Griesa, Lord Jim y nuestros candidatos serios

En su novela Lord Jim, Joseph Conrad describe a un héroe que no fue. El personaje homónimo, un joven marinero que sueña con la gloria, abandona junto al resto de la tripulación la nave a su cargo por una avería que no logran solucionar, dejando a los pasajeros librados a su suerte. Ese momento de cobardía lo perseguirá durante el resto de su vida.

“Ahora hay que ir, sentarse en el tribunal de Griesa y lo que él termine diciendo, hay que hacerlo. Tenemos que ir y pagar.”

Mauricio Macri / Julio 2014

"Argentina tiene que normalizar su situación ante los mercados."

Sergio Massa / Julio 2014

“Creo que hay que sentarse con Griesa a negociar y arrimarle distintas alternativas para poder arreglar en el tiempo con bonos y efectivo. No hay mucho tiempo ni cosas para inventar.”

Ernesto Sanz / Julio 2014

"La audiencia de esta semana dejó totalmente en claro que Griesa no terminó de entender las transacciones de bonos sobre las que decidió durante años. (…) difícilmente pudo inspirar confianza en el sistema legal estadounidense."

Floyd Norris (New York Times) / Julio 2014

En su novela Lord Jim, Joseph Conrad describe a un héroe que no fue. El personaje homónimo, un joven marinero que sueña con la gloria, abandona junto al resto de la tripulación la nave a su cargo por una avería que no logran solucionar, dejando a los pasajeros librados a su suerte. Ese momento de cobardía lo perseguirá durante el resto de su vida.

Solemos juzgar a nuestros gobernantes por su gestión y por cómo ésta influye en nuestras vidas. Pero otra buena manera de hacerlo es analizar sus reacciones en situaciones límite, como la que vivió el marinero Jim en el océano Índico. Los diagnósticos en momentos críticos describen a un político tanto o más que su propia gestión en tiempos “normales”.

En 1982, Raúl Alfonsín se opuso a la acción militar en las Malvinas en un momento en el que el general Galtieri había logrado el apoyo del resto de la oposición. En pleno fervor por la recuperación de las islas, esa decisión pudo convertirlo en un paria. Sin embargo, lo posicionó como el gran opositor a la Dictadura luego de la derrota.

A principios del 2002, Duhalde lanzó junto a su ministra de Trabajo, Graciela Camaño, el notable Plan Jefas y Jefes. Las clases medias y altas, en pánico luego de la crisis que siguió a la huída de De la Rúa, hubieran aceptado soluciones represivas. Duhalde optó, en cambio, por un plan masivo de inclusión social. Una decisión acertada que, en gran medida, significó el primer paso hacia la salida de la crisis.

En junio de este año, la Corte Suprema de EEUU rechazó la apelación argentina, ratificando el fallo del juez Griesa a favor de los fondos Buitre. Esa decisión paralizó la estrategia del gobierno de encontrar un cierre negociado al canje de la deuda iniciado en el 2005, ya que el fallo impedía que la Argentina pagara a los bonistas reestructurados sin antes pagarle a los Buitre el valor nominal de los bonos en su poder. Pago que generaría, por la famosa cláusula RUFO, el inmediato reclamo de los bonistas que entraron al canje para obtener el mismo beneficio.

Seis meses más tarde, ya nadie defiende el fallo y casi todos acuerdan con el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz que se trata de “una bomba contra el propio sistema económico global” y que, además de ignorar 30 años de jurisprudencia pacífica de deudas soberanas, “la inédita interpretación del juez permitiría que un sólo acreedor frene una reestructuración”, tal como señaló el propio gobierno de EEUU.

Retomando el paralelismo con la novela de Conrad, hoy sabemos que la nave averiada podía resistir y ser rescatada por otro barco, pero en julio no parecía seguro. Por eso es interesante leer qué opinaban en ese momento crítico quienes se postulan para gobernarnos y comparar sus diagnósticos no con los de aguerridos militantes anti-globalización sino con lo que opinaba el New York Times o un premio Nobel de Economía, mientras el gobierno buscaba apoyos políticos internacionales y definía una estrategia jurídica a seguir.

Quienes proponen una Argentina previsible y seria aplaudieron un fallo “jurídicamente extravagante y técnicamente defectuoso”, como lo calificó Sebastián Soler, especialista en el tema: “¿De qué clase de seguridad jurídica hablamos si un juez de Nueva York puede con su fallo impedir el pago de bonos emitidos por Argentina denominados en euros, gobernados por ley inglesa, pagaderos por un banco de Luxemburgo a bonistas con domicilio en Bélgica?”.

Además, por simple ignorancia o cálculo político liliputiense, aceptaron embarcar al país en un ruinoso efecto dominó.

Dos buenas razones para dejar en manos de otros marineros los destinos de nuestra embarcación.


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