A pesar de la derrota, la gente festejó en las calles de todo el país

Una vez consumado el pitazo final del italiano Nicola Rizzoli, que decretó el triunfo ajustado de Alemania (1-0) en el estadio Maracaná de Río de Janeiro, la gente se volcó masivamente a festejar en la vía pública, más allá del resultado.

Pese a la derrota en la final de la Copa del Mundo Brasil 2014, el público argentino, de a miles, invadió las calles del centro de la ciudad de Buenos Aires, haciendo epicentro en el Obelisco porteño.

Imposible calcular la cantidad, pero, de a cientos, de a miles, los simpatizantes albicelestes se fueron acercando al centro de la ciudad.

Muchos vestidos con camisetas de la Selección, otros con las de sus clubes (se distinguieron de Boca, River, Racing, Independiente, Atlanta y Platense, entre muchas otras), los hinchas argentinos fueron caminando desde avenida Corrientes con intersección Callao, en dirección hacia el Bajo.

Hubo mucha batucada, mucho bombo, acompañados por tronar de cornetas y vuvuzelas, aquel instrumento que fue popularizado en el Mundial anterior, el de Sudáfrica 2010.

Los hinchas argentinos ya se habían ubicado en el Centro porteño para observar los 120 minutos reglamentarios.

Y, a través de una pantalla gigante, se pudo visualizar a Lionel Messi, cuando recibía el premio del `Mejor jugador del Mundial`, otorgado por la FIFA. Allí, la gente estalló en una ovación.

Lo mismo ocurrió con el público cuando se divisó al emblema y alma del equipo, el capitán sin cinta llamado Javier Mascherano, que era condecorado con la medalla por el subcampeonato.


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