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- 11.06.2015
Dom La Nena: “mi música tiene una melancolía feliz”
Por Sebastián Scigliano
Con asombrosa precocidad, a sus escuetos 25 años Dom La Nena está presentando su segundo disco, Soyo – que produjo junto al brasileño Marcelo Camelo – luego de que su debut, Ella, la instalara rápidamente como una ascendente promesa del neo folk internacional. Natural de Porto Alegre, con adolescencia porteña y presente francés, esa mezcla de culturas es parte inevitable de su música, de la que ahora dice sentirse mucho más segura. Toca mañana en Santos 4040 y el domingo en el Centro Cultural Kirchner.
Pasante buena parte de tu adolescencia y de tu formación musical en Buenos Aires. ¿Qué te pasa cada vez que volvés?
Buenos Aires para mí es la primera ciudad que me dio una independencia muy fuerte en mi vida, por haber salido de casas por primera vez y en el momento en el que lo hice, sin haber planeado nada, mucho antes de lo que pensaba. Por eso es una ciudad que me marcó mucho, porque me arriesgué a que funcione. Tenía 13 años, sola y sin saber qué iba pasar y el cariño que le tengo a la ciudad, a la cultura y a la gente de Buenos Aires es por el hecho de haberme recibido tan bien, de haber sido tan acogedor como lugar.
Es parte de tu identidad eso, también, relacionarte con los lugares por lo que pasas.
Sí, no se decir muy bien si soy brasilera o francesa o argentina, cuando la gente me pregunta, pero para mí Argentina no es algo extraño, es parte mío.
¿Cómo aparece Buenos Aires en tu música?
Se puede decir que Buenos Aires tiene algo de melancolía, pero es al mismo tiempo feliz. Y mi música puede decirse que tiene una melancolía feliz, alegre. Siempre me marcó mucho la experiencia allá, porque a diferencia de Brasil, por ejemplo, o incluso ahora en Francia, donde hay una crisis bastante importante también, la gente siempre afronta los problemas con felicidad. Yo llegué a Buenos Aires justo después del “corralito”, así que era una época difícil. Hoy en Brasil, por ejemplo, a nadie se le ocurriría construir algo como el Centro Cultural Kirchner. En Argentina parece que siempre hay ganas de querer salir, de moverse, de cultivarse, por más que estén en situaciones difíciles. Y creo que en mi música hay algo de esa melancolía feliz de Buenos Aires y de la cultura argentina.
También el hecho de haberte movido tanto, entre Brasil, Argentina y Francia hace de tu música una cosa especial.
Obviamente, en lo más profundo puedo decir qué sí me siento brasilera, pero creo que realmente soy una mezcla se esas tres culturas y cada una tiene su razón para haberme marcado muy fuerte, más allá de que yo haya elegido eso. Es algo que está muy presente en mí.
Este segundo disco, Soyo, parece ser más propio, más pensado por vos en su totalidad. ¿Cómo te suena en vivo?
Me siento mucho más segura. Toqué mucho Ella, el primer disco, en vivo, y ya venía tocando los temas de Soyo. Al principio pensaba armar una banda y hacer algo más “convencional”, y después de algunos intentos me di cuenta de que quería seguir sola y empecé a encontrar maneras de agregar instrumentos y de cambiar, de no hacer el mismo show que hacía con Ella, pero sola todavía en el escenario. Fue algo bastante sorprendente para mí, porque empecé a tocar elementos de batería, o percusiones, o guitarras, instrumentos que en realidad toco muy mal (risas), pero creo que por haber tocado Ella mucho en vivo, hoy es una fiesta hacer un show, no tengo más esa angustia de la fragilidad que tenía antes.
Eso es parte de madurar, también.
Lo mismo pasó con el disco, a la hora de componerlo y de hacerlo, con Marcelo Camelo, claro, que es con quien lo hice. Tenía mucha menos aprehensión, me angustiaba menos, como que ya conocía el camino.
Esas variantes de instrumentos en vivo te sacan un poco de la centralidad el chelo, que es el instrumento que te identifica.
Lo hago en el disco también, toco muchos instrumentos. En el escenario trato de no quedarme con el chelo para darle también dinámica al set. Es un riesgo que me gusta tomar.
¿Qué expectativas te genera tocar en un lugar como el CCK?
Es increíble que se pueda hacer hoy un lugar así en América Latina. Es hermoso y me parece muy emocionante. El otro día ví que ponían en Facebook que en tres o cuatro días habían pasado casi 30 mil personas. Es impresionante eso.
¿Qué sigue en tu carrera?
Todo el año voy a estar presentando el disco, incluso creo que hasta mitad del año que viene. Tengo otro proyecto, que se llama Bird on the wire, junto con otra cantante, Rosemary Standley, en el que hacemos versiones desde Violeta Parra hasta Leonard Cohen, de todo, y con ese proyecto también estamos de gira este año. Y ya estoy construyendo lo que viene, que todavía está acá, adentro de mi cabeza. Pero sigue por el lado de profanizar el violonchelo, de sacarlo del lugar esperado, y se trata de ver hasta dónde puedo llegar con eso.
Con asombrosa precocidad, a sus escuetos 25 años Dom La Nena está presentando su segundo disco, Soyo – que produjo junto al brasileño Marcelo Camelo – luego de que su debut, Ella, la instalara rápidamente como una ascendente promesa del neo folk internacional. Natural de Porto Alegre, con adolescencia porteña y presente francés, esa mezcla de culturas es parte inevitable de su música, de la que ahora dice sentirse mucho más segura. Toca mañana en Santos 4040 y el domingo en el Centro Cultural Kirchner.
Pasante buena parte de tu adolescencia y de tu formación musical en Buenos Aires. ¿Qué te pasa cada vez que volvés?
Buenos Aires para mí es la primera ciudad que me dio una independencia muy fuerte en mi vida, por haber salido de casas por primera vez y en el momento en el que lo hice, sin haber planeado nada, mucho antes de lo que pensaba. Por eso es una ciudad que me marcó mucho, porque me arriesgué a que funcione. Tenía 13 años, sola y sin saber qué iba pasar y el cariño que le tengo a la ciudad, a la cultura y a la gente de Buenos Aires es por el hecho de haberme recibido tan bien, de haber sido tan acogedor como lugar.
Es parte de tu identidad eso, también, relacionarte con los lugares por lo que pasas.
Sí, no se decir muy bien si soy brasilera o francesa o argentina, cuando la gente me pregunta, pero para mí Argentina no es algo extraño, es parte mío.
¿Cómo aparece Buenos Aires en tu música?
Se puede decir que Buenos Aires tiene algo de melancolía, pero es al mismo tiempo feliz. Y mi música puede decirse que tiene una melancolía feliz, alegre. Siempre me marcó mucho la experiencia allá, porque a diferencia de Brasil, por ejemplo, o incluso ahora en Francia, donde hay una crisis bastante importante también, la gente siempre afronta los problemas con felicidad. Yo llegué a Buenos Aires justo después del “corralito”, así que era una época difícil. Hoy en Brasil, por ejemplo, a nadie se le ocurriría construir algo como el Centro Cultural Kirchner. En Argentina parece que siempre hay ganas de querer salir, de moverse, de cultivarse, por más que estén en situaciones difíciles. Y creo que en mi música hay algo de esa melancolía feliz de Buenos Aires y de la cultura argentina.
También el hecho de haberte movido tanto, entre Brasil, Argentina y Francia hace de tu música una cosa especial.
Obviamente, en lo más profundo puedo decir qué sí me siento brasilera, pero creo que realmente soy una mezcla se esas tres culturas y cada una tiene su razón para haberme marcado muy fuerte, más allá de que yo haya elegido eso. Es algo que está muy presente en mí.
Este segundo disco, Soyo, parece ser más propio, más pensado por vos en su totalidad. ¿Cómo te suena en vivo?
Me siento mucho más segura. Toqué mucho Ella, el primer disco, en vivo, y ya venía tocando los temas de Soyo. Al principio pensaba armar una banda y hacer algo más “convencional”, y después de algunos intentos me di cuenta de que quería seguir sola y empecé a encontrar maneras de agregar instrumentos y de cambiar, de no hacer el mismo show que hacía con Ella, pero sola todavía en el escenario. Fue algo bastante sorprendente para mí, porque empecé a tocar elementos de batería, o percusiones, o guitarras, instrumentos que en realidad toco muy mal (risas), pero creo que por haber tocado Ella mucho en vivo, hoy es una fiesta hacer un show, no tengo más esa angustia de la fragilidad que tenía antes.
Eso es parte de madurar, también.
Lo mismo pasó con el disco, a la hora de componerlo y de hacerlo, con Marcelo Camelo, claro, que es con quien lo hice. Tenía mucha menos aprehensión, me angustiaba menos, como que ya conocía el camino.
Esas variantes de instrumentos en vivo te sacan un poco de la centralidad el chelo, que es el instrumento que te identifica.
Lo hago en el disco también, toco muchos instrumentos. En el escenario trato de no quedarme con el chelo para darle también dinámica al set. Es un riesgo que me gusta tomar.
¿Qué expectativas te genera tocar en un lugar como el CCK?
Es increíble que se pueda hacer hoy un lugar así en América Latina. Es hermoso y me parece muy emocionante. El otro día ví que ponían en Facebook que en tres o cuatro días habían pasado casi 30 mil personas. Es impresionante eso.
¿Qué sigue en tu carrera?
Todo el año voy a estar presentando el disco, incluso creo que hasta mitad del año que viene. Tengo otro proyecto, que se llama Bird on the wire, junto con otra cantante, Rosemary Standley, en el que hacemos versiones desde Violeta Parra hasta Leonard Cohen, de todo, y con ese proyecto también estamos de gira este año. Y ya estoy construyendo lo que viene, que todavía está acá, adentro de mi cabeza. Pero sigue por el lado de profanizar el violonchelo, de sacarlo del lugar esperado, y se trata de ver hasta dónde puedo llegar con eso.
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