Un clásico: la Biblioteca Antonio Devoto

La Biblioteca Antonio Devoto es un clásico del barrio, fue fundada en 1938 y desde entonces es central en la vida de muchos vecinos. Alberga 40 mil volúmenes.

La Biblioteca Antonio Devoto queda frente a la Plaza Arenales, más conocida como la plaza Devoto, y a pasos del Hospital Zubizarreta. El terreno fue cedido por Antonio Devoto, el impulsor del barrio, para que se erigiese allí una biblioteca. Inaugurada en 1938, lleva el nombre del italiano y es una de las más representativas entre las 30 bibliotecas públicas de la Ciudad de Buenos Aires.

“Cuando nació, la biblioteca dependía del área de Educación y varios años después quedó en la órbita de Cultura”, cuenta a Diario Z Claudia Serra, la jefa de Biblioteca. De allí que muchos libros tengan dos sellos: aquellos que integraron el primer fondo cuando la inauguraron, volvieron a inventariarse cuando se pasó de Educación a Cultura.

Hoy, la biblioteca tiene unos 40 mil ejemplares, lo que la convierte en una de las de mayor caudal de textos entre las bibliotecas públicas porteñas. “Unos 30 mil volúmenes son obras para adultos, el resto es lectura para jóvenes”, dice Serra a Diario Z.

Para la adquisición de libros el procedimiento es igual en todas las bibliotecas de la Ciudad, “La Dirección General del Libro adquiere el material y lo distribuye entre las bibliotecas”, cuenta a Diario Z la encargada. “Donaciones se reciben, pero según algunos parámetros. No recibimos libros en mal estado ni enciclopedias, porque ya hay. Sí aceptamos aquello que enriquezca el catálogo, incluso si es un libro del que tenemos un ejemplar, nos sirve, para que si uno circula, el otro esté disponible aquí”.

La Biblioteca Antonio Devoto fue escenario de varios programas de televisión, culturales y de ficción como “Los simuladores”.

Cualquier persona puede acercarse a consultar libros en la sala de lectura general o en la silenciosa. “Muchos vienen a consultar material de estudio o simplemente a leer, buscan poder estar concentrados”, explica Serra a Diario Z.

La consulta de textos es gratuita, igual que el retiro de libros, si bien en este caso hay condiciones. “Hay que tener domicilio en la ciudad, venir con fotocopia del DNI y de un servicio, para constatar la dirección, y las mismas fotocopias de otra persona para tener como contacto si se demora la devolución de un libro”, explica Serra. Actualmente hay unos cinco mil socios.

Entre el público que concurre hay “desde chicos muy pequeños a los que los padres les inculcan la lectura como hábito, y personas mayores muy habituadas a venir. Quienes no se adaptaron al catálogo on line y piden consultar el viejo fichero”, cuenta Serra a Diario Z.

“La biblioteca siempre estuvo y seguirá estando. El placer por lo literario es muy fuerte. Muchos vienen porque el precio de los libros los complica. La lectura aquí es un hábito del que no se desprenden, incluso habiendo internet para consultar temas de estudio”, concluye Serra.


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