Festival Wákala: “Buscamos producir otros estímulos”

Por Sebastián Scigliano
De a poco y a pulmón, un grupo de bandas, actores, artistas y performers le está dando vida al festival Wákala, una experiencia que empezó para difundir el sello del mismo nombre pero que ya es un colectivo mutante de creatividad. La primera versión, el año pasado, tuvo un éxtio sopresivo; esta vez dos de sus organizadores, Julián Nugnes y Nacho Suso, le contaron a Nueva Ciudad de qué va la segunda vuelta, este sábado, en el Teatro Verdi de La Boca.

¿Qué es Wákala?
Julián Nugnes: Es un sello discográfico que arrancó hace más o menos diez años, entre varias bandas amigas de Quilmes. Ahí empezamos a grabar nuestros discos. Armamos a pulmón un estudio muy chiquito, que fue creciendo, con más bandas, y se fue armando como una hermandad que fue circundando eso, chicas que hacían ropa, artistas plásticos que hacían tatuajes, grafiteros y nos fuimos retroalimentando; por ejemplo, alguno de los artistas hacía las tapas de los discos, fuimos armando como una producción colectiva. Y el año pasado decidimos convertirlo en un festival, para darle un poco más de difusión al sello y para juntar a todas esas bandas que siempre estamos tocando en diferentes lugares, por la nuestra, y también, para abrir el juego, invitar a toda esa gente que nos ayudó, algunos ya con una carrera hecha y hacer algo juntos, con un concepto que aúne a esas cosas, que esta vez es el banquete. El del año pasado nos sorprendió: fue en el Matienzo, vendimos y quedó más de una cuadra de gente afuera.

Nacho Suso: Hay dos chicas que están a cargo de la curaduría artística, que son Romina Orazi y Sofía Sagle, que están trabajando hace como dos meses con 30 artistas. La consigna es preparar una obra que tenga relación con un banquete. La instalación va a ser un banquete. En la entrada del teatro va a haber una mesa y a cada artista se le dio una bandeja con la que tiene que preparar una obra. No es algo aislado, sino que todos trabajan con el mismo concepto. La escenografía también va a ser increíble, la está haciendo la gente de Proyecto Ritmo, que hacen cosas tremendas.

JN: los espectadores participan, de la obra, además, la pueden recorrer, pueden comer, en el caso de que la obra se pueda comer; va a haber un grupo de actores que hace una performance que guía al público, y lo pone en varias situaciones y van a estar vestidos como en El Banquete de Platón. Están dirigidos por Adrián Eros, un actor que trabaja en las obras de Jodorowsky, con un universo muy interesante. Más allá de ver las bandas y tomar algo, el público va a participar.

¿Cómo llegaron al Berdi?
NS: yo toqué con una banda el año pasado y me pareció increíble. Es un teatro que tiene 120 años y ya entrar a los camarines es alucinante. Hay un pasadizo que va por el subsuelo desde la entrada hasta los camarines, desde el que podés acceder a la parte de abajo del escenario. Está muy preparado para estas movidas. Tiene mucha historia, cantó Gardel ahí, ahí se fundó el Partido Comunista Argentino. Por 1890 era el centro de la ópera en Buenos Aires, venían un montón de cantantes europeos a cantar ahí. Lo gracioso es que una vez que se construyó la cancha de Boca a diez cuadras, el teatro empezó a decaer. Se fue viniendo abajo y el tipo que lo maneja nos contó que en los ´90 hasta se tuvo que meter adentro del teatro para que no lo desalojaran.

¿Cómo es armar la movida entre tantos artistas?
NS: es complicado poder manejar los intereses de todos. El que hace siempre es objeto de la mirada del otro, de la crítica. A veces tenés que tomar decisiones como que, si venís trabajando con seis bandas, por ahí sólo podés programar a cuatro, o que a alguien no le interesa tu propuesta en particular. Es un ejercicio de tolerancia.
JN: también es muy divertido, porque con la mayoría somos como hermanos, nos conocemos desde hace mucho. Hubo bandas que se fueron multiplicando, de una se armaron tres, por ejemplo, y siempre seguimos haciendo cosas juntos. Es mucho más divertido que hacer algo para mi banda, solamente.

Y desde lo artístico, ¿los influyen la gente con la que trabajan?
JN: Sí, un montón. En lo personal, por ejemplo, para este festival conocí a Adrián Quinteros, o Adrián Eros, que es un chico que me influye hasta cuando habla de cosas banales. Verlo hacer su arte y desarrollarse es también muy interesante, y es algo que va a influir a todos los que estamos participando, aún sin que lo sepamos. El evento en sí va a influir decisivamente en la obra de todos, como ya lo hizo el del año pasado.

NS: el festival del año pasado nos dio una lección sobre cómo hacer las cosas para que tengan un contenido, porque el primero fue un poco más acelerado, sin saber mucho a dónde estábamos yendo. Ahora queremos hacer algo que realmente muestre esa unión. El hecho de que, desde el primer momento, todos saben cuál es el concepto, pone a este festival en otro lugar.

JN: el año pasado el éxito de convocatoria también nos sobrepasó desde lo organizativo. Lo que hicimos ahora es que toda la gente que vio que la cosa funcionó, se puedan sumar a autogestionarnos, directamente y, desde lo artístico, tratar de que toda la obra sea inédita. Hay bandas, como Los Acetones, que van a presentar su video ahí, Los Pulpos presenta su disco ahí. Queremos usarlo como trampolín.

¿Por qué creen que tuvieron la repercusión que tuvieron el año pasado?
JN: como público, llega un momento que, de tantas opciones que tenés, incluso en tu propia casa, donde es cada vez más posible divertirse solo, el simple hecho de un show, incluso de alguien que viene de afuera, ya me parece poco, me deja con ganas de más. En cambio, este tipo de cosas te ofrecen otro abanico de posibilidades. Desde el primer momento, nuestra idea es que la gente que vaya se meta en otro mundo. Buscamos producir otros estímulos.

NS: de alguna manera, buscamos que la gente que venga se ponga en una situación de incomodidad con la que, bien o mal, se va a quedar pensando. Si vas a un lugar y ves que está pasando algo, que no es lo que pasa en todos los shows, te llevás algo más que si ves el show de una banda y listo. Cada vez más hay centros culturales por todos lados, por alguna razón, hay mucha más gente interesada en este tipo de cosas.

¿Con qué otras experiencias pueden relacionar lo que hacen?
JN: me acuerdo de cuando yo era chico, antes de Cromañón, inclusive, de las Fiestas Eróticas, en el Giesso, que realmente te hacían entrar en otro planeta. Seguramente, en los ´80, lo habrá hecho Chabán en el Parakultural. Y antes, el Di Tela, aunque por ahí con una mirada un poco más elitista. Pero la idea es la de recrear esos happenings, que lo estuvimos haciendo a menor escala en algunos centro culturales, aunque menos direccionados a la diversión, como ahora. No nos podemos quejar de la metrópolis en la que vivimos, todo el mundo que viene de afuera se queda maravillado con la cantidad de cosas que pasan acá y eso pasa desde siempre. Uno de nuestros planes es que se convierta en algo “tradicional”, que se instale.

NS: queremos seguir desarrollándolo y poder hacerlo mejor, con más recursos, que por ahora salen solamente de nuestros bolsillos. Igual, es lo que nos divierte, hacer cosas.


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