cordobés” Gianni como candidato a secretario general. Tras un resultado que fomenta la unidad, Gianni dialogó con Nueva Ciudad y analizó la situación de los trabajadores porteños y del movimiento obrero en general.
“Hay una necesidad objetiva de unidad. En 2015, cuando intentamos discutir salarios juntos, los docentes nos decían ‘no importa, nosotros tenemos nuestra mesa salarial, siempre sacamos un par de puntos’; los judiciales nos decían ‘no, nosotros cerramos mucho más arriba’; el subte ‘nosotros con los privados les sacamos 10 puntos más’. El año pasado eso no pasó y este año como le bajaron la línea del 15% a todo el mundo y nadie rompió el techo, hubo una posibilidad de juntarse. El contexto ayudó un montón”, consideró, y remarcó: “Creemos que tiene que haber una sola CTA y que tenemos que ir a discutir con los gremios de la CGT una resistencia para luchar contra este modelo económico. En ese marco, estamos intentando formar esta experiencia”.
La CTA de Todxs se presentó con la lista 2 – Verde y Blanca en Capital Federal en las elecciones del pasado 28 de junio. Gianni, candidato a secretario general, es además el actual Secretario de Finanzas de ATE Capital. La corriente que integra está conformada por organizaciones sindicales, sociales, culturales, barriales, universitarias y deportivas de la Ciudad. El secretario adjunto es Rodrigo Segovia, referente del MTD Aníbal Verón junto a Ana Gorria, de la Federación de Obreros Portuarios, Marítimos y Navales dela República Argentina.
Gianni o “El Cordobés” comenzó a trabajar para el Gobierno de la Ciudad allá por el año 2002, en un programa de recuperadores urbanos. Desde entonces, milita por los derechos de los trabajadores formales y de la economía popular. “Empecé a trabajar para el Gobierno de la Ciudad en 2002-2003, en un programa de recuperadores urbanos. Laburábamos con cartoneros: políticas públicas para cartoneros. Veníamos de una experiencia de militar mucho en la facultad (de Sociales, donde estudió Sociología) y teníamos como un horizonte muy utópico: solamente los pueblos organizados, los trabajadores organizados, pueden dar una resistencia al modelo neoliberal de la época. En función de eso nos afiliamos todos a ATE y empezamos a defender nuestra fuente de laburo. Pero no alcanzaba con ATE solo. Y veníamos también de la experiencia de la CTA, que en los 90 había organizado a los barrios. Todo eso a lo que la CTA le había dado una cobertura nosotros lo repensábamos para los cartoneros. Empezamos a armar cooperativas. Muchos venían con experiencias previas y habían estado sindicalizados, lo que ayudó un montón a que creyeran que era posible. Empezamos a descubrir la herramienta de la CTA, lo importante que era que hubiera una central que diera cobertura a los laburantes que no tenían trabajo. A partir de ahí armamos una junta interna y a partir de ahí fuimos armando un movimiento social que eran los cartoneros. Por eso sentimos y valoramos la CTA”.
Sobre la reciente elección, resalta: “Pudimos hacer un armado muy interesante, juntando a un montón de organizaciones que habían quedado periféricas, más ATE, y estuvo buena la elección. 17.200 votos; nosotros 16.500. Se votó en casi todos los organismos del Estado. En casi todos los barrios de la Ciudad. Con una campaña hecha muy a pulmón; muy compleja por la situación política del país, por la división dentro de la propia CTA.
¿Qué implica ese resultado?
Creemos que es un resultado que nos legitima profundamente porque mostramos lo masivo que es y que puede llegar a ser la CTA. Si con poco trabajo –un año y medio de reconstrucción, casi sin recursos- construimos todo esto, creemos que tiene una potencialidad fuerte. El otro grupo de ATE, el grupo que corrimos, lo que hizo es paralelizar todo. Arman su propia elección, pero no tienen papeles.
¿El resultado abre la puerta hacia la unidad?
Claro, porque además el grupo con el que reconstruimos todo esto también tiene una política muy fuerte para relacionarse con la CTA de los Trabajadores. Nosotros nos dimos una política de reconstrucción con ellos y llegamos a distintos acuerdos. Al ganar recuperamos la herramienta, al recuperar la herramienta podemos hacer una política objetiva de unidad.
¿Esto sería en la Ciudad en principio?
En Capital. Pero al mismo tiempo en Nación tenemos al secretario general nuestro –Tano Catalano- que va a ser el adjunto de (Hugo) Yasky. Y en la CTA autónoma ganamos cuatro o cinco provincias. Y vamos a tener cargos en distintas secretarías de la CTA de los Trabajadores. Esto nos va a permitir dar un proceso de unificación mucho más grande.
La Ciudad sería el punto de partida…
Sí. En Capital tenemos la posibilidad objetiva de hacerlo ya: alquilar un edificio juntos y empezar a laburar juntos. De hecho, ya lo venimos haciendo. El año pasado metimos, para discutir la paritaria docente y estatales, dos marchas grandes y varias iniciativas políticas juntos con la CTA de los Trabajadores. Este año ya metimos cinco actividades juntos, cuatro marchas grandes, con el subte, con los docentes, con los estatales, con los judiciales, acompañó Moyano de la CGT. Nos dimos todo un proceso de unidad en la defensa del salario, porque la verdad que estamos todos en las mismas condiciones. Hay una necesidad objetiva de unidad. El otro grupo de la CTA Autónoma que no quiere participar no hace nada, y no quiere juntarse. Porque ven que se licúa una identidad propia. Creemos que tiene que haber una sola CTA y que tenemos que ir a discutir con los gremios de la CGT una resistencia para luchar contra este modelo económico. En ese marco, estamos intentando formar esta experiencia. El que no da muestra de unidad, el que no quiere juntarse con otros para defenderse, termina sin poder dar una respuesta. Porque a los compañeros en el sector no les importa quién es quién, les importan que podamos sacar un punto más para el salario.
¿Y en cuanto a la paritaria estatal porteña específicamente? ¿Están dando la discusión para que se reabra?
En la Ciudad hay dos gremios: uno es el Sindicato Único de Trabajadores de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (SUTECBA). Nosotros decimos que no es único y que abran la discusión de la paritaria para todos. Lo que pasa es que el Gobierno con este gremio cerró un 12%, le dijeron que sí y nosotros quedamos haciendo el planteo de que no alcanzaba. Ahora con el dólar y la inflación hay condiciones claras (para que se reabra) y un descontento mayúsculo entre los trabajadores. Ellos sienten la presión de las bases. Si podemos canalizar el descontento los obligamos a abrir la paritaria de nuevo. Estamos en eso.
Más allá de la situación paritaria, ¿cuáles son las principales problemáticas del trabajador estatal porteño ante esta gestión?
Creo que el macrismo expresa un achatamiento salarial, una pérdida de lo que es la carrera, destruyen y no respetan los convenios colectivos, hay más de 40 mil empleados en el básico –entre los cuales estoy- del escalafón, entonces tampoco hay una carrera de ascensos. Y los primeros que le dan una lógica de Estado bobo, que no responde, son ellos. Por una lógica política que plantean, que no creen en el Estado como un regulador de la vida social. Quieren lograr un Estado mínimo para que el mercado regule a la sociedad. En ese marco, en la Capital Federal se ve muy claramente. La Zona Norte y la Zona Sur: cada cuatro pibes que se mueren en la zona sur, hay uno en el norte. En términos de la población en villas, de la calidad de vida, todo esto el único que puede regularlo es el Estado, con una clara política de intervención, de participación. Y hay un montón de programas, de proyectos, que los llevamos adelante los trabajadores más allá de la gestión.
¿Los sectores de la economía popular qué rol cumplen?
Son trabajadores empobrecidos de la ciudad. En la CTA cumplen un rol fundamental. Porque los gremios cumplen un rol de defender el convenio colectivo, pero también nosotros creemos que apostar a las organizaciones de la economía popular –cooperativas, asociaciones civiles- es fundamental para fortalecer a los laburantes y todo lo que implica tener un salario digno. Tener acceso a la cultura, a los bienes sociales. La discusión con la economía popular a veces es peyorativa, nosotros tenemos una visión un poco más profunda: son laburantes. Consumen y son parte de los problemas de una sociedad.
¿Considerás que hay un embate particular de este gobierno hacia los trabajadores de la economía popular en el espacio público?
Tenemos cinco mil compañeros organizados en distintas cooperativas, en distintos espacios políticos pero con una mirada conjunta. El Estado siempre trata de avanzarlos y logramos que hoy haya un sistema público para recolección de lo seco, como hay para la recolección de lo húmedo. El tema es que la recolección de los seco está desfinanciada, mientras que la de los privados –basura húmeda- son ultra millonarios. Tienden a achicarnos, negarnos. Y en la ciudad se habla de reciclado pero si prestás atención no hay nada que hable de recicladores. O sea, el cartonero. ¿Cómo puede ser? Si los que llevan a cabo las tareas todos los días son ellos. Ellos previeren mostrar una cabina, un espacio verde con arbolitos, y no un compañero transpirado empujando un carro. Así, con todo. La situación de las textiles es impresionante, y no hay una política para formalizar eso.
¿Cómo analizás la respuesta de los trabajadores organizados ante las políticas del Gobierno nacional?
Este último año y con la situación del dólar que no están pudiendo contener, la pérdida salarial es inimaginable y se nota un desgaste muy profundo en todos los compañeros. Incluso en lugares como Pami o Anses, que eran considerados privilegiados para ir a trabajar, estos últimos dos años nos cuentan desde ahí que hay un malestar profundo. Porque además los están vaciando de contenido. La sensación es de una pérdida muy grande. La verdad que la campaña de Macri para ser presidente fue todo lo contrario de lo que está haciendo hoy. La sensación también es que en los 90 lograr los niveles de movilización que tuvimos en estos dos años se logró recién a fines de los 90.
Al final del ciclo…
Claro. En cambio ahora hemos tenido movilizaciones muy grandes. Eso implica por lo menos la creencia de que hay un grado de conciencia en la sociedad que antes no había. Hay que pensar que llegábamos a los 90 también como consecuencia de la dictadura. Si uno lo compara con estos primeros dos años de resistencia al neoliberalismo, hay que estar optimista. Por otro lado, uno piensa también que Menem tenía mucho más para vender, para rifar. Los primeros cuatro años fueron distintos. La comparación es compleja. Uno puede decir ‘mirá lo que resistimos en estos dos años’. Pero también ‘mirá el daño que nos hicieron en estos dos años’. Deuda a 100 años, ¿cómo nos sacamos eso de encima?
¿Cómo observás el rol de la CGT en este escenario?
Desde un punto de vista, uno tiene que decir que parte de la CGT está perdida, ya no son gremios, son empresarios, son parte de la patronal. Con una lógica corporativa y burocrática a más no poder. Cuando la ves en perspectiva, cuando te dicen ‘mirá en otros lados del mundo donde no hay movimiento obrero’… La corporación y la burocracia necesitan reproducirse a sí mismas. Mientras tengan la plata de la obra social, continuidad y un caudal de afiliaciones que les da plata, permiten que les bajen los salarios o que haya poco aumento porque total el aparato perdura por sobre los trabajadores. Como son una lógica media mafiosa, no llega nadie a conducir eso salvo los que están, que mantienen la plata y el aparato. Hay un punto donde esta dinámica económica del neoliberalismo les entra a comer al propio afiliado. Donde los tipos empiezan a no poder reproducirse a sí mismos, pelean. En ese marco, interpreto que el triunvirato no pudo dejar pasar la reforma laboral, porque termina yendo en contra de la propia corporación. En contra de sí mismos. En eso son conscientes.
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