Una agenda para el kirchnerismo de la Ciudad de Buenos Aires

En la primera columna para Nueva Ciudad dejamos algunas notas sobre las bases de la dominancia del PRO en la ciudad de Buenos Aires. No cabe ninguna duda de que ganar el gobierno de la CABA será una tarea ardua para cualquiera de los partidos de la oposición. Pero tampoco, creemos, debería ser una tarea imposible.

En la primera columna para Nueva Ciudad dejamos algunas notas sobre las bases de la dominancia del PRO en la ciudad de Buenos Aires. No cabe ninguna duda de que ganar el gobierno de la CABA será una tarea ardua para cualquiera de los partidos de la oposición. Pero tampoco, creemos, debería ser una tarea imposible.

Es tiempo, en todo caso, de desechar las viejas certezas y revisar, como dicen los norteamericanos, los fundamentals: hacer un balance desapasionado de fortalezas y debilidades opositoras. Sugerimos las siguientes líneas de acción.

1. Definir el propio territorio.

En la Argentina de hoy, la política tiene un inherente componente territorial, es decir, el éxito o fracaso político está predicado, entre otras cosas, en la presencia efectiva de la organización política en aquellas áreas donde viven sus votantes. El sesgo territorial es si se quiere aún mas marcado en los gobiernos locales, ya que los habitantes de las ciudades y territorios ven a sus funcionarios locales como, fundamentalmente, problem solvers y los juzgan en consecuencia. (Esto es así, nos dice Juan Pablo Luna, inclusive en Chile, donde existen los partidos políticos mejor institucionalizados del subcontinente.) Pero para poder cumplir este rol de solucionador de problemas efectivamente, los partidos deben estar en contacto con los ciudadanos/vecinos. Lo que estoy diciendo no es nada nuevo: en su momento de mayor esplendor, el partido radical tenía en la ciudad de Buenos Aires un Comité cada tres o cuatro manzanas y el mismo PRO, a pesar de todo su discurso sobre “la nueva política” y “el fin de los partidos” se ha esforzado en construir una red de locales en el sur de la ciudad. En este sentido, es interesante el despliegue territorial iniciado por las diversas agrupaciones del Frente para la Victoria, que abrieron en los últimos años una cantidad importante de locales en los barrios del sur y centro. Esta política debe continuarse.

Por supuesto, los recursos de los partidos opositores son siempre menores a los que disponen los partidos gobernantes. Por eso, la oposición tiene que definir en qué territorios de la ciudad concentrará los esfuerzos. Sabemos que en la última elección el PRO ganó en todos los barrios de la ciudad, pero un buen indicador podría ser elegir aquellos barrios en que la oposición logró achicar propocionalmente la distancia con el PRO. La menor brecha se dio en los barrios del Sur, aquí deberían concentrarse los esfuerzos.

2. Pensar coaliciones interclases

Aún haciéndose fuerte en el Sur de la CABA, la oposición necesitará crear una coalición más amplia. Para esto, no hay demasiadas opciones. O se intenta replicar la coalición macrista Norte-Sur (o sea, una coalición que pueda apelar a los barrios más ricos del Norte y a los más pobres del sur) o se intenta articular una coalición de los barrios del Sur con los más clásicamente de clase media en el centro de la Ciudad. Desde el punto de vista de una opción de izquierda democrática la última vía es la óptima. Esto obligará a ser creativos porque las alianzas entre clases medias y clases pobres no ha sido algo fácil de conseguir históricamente.

3. Apropiarse de una política pública

Este es una de las grandes fortalezas del PRO: definió de manera bastante temprana cuáles serían “sus” políticas públicas. El PRO concentró su actividad en tres áreas, creación de zonas económicas, transporte y seguridad, con remarcable consistencia. No queremos decir con esto que haya logrado siempre enormes éxitos o grandes impactos afectivos, pero sí que, como mínimo hizo lo mínimo en cada una de ellas como para poder desarrollar un discurso consistente. Sin embargo, hoy por hoy, no sabemos cuáles serán las áreas prioritarias para una eventual gestión opositora. ¿Salud? ¿Educación? ¿Vivienda? ¿Empleo juvenil? ¿Seguridad pública?

Sin embargo, para hacer esto es prioritario el último punto, o sea, ….

4. Escuchar

Este es el último pero también el primer consejo. Los sectores, para definirlos de algún modo, socialdemócratas de la ciudad viven una crisis de programa. Temáticas que fueron el eje de su identidad política, como la defensa de la educación y la salud pública, hoy tienen poca tracción política en la CABA; inversamente, temas que la coalición progresista siempre rechazó, como la criminalización de la pobreza, parecen ser de hecho premiados electoralmente. Esta crisis programática no se resolverá simplemente con publicidades en donde figuras de la cultura y las letras dan testimonio de biempensar, ni con más y mejores consultores. Es necesario aquí buscar activamente el encuentro con los votantes, para simplemente escuchar sus demandas, sus anhelos, sus aspiraciones y complicaciones de vivir en Buenos Aires. No para recogerlos acríticamente, sino, en todo caso, para tamizarlos, transformarlos y devolverlos en la forma de una oferta programática y electoral. De eso se trata, después de todo, la política.

 


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