Alertan por la construcción de torres de hasta 28 pisos en Belgrano

El boom inmobiliario en la Ciudad de Buenos Aires, que se inició en los barrios de Caballito y Flores, genera quejas constantes en Palermo, Belgrano y Coghlan. En algunas zonas se edifican más de 20 pisos cuando sólo se permiten 9. Leyes laxas y complicidad de funcionarios fomentan la especulación inmobiliaria.

En Villa Roccatagliata, construida hacia 1900, que linda con Roosevelt, Balbín y Zapiola entre los barrios de Belgrano y Coghlan, se puede ver un pozo de tres subsuelos de profundidad. Los vecinos están en estado de alerta no sólo por el procedimiento con el que fue concebido, sino porque se trata de una monstruosidad para el lugar.

Lo mismo ocurre con el proyecto en marcha a diez cuadras, en la esquina de Arcos y Roosevelt, donde se eleva al cielo una torre de 25 pisos en una zona que permite que se construyan hasta nueve niveles. Ambos emprendimientos tienen denominadores comunes, pero también con otros como el cercano ubicado en Crámer al 3100, que hace unas semanas un juez ordenó demoler hasta readecuarlo.

Según consignó Tiempo Argentino, estas torres surgen por la ambición empresaria, la laxitud de las normas y la aprobación o complicidad de funcionarios.

El proyecto para la Villa Roccatagliata figura en la web <http://palacior.com.ar>: allí construirán dos torres con forma de ele, una de ellas de 28 pisos. Como el terreno tiene más de 2500 metros cuadrados y el edificio era añejo (incluido en el Catálogo de Inmuebles Singulares) requería una norma específica, de doble lectura y audiencia pública mediante en la Legislatura.

En primera instancia se logró proteger al inmueble, es decir que no podría construirse nada en toda la parcela, pero al votarse la segunda un año después, se cambió esa palabra por "edificio", con lo que se allanó la posibilidad de poder arrasar con el rededor. Lo que se levantará transgrede las normas vigentes de FOT (factor de ocupación total), reglamentación sobre alturas y pulmón de manzana, entre otras cuestiones.

Un grupo de vecinos logró parar el inicio de obra durante algunos meses de 2013, con la presentación de un recurso de amparo, pero en abril de 2014 el mismo juez que había concedido la cautelar rechazó la pretensión y dio vía libre para continuar con la construcción que se reanudó de inmediato gracias a las autorizaciones de la Dirección General de Interpretación Urbanística, aun cuando la causa sigue en trámite e incluso por estos meses se espera que el Tribunal Superior de Justicia de la ciudad convoque a una audiencia pública. PyS, la constructora a cargo del proyecto Roccatagliata, es la misma que emprende otra megatorre en la esquina de Av. Del Libertador y Sucre.

En Arcos y Roosevelt, los vecinos iniciaron una campaña pública de difusión y de presión vía correo electrónico: [email protected], a los funcionarios para evitar una torre de 27 pisos. Ni siquiera una resolución de la Defensoría del Pueblo porteño logró respuesta de las autoridades, pese a que se había dictaminado que "la obra autorizada no cumplimenta con las normas de tejido vigente debido a que la altura y la superficie autorizada triplican lo permitido para el distrito de zonificación R2all y no se da cumplimiento a las disposiciones establecidas para altura de edificios en esquina y planta baja libre".

En Monroe 1120 se autorizó la construcción de un inmueble para vivienda multifamiliar, lo contrario permitido para la zona, que habla de unifamiliar. Hace 15 días, se conoció la sentencia del juez Contencioso Administrativo y Tributario porteño Aurelio Ammirato, que ordenó readecuar un edificio de ocho pisos ya terminado en Crámer 3151/55 porque tenía una altura casi tres veces a la permitida por el Código de Planeamiento Urbano (CPU). La sentencia todavía no quedó firme.

Como ya había ocurrido en Caballito o Balvanera, la oposición de los vecinos se basa en el cambio de morfología de la zona (casas bajas, edificios de pocos pisos); en el encarecimiento de los impuestos y alquileres; en la saturación para circular y estacionar; en que tapan la luz natural y se convierten islas de calor en el verano; y en que se resiente el suministro de los servicios, aunque desde Metrogas y AySA aseguraron a Tiempo Argentino que ellos otorgan la factibilidad de cada proyecto y luego ordenan obras de adaptación de la infraestructura, que corren por gasto de cada constructora.

Ese conjunto de normas data de la gestión Aníbal Ibarra y está vigente pese a que en 2008 se sancionó un Plan Urbano Ambiental (PUA) que ordena dictar uno nuevo. Ese PUA es mucho más abstracto en cuanto a la autorización de obras y hace unas semanas el líder del PRO en la Legislatura porteña Cristian Ritondo presentó un proyecto para ratificar que tenga supremacía sobre el CPU.

El Observatorio del Derecho a la Ciudad, que patrocinó la demanda de Crámer 3151, postuló recientemente la necesidad de respetar la democracia participativa en el proceso que se realizará en los próximos dos años para aprobar y actualizar los principales instrumentos normativos del planeamiento urbano de la Ciudad. Porque todos los vecinos denuncian que no son escuchados por los funcionarios públicos.

Los vecinos de Roccatagliata que promovieron el amparo enfrentan ahora una demanda de la constructora. En el caso de los de Arcos y Roosevelt no recibieron más que el silencio de los funcionarios del Ministerio de Desarrollo Urbano que dirige el empresario inmobiliario y arquitecto Daniel Chain.

Osvaldo Guerrica Echevarría, arquitecto y presidente de la Asociación Amigos del Lago de Palermo, alerta a Tiempo Argentino que "el auge de la construcción en propiedad horizontal, ya sea entre medianeras o en edificios de perímetro libre (torres), impermeabilizó la mayor parte de la entonces superficie absorbente sobre predios privados con nuevas construcciones".

El especialista recuerda que el Código de Planeamiento Urbano de 1977 indicaba la existencia de un pulmón de manzana absorbente; "pero esta obligación dejó de existir en las zonas más densamente pobladas y desde hace más de 20 años se permite construir sobre planta baja en cada parcela, perdiendo así la permeabilidad en el pulmón de manzana". A esto se le suma que durante el siglo XX se redujo la cantidad de espacios verdes públicos parquizados en más de 50 hectáreas (de 7 m2/habitante se pasó a menos de 2) y con ello, además del disfrute para la gente, "se constituyó en una sensible pérdida de superficie absorbente".

Guerrica Echevarría recordó que la construcción "implica excavaciones de entre 30 y 40 metros de profundidad que sobrepasan largamente las dos primeras napas de agua. Es a través de estas napas, que los terrenos aún absorbentes acumulan el agua y la envían al estuario. La red de bases de hormigón construidas constituye -subterráneamente- un verdadero dique a la evacuación de las aguas de lluvia retrasando, y muchas veces impidiendo, el escurrimiento". También las torres acentúan la densificación urbana en términos impredeciblemente negativos, ya que el aumento de la cantidad de personas va acompañado del aumento en la cantidad de vehículos. "Las cañerías pueden tener mayor diámetro, los cables transportar más voltios, pero las calles no pueden aumentar sus dimensiones. El barrio de Belgrano es un ejemplo típico de profusión indiscriminada de torres donde las calles son intransitables", finalizó el especialista.


COMENTARIOS