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- 05.02.2025
COMUNA 7
El Pasaje Ruperto Godoy de Floresta es un patio de comidas coreana
Es una calle peatonal que en sus 100 metros -y sus alrededores- se concentran bares, restaurantes, pastelerías y karaokes, es como sentirse en Seúl.
La esquina de Avellaneda y Nazca es el epicentro económico de la comunidad coreana de Buenos Aires. Y el pasaje Ruperto Godoy, con sus ofertas de entretenimiento, a solo dos cuadras de distancia, es considerado su patio de comidas, informa La Nación.
Por excelencia, los inmigrantes coreanos son asociados con el rubro textil. En la década de 1950, los primeros en llegar montaron sus propias fábricas con mucho empeño, trabajando a destajo mientras se esforzaban por adaptarse a una sociedad completamente distinta a la suya. La mayoría se radicó en la avenida Carabobo, cerca de la Villa 1-11-14.
Pocos sabían hablar español. Muchos habían pasado la barrera de los 50 años sin haber salido de su país y solo podían comunicarse en coreano. Así fue como fueron creando una comunidad homogénea. Abrieron sus propias farmacias, sus propios consultorios odontológicos, sus propios almacenes, carnicerías y verdulerías. Sus respectivos negocios prosperaron rápidamente. En un clima solidario, muchos se ayudaron entre sí para salir adelante. Y hoy, muchos de ellos están expandiendo sus hogares y negocios hacia este nuevo lugar.
Desde hace años que la avenida Avellaneda es famosa por la cantidad de locales de ropa regentados por coreanos. Los precios suelen estar por debajo de la media. Y la calidad, en muchos casos, es la misma que en otros barrios y locales. En más de una ocasión, la esquina de Avellaneda y Nazca fue el lugar elegido por la comunidad coreana para festejar “Buenos Aires celebra Corea”, un festival con degustaciones de comida, shows en vivo y una variedad de actividades a través de las cuales se puede conocer más sobre la cultura del país asiático.
El pasaje Ruperto Godoy, en el barrio de Floresta, es una calle peatonal de 100 metros de largo que tiene varias opciones para explorar. Con la excepción del Karaoke W, que se ubica a mitad de cuadra, su oferta es estrictamente gastronómica. Y su impronta, 100% coreana, con los carteles de las calles escritos en hangeul -el alfabeto del país asiático y los murales dibujados con la bandera de ese país y las caras de los ídolos del pop surcoreano, entre otros diseños.
Además de la calle en sí misma, el área que la rodea también tiene locales coreanos. Estos se extienden hasta la zona de Avellaneda, el punto de mayor circulación de personas, y donde están todas las tiendas de ropa.
En los cafés y restaurantes se pueden encontrar tortas de porotos dulces, kimchi, bebidas alcohólicas como Soju y Makkeoli (ambos hechos a base de arroz), café frío, pollo frito y la clásica parrillada surcoreana, en la que la carne es cocinada por los clientes en el momento.
Al igual que los restaurantes del primer barrio coreano, que queda sobre la Avenida Carabobo, este enclave comenzó con muchos locales “a puertas cerradas”. La oferta parecía hecha exclusivamente para las personas de la comunidad. Pero hoy sus comerciantes eligen abrirlo y lo presentan como un espacio turístico, gastronómico, que, con el correr del tiempo, atrae a cada vez más habitantes de la Ciudad y alrededores.
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