Pintan murales para homenajear a vecinos

Desde hace un tiempo se pueden observar murales en todos los barrios que homenajean a vecinos fallecidos.

El arte comenzó a contar historias de la calle y de los barrios a través de murales. Vidas de vecinos comunes retratados a la vista de todos, que de alguna manera los inmortaliza. Muchas veces son obras de amigos o familiares de la víctima y otras de artistas que se comprometen con la causa.

La movida es medianamente nueva en la Ciudad de Buenos Aires, pero lleva mucho más tiempo en ciudades latinoamericanas: murales de hombres y mujeres comunes que perdieron la vida. Sea en casos de gatillo fácil, en accidentes, en desapariciones forzosas, por enfermedades o víctimas de la inseguridad y de la violencia.

Martín Ron lleva años pintando en la calle. Es uno de los diez mejores muralistas del mundo. Y dice que si a los vecinos se les preguntara qué obra le encargarían a un artista, la gran mayoría pediría un retrato de un amigo o familiar fallecido.

“Por ahí todavía no están tan visibles en la calle. No hay muchos, pero como idea, en la cabeza, todos tienen a flor de piel homenajear a alguien en la pared”, cuenta Ron a Clarín. Ron y los artistas callejeros lo notan cada vez que salen a pintar a la calle: nunca falta el vecino que se acerca con una foto para pedir un mural de algún ser querido que acaba de fallecer.

En el barrio de Floresta hay varios murales que recuerdan a vecinos que ya no están. En Jonte y Mercedes una pintada homeajea a los socios de All Boys desaparecidos durante la última dictadura cívico militar.

También hay paredes que recuerdan a otros vecinos. Uno sobre las vías del Sarmiento, cerca de la estación Floresta, y la otra, a metros del Polideportivo Pomar. Maximiliano Tasca, Cristian Gómez y Adrián Matassa fueron asesinados el 29 de diciembre de 2001 por el ex policía Juan de Dios Velaztiqui, en el caso conocido como “La Masacre de Floresta”. Hoy están retratados en el barrio.

Marcelo Reta nació y vive en Floresta. Además de vecino es Secretario de actas de All Boys. “Recordarlos es una toma de posición, del barrio y del club”, cuenta a Clarín. “Es no olvidarlos. En la esquina que recuerda a los desaparecidos podríamos haber colocado una publicidad para ganar plata. Lo mismo adentro de la cancha con los chicos de la masacre de 2001. Son posiciones que unen a vecinos y socios, y te hacen sentir bien”.

“El mural genera esa sensación de que hacés trascender al homenajeado”, cuenta Ron. Es una forma de inmortalizarlo, que la historia quede viva y tenga exposición. “Que los artistas nos prestemos a ilustrar las cosas que pasan en los barrios está buenísimo. Si la historia te llega, la sentiste y conectaste, les hacés el regalo a los vecinos. Es una manera de llevar alegría al barrio y de mantener viva una causa, porque en muchos casos se trata de injusticias. Pintar historias de los barrios es una manera de que el arte llegue al corazón”, concluye Ron a Clarín.


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