En Floresta usan una fábrica quemada como depósito

En Floresta usan una fábrica quemada como depósito, el edificio opera en ruinas, poniendo en riesgo a vecinos y empleados. A pesar de las denuncias y de una carta enviada a Macri, el lugar nunca fue cerrado.

En la calle Magariños Cervantes 3844, del barrio de Floresta, donde muchos años atrás funcionaba la fábrica de Odol, se sostiene en ruinas, un edificio de tres naves. Entre paredes derrumbadas, escaleras sin terminar y fierros retorcidos, una decena de empleados trabajan moviendo cajas que contienen desde juguetes, artículos del hogar y papelería, hasta relojes y objetos de librería.

En 2008 un incendio de gran magnitud consumió buena parte del depósito de la firma importadora Soifer Hermanos. No hubo refacciones en el lugar y la distribuidora de importados continuó operando allí, a pesar de que en 2011 un grupo de inspectores tomó fotos y elaboró varias actas que justificaban la clausura. Nunca pudieron entrar al lugar dado que los representantes de la compañía lo impidieron. Sólo alcanzaron ese año a poner la faja de clausura por fuera, pero tampoco surtió efecto.

Hubo varios llamados telefónicos de autoridades porteñas para detener las inspecciones al lugar. Y la causa desapareció, de un día para el otro, de la agenda. Instalación de iluminación precaria, cajas en la zona donde se produjo el fuego y montacargas con puertas abiertas sin carro arrojó el informe que realizaron los inspectores en el lugar, además de que no se observó cinta de peligro para prohibir el ingreso.

De hecho, la propia Subsecretaría de Trabajo había resuelto la clausura, que nunca se hizo efectiva. En retrospectiva, la historia de la fábrica-depósito en ruinas y las denuncias de los vecinos ya venía presentando irregularidades de su inicio mismo. La primera queja sobre este lugar empezó con una carta anónima que envió una trabajadora del lugar directamente al Jefe de Gobierno porteño Mauricio Macri que no respondió la misiva pero derivó el caso a organismos técnicos.

El pedido del correo electrónico de la trabajadora era desesperado: “Quince minutos diarios para refrigerio, seguridad por trabajo en lugar de riesgo, carnet de ART, hay personal de agencia trabajando hace ya muchos años pero sin contrato”, rezaba el texto. Inicialmente, el Gobierno de la Ciudad ensayó una especie de contención, que no se tradujo en ninguna medida concreta.


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