“Change.org mejora las estructuras de relaciones de poder que hoy no funcionan”

Change.org es una plataforma que surgió en Estados Unidos a raíz de la discriminación que sufría en su escuela el hermano de uno de sus creadores, Ben Rattray, por ser gay. Comenzaron juntando firmas por Facebook para reclamar al sistema educativo de la ciudad estadounidense de California una respuesta ante el conflicto. Esta iniciativa empezó a expandirse en distintos país de habla inglesa y se convirtió en la plataforma que hoy conocemos. En 2011, se conformó Change en español y un año después llegó a nuestro país.

Por Leila Lobos y Sebastián De Toma

Nueva Ciudad mantuvo una charla con Gastón Wright, responsable de Change.org de Argentina y Licenciado en Ciencia Política (UBA), donde cuenta de qué se la plataforma, cuáles son las normas de las peticiones y qué impacto tienen en la sociedad.

¿Cuál es su trabajo diario, a qué se dedican?

La razón por la cual tenemos gente trabajando en Change.org es básicamente lograr que esas peticiones que sube la gente puedan tener una exposición interesante dentro del público que firma y comparte peticiones. Es decir, ante una petición lo que hacemos es darle visibilidad a través de diferentes canales: uno de ellos es la home de Change.org, donde la gente entra y firma. Otro canal son los medios sociales donde Change.org tiene un perfil y el otro punto de apoyo que le damos al peticionario es comunicar el pedido por correo electrónico, a través de un envío que hace Change a determinados usuarios de Argentina que creemos pueden estar interesados en esa temática.

Eso no quiere decir que hagamos eso con todas las peticiones. En algunos casos el usuario ha entendido muy bien cómo usar la plataforma, mueve las peticiones en medios sociales de una manera increíble y a veces no necesita que Change.org la mande por mail porque conocen muy bien como viralizarlo. Hay usuarios que tienen menos herramientas y es ahí donde nosotros charlamos con el usuario y lo ayudamos a que esa petición llegue a mucha gente.

¿Hay alguna experiencia que recuerde para ejemplificar el trabajo en Change.org?

Si, un ejemplo muy concreto es el de María Victoria, una señora de alrededor de 60 años, de 25 de Mayo, un pueblo de la Provincia de Buenos Aires. Hacía cuatro años que estaba tramitando la Pensión por Viudez de su marido. En Argentina hay un problema con la demora, son entre tres y cuatro años hasta que te salga. Ella hizo todo lo que tenía que hacer y no obtuvo respuesta. Al ser usuaria de Change.org, firmaba peticiones y demás. Un día dijo: “Voy a hacer una petición por mi tema, que es: ´Quiero que me paguen la pensión´”.

Y no la hizo en términos de “necesito la pensión” o “está muy mal que no me paguen la pensión”. La escribió de tal manera que a la persona que lee el texto le genera empatía directa con María Victoria. El texto decía: “Lo que hubiera querido mi marido es que con esta pensión mis hijas pudieran estudiar en Buenos Aires. Yo tengo dos hijas que lo están haciendo y esta pensión serviría para pagar el alquiler del departamento que tanto me cuesta mantener todos los días”. Su descripción fue corta, simple y con el lenguaje de ella.

Nos pareció una historia interesante, porque lo que buscamos en Change como perspectiva de cambio social es que la gente pueda entender que un ciudadano en 25 de Mayo se puede enfrentar con la burocracia del Estado de la Provincia de Buenos Aires si consigue que otras personas lo apoyen. Lanzó la petición, con su Facebook reunió las primeras ciento y pico de firmas, y nosotros lo único que tuvimos que hacer fue publicarlo en la home, mandarlo por mail a algunos usuarios y consiguió las primeras 10 mil firmas. Se pusieron en contacto con ella desde la gobernación de La Plata diciendo que esta petición estaba dañando la imagen del gobernador.

Luego llegó a las treinta y pico mil firmas y recibió una llamada telefónica del Instituto Provincial de Seguridad Social diciendo que el viernes pase por el Banco Provincia a buscar el cheque. Efectivamente va y busca el cheque.

Esa historia aislada cuenta cómo una persona utilizando una plataforma de presión social, de movilización on-line, puede generar un efecto directo sobre un beneficio que ella tenía por derecho. Pero una de las razones por las que nosotros a veces elegimos ese tipo de peticiones para darlas a conocer, es que tienen que ver con problemas que tienen muchos argentinos y, en este caso, mucha gente de la Provincia de Buenos Aires. Y después de que María Victoria ganó esa petición y mandó el mail contando el logro, durante esa semana se crearon 120 peticiones iguales a la de ella, donde la gente copiaba el original, cambiaba el nombre y lo dirigía al mismo destinatario. Entonces, esa es un poco la razón de ser del por qué tenemos un equipo de campañas que da apoyo a los usuarios para que sus peticiones puedan tener mayor visibilidad.

¿Cuál es el criterio? ¿Qué peticiones no darían a conocer? ¿Tiene alguna política para bajar peticiones?

Change es una plataforma agnóstica, no tenemos una agenda sobre temas particulares. Por ejemplo, si viene una petición a favor de la energía nuclear y otra en contra, nuestra posición sobre eso sería que ambas son válidas. Lo que si tenemos son términos de uso muy claros en donde peticiones que utilizan un lenguaje discriminatorio, fotos inapropiadas, peticiones que claramente apuntan a cosas negativas como: “No queremos la energía nuclear, destruyamos Atucha I y pongámosle una bomba para que estalle por el aire”, esa petición sí la bajaríamos.

El tema es el lenguaje que se utiliza, la manera en que está planteada. Nosotros a veces tenemos que salirnos de nuestro mundo, como gente que trabaja en esto y pensar a veces con una mentalidad extremadamente abierta.

¿Existe algún tipo de petición en que la no publicación sea la norma?

No, pero sí hay peticiones que nosotros abiertamente no promocionamos con usuarios, pero sí hay muchas en Change. Son peticiones que crean políticos o partidos políticos y que están vinculadas a un tema de agenda de ellos y lo usan para generar apoyo.

Se está usando mucho ahora en Change que diputados o senadores crean peticiones de sus proyectos de ley para mostrárselos a otros diputados o senadores de las comisiones diciéndoles: “Mirá, tengo 25 mil firmas en Change de apoyo a esto”. Nos parece excelente que lo puedan usar y es un canal buenísimo de participación, pero nos parece que no es una agenda de cambio social, Change no puede estar mandando un mail partidista. No es el objetivo de Change, el fin es mostrar peticiones de gente como nosotros. Porque debido a las estructuras de poder que hay en las sociedades modernas es muy complicado que esa persona logre movilizar estructuras de poder muy complejas. Sí lo logran cuando ven que hay una presión social muy grande.

¿Crees que Change es una alternativa a los canales democráticos históricos? ¿Se puede caracterizar a la plataforma como una herramienta para realizar ciberactivismo?

Creo que la Argentina tiene que tener una mejor democracia. El que cree que estas plataformas reemplazan los canales democráticos está equivocado, porque lo que hacen es mejorar estructuras de relaciones de poder que evidentemente hoy no están funcionando. Esos canales están poco aceitados, lo que hace la tecnología y el acceso de los ciudadanos a firmar peticiones que están direccionadas a determinados funcionarios públicos es mejorar la calidad de esa democracia.

Pero esto no reemplaza ni es una forma nueva de participación ciudadana. La participación ciudadana existió en el siglo XVIII, en el siglo XIX y en el siglo XX. Si uno ve el proceso de participación ciudadana con la Revolución Industrial en Europa, la manera que tenían de participar los nuevos trabajadores era a través de los sindicatos que eran la nueva forma de hacer canalizar esas demandas. Hoy mucha gente que no siente que está representada por medio de los partidos o liderazgos tradicionales, reclama al gobierno por medio de la participación con este tipo de plataformas. No es mejor ni peor, es una manera aggiornada a las tecnologías que tenemos hoy de participación.

¿Cómo se relacionan con los medios que los consultan por peticiones que pueden ser consideradas polémicas, como la de solicitar que se dé marcha atrás con el nombramiento como personalidad de la música a Violetta?

Si, eso tiene que ver con el hecho de que Change es una plataforma neutral y funciona como tal. Es decir, es más parecido a YouTube que a una ONG que busca cambiar determinadas cosas. En ese sentido, hay espacio para este tipo de cosas y te podría nombrar otras también, como por ejemplo, que hay gente que usa Change para temas como: “Martín, pagá el asado del sábado”. Los amigos juntan firmas y arman una presión social sobre Martín. Eso convive con temas de los que uno podría decir que son pesados, por ejemplo: la hermana de un chico, Ezequiel, la semana pasada consiguió que por fin OSDE le diera la silla de ruedas.

Los medios a veces toman los temas que uno podría decir que son de “alta política”, o temas muy complejos como los de salud y las obras sociales. Pero también se han dado cuenta que eso no quiere decir que no haya otros temas, que no son tan serios, donde también la gente puede tener una opinión, como por ejemplo el petitorio de Violetta. No tenemos una postura con respecto a decir “esas peticiones no las vamos a mostrar”, sí las vamos a mostrar porque son parte de lo que los usuarios están firmando en la plataforma.

Si una petición cumple con las normas de lenguaje correcto y no discriminación pero el tema es, por ejemplo, “queremos que la calle Estado de Israel se llame Adolfo Hitler”. ¿Cómo lo resuelven? Y, ¿por qué?

La bajaríamos. Porque justamente detrás de esa palabra, detrás de esa cosmovisión hay claramente una idea de discriminación. Le pasó al equipo de Change en Alemania con una petición creada por un partido neo-nazi. Y fue una discusión que tuvo el equipo de ese país, se preguntaron: “¿La dejamos correr o la bajamos?”. Finalmente la bajaron, pensaron que “los creadores de esta petición tienen ideas que claramente discrimina a la gente, están a favor de hechos terribles que pasaron a la humanidad”. ¿Eso está explicitado como una frase en los términos de uso? No, todos los términos de uso son términos muy generales. Pero en el caso de estas cuestiones si, claramente la bajaríamos por el hecho de lo que implica esa frase.

¿Se acercaron partidos políticos a ofrecerles arreglos para promocionar sus peticiones?

No, lo que pasa es un poco al revés. Cuando los funcionarios ven peticiones en Change, lo primero que hacen es llamar para saber “cómo puedo arreglar con Change”. Lo que es muy interesante es que la respuesta nuestra es muy disruptiva para el político en la Argentina, porque el político en la Argentina está muy acostumbrado a la relación entre él y su partido y otra institución. La respuesta nuestra es: “No, con nosotros no tenés que arreglar absolutamente nada. La petición tiene un nombre y apellido del peticionario. Lo que nosotros podemos hacer es ponerte en contacto con él para que llegues a un acuerdo y le expliques por qué no podés hacer eso o por qué sí lo vas a hacer”. Eso sí pasa mucho, creen que la comunicación tiene que estar mediatizada por algún tipo de institución. Creo que eso es muy disruptivo.

¿Cómo se financian?

Nos financiamos a través de lo que se llaman “peticiones esponsoreadas” de organizaciones sociales exclusivamente, como Save The Children, Unicef o Human Rights Watch. Cualquier ONG grande crea peticiones en Change.org y lo que hacemos es mostrar esas peticiones a usuarios de nuestra plataforma. Es un modelo parecido al de la publicidad on-line pero en donde no hay una publicidad específica de esa ONG. Lo que hay es una petición de esa organización donde la gente firma y Change consigue fondos para poder seguir apoyando las campañas de gente común.

Tratamos que las ONGs con las que trabajamos sean conocidas por la gente. Generalmente dichas organizaciones necesitan niveles de transparencia muy grandes, y eso hace que para el usuario sea una experiencia buena el hecho de apoyar una campaña sponsoreada.

¿Qué planes tienen en Argentina de aquí en adelante?

El objetivo ambicioso es poder llegar al 10 por ciento de la población argentina en los próximos dos años, llegar a alrededor de 4 millones de usuarios. También queremos aumentar exponencialmente el número de victorias que se dan porque los usuarios entienden cómo utilizar bien la plataforma. Creo que eso se va a dar porque también hay un proceso de uso mucho más estratégico de Internet de la gente. Creo que eso va a ayudar a que muchas peticiones que hoy capaz no tienen el nivel de viralización que podrían tener, tengan un mayor nivel de viralización a través de Twitter, Facebook y otros medios sociales.


¿Qué diferencias hay entre Change y el resto de plataformas de crowdfunding, que se dedican a juntar dinero para distintos proyectos, en relación a buscar en el usuario una respuesta?

Hay una clara distinción, una plataforma de crowdfunding es diferente a una plataforma de movilización on-line. Nosotros compartimos este mismo edificio con Nobleza Obliga, que es una plataforma muy interesante de crowdfunding y muchas veces colaboramos: a gente que crea peticiones en Change muchas veces les decimos “si querés buscar fondos, lo mejor es que crees esto en Nobleza Obliga”.

En el sentido de buscar una respuesta del usuario, creo que está enmarcada dentro del mismo paradigma del fundraising tradicional que era: “Yo tengo un problema – sea organización o individuo – y le pido dinero a determinada empresa o determinada fundación”. El crowdfunding en Internet lo que hace es cambiar, dar vuelta eso, y que esa organización o esa persona inspire a otros individuos a dar fondos para su causa.

Estas plataformas democratizan el acceso a ese tipo de recursos. Yo hablo siempre de esta cuestión de democratizar el acceso a los recursos con el crowdfunding. Creo que el caso de Change es exactamente lo mismo pero para las campañas de movilización social o de presión social. Si antes una persona, o grupo de personas, tenía que estar mediado por una institución para llegar, por ejemplo, a presionar a un grupo de senadores o diputados para que se vote una ley, ahora con plataformas como Change.org pueden llegar directamente a esos funcionarios o legisladores.


 


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