Con más de 140 mil asistentes, terminó la Feria Masticar

Con la participación de más de 140.000 personas, concluyó la quinta edición de la Feria Masticar, la feria gastronómica más importante de la Ciudad. Durante cuatro días, jóvenes y adultos se dieron cita en el predio El Dorrego en Colegiales para degustar las especialidades de los mejores chefs de la escena local.

Este año la feria mostró una versión ampliada, en la cual hubo más clases, stands y foodtrucks. Esta ampliación se dio gracias al anexamiento del Club Polideportivo Colegiales, en el cual se emplazó un sector dedicado a las brasas y un patio cervecero. Aunque el público asistente disfrutó del espacio, los vecinos de la zona manifestaron su enojo y denunciaron el uso del espacio público para beneficio de privados.

En el interior de El Dorrego, bajo techo, el sentido del olfato estaba más que estimulado gracias a las cocinas en acción que no cesaban con el despacho de platos. Durante el fin de semana, los puestos con más fila fueron los de la Risottería de Dolli Irigoyen, donde se sirvió risotto con osobusco y azafrán y arroz con leche, y el de Maru Botana del cual salían irresistibles tortas de chocolate y rogel de dulce de leche.

La zona de las parrillas, ubicada al aire libre, seducía por su olor a asado, y entre los más solicitados, estaban los emprendimentos del chef Germán Martiegui, Tegui, que entre otras especialidades ofreció churrasco de cerdo acompañado de tuna, merengue de vinagre y zapallo. Algo similar sucedía en el puesto de El pobre Luis, donde vendían dos empanadas por $ 50.

Otro de los más solicitados fue el foodtruck de Carne, la hamburguesería del platense Mauro Colagreco, ampliamente considerada como "la mejor de Buenos Aires"; o el puesto del chef Donato de Santis, Cucina Paradiso, que posó junto a varios de los comensales que eligieron deleitarse con su "Panino di Cotoletta di Maiale alla Milanese" (lo que en español significa milanesa de cerdo 100% pan con masa madre, salsa tartara, lechuga capuccina, cebolla y salsa de tomate).

Cabe destacar que durante el fin de semana, la Feria alcanzó su pico máximo de visitantes resultando engorroso recorrerla. Las filas más prominentes se demoraban bastante, y el sector de foodtrucks al aire libre estaba congestionado por completo. Para el año próximo, quizás convendría controlar el ingreso y fraccionarlo, así como revisar el precio de la entrada, que costaba $80 y no incluía consumición alguna. A pesar de esto, sin duda fueron cuatro días a plena cocina y disfrute de los paladares porteños.