Pánico y Furia en la Campaña

A medianoche del día de hoy (o a las 0:00 del día de mañana, nunca sé cual es la manera correcta de decirlo) vence el plazo para la constitución de alianzas entre partidos políticos; el día 20 de junio vence el plazo para el cierre de listas. Estamos viviendo los momentos más determinantes hasta las PASO. Estamos viviendo en estos días lo que podemos decir es el momento “Pánico y Furia en Las Vegas” de la campaña. (Después de todo, uno recuerda las obras de “periodismo gonzo” de Hunter S. Thompson por su psicodelia fortalecida a base de LSD, pero en la obra de Thompson la política es una fuente de alucinaciones y sabiduría casi tan importante como las drogas: Thompson cubrió la Convención Demócrata de 1968, la campaña de Nixon en 1972 y el origen de la novela cuyo título es citado en esta nota es un viaje a Las Vegas realizado con el prominente activista chicano Oscar Acosta en el marco de una campaña contra la violencia policial.)

A partir de hoy y hasta el día 20 la Argentina se dividirá en dos países. No, no un país de kirchneristas y uno de antikirchneristas. La frontera entre ambos países ya están disolviéndose (si alguna vez existieron) a medida que nos acercamos a las elecciones. Habrá un país en donde la gente normal se levanta a la mañana, envía sus hijos e hijas a la escuela, almuerza un sánguche en la oficina o vuelve a su casa, duerme o no la siesta, va o no al gimnasio, cena o no con amigos, se va o no al a cama temprano … y un país mucho menor en población pero no menos intenso, en donde sus habitantes no duermen, no ven (mucho) a sus hijos, no comen a ninguna hora fija, se alimentan casi exclusivamente a base de pizza y empanadas, no ven a sus amigos/as y no se mueven de domicilio salvo que lleven con sí un cargador de celular, y ponen, en síntesis, todo lo demás en suspenso hasta el 21 de junio. Estas personas son las que están involucradas en “el cierre”. Ese es el país del pánico y la furia. El primer país no sabe que el segundo existe, pero les aseguro que está ahí.

En la ciudad en donde usted vive, señora y señor, hay en este mismo momento grupos de personas reunidas en restaurantes, cafés, oficinas, despachos, comités y unidades básicas, “cerrando”. Y esto se replica en todas las provincias del país. Fuentes calificadas dicen que están en este mismo momento reunidos en el hotel NH de Capital Federal Sergio Massa y los armadores de la campaña de Mauricio Macri resolviendo el cierre de una alianza para las listas de diputados nacionales por la provincia de Buenos Aires (¿tres o cinco diputados para el Frente Renovador? ¿Va o no va Malena Galmarini?). Pero éste es sólo el cierre de alianzas de mayor perfil: como éste hay decenas más que se están llevando a cabo ahora mismo. Sé dónde hay una de esas reuniones ahora mismo en mi propia ciudad.

Y van a seguir estando en reuniones similares (conectadas entre sí, además, por horas y horas de pulsos telefónicos) hasta el miércoles que viene.

Porque hay algunas reglas ineludibles para los cierres de listas : primero, las listas se cierran todas en el último segundo del último minuto posible; segunda, nadie se levanta de la negociación hasta ese segundo de ese minuto; tercero, mientras se cierran se consumen pizzas y empanadas, café y mate; cuarto, todos los involucrados en la negociación acompañan las listas hasta el momento en que las mismas se presentan en la mesa de entradas--se conocen casos en que los candidatos fueron cambiados en los metros que separan el taxi de la puerta.

Cerrar listas es trabajoso. Cerrar listas es alienante. Cerrar listas es estresante. Cerrar listas es, también, importante.

Porque una lista es, en definitiva, el menú que una alianza o partido le ofrecerá a la sociedad y le dirá “voten por nosotros, estos somos los que somos.” Y esto no es poca cosa en una democracia.

Ojalá todos podamos participar en algún momento en algún cierre de listas. No necesariamente de una campaña presidencial o nacional. Alcanza con un cierre de listas de un centro de estudiantes secundarios, o de un colegio profesional, o de concejales, o de cooperativa de energía eléctrica. Así podríamos ver que negociar no es fácil, y tomar decisiones de este tipo tampoco, y que las soluciones mágicas no existen. Y que los dos países no están tan lejos como parecen.


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