POLÍTICA

Jorge Macri y la interminable cadena de favores de un gobierno sumiso a Javier Milei

El jefe de Gobierno porteño parece estar atrapado en una gestión sin poder de maniobra. Las negociaciones del PRO con La Libertad Avanza y las amenazas detrás de los fondos de coparticipación le dan ritmo a un péndulo que deambula entre alianza y sumisión.


El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en manos de Jorge Macri, carece de personalidad. Atrás quedó la vieja impronta del PRO de la mano de su primo, Mauricio Macri, incluso replicada en la defensa de los intereses de la centro derecha con buenos modos que llevó adelante Horacio Rodríguez Larreta.

El ex Intendente de Vicente López celebró su momento al imponerse por poco margen en la interna frente a Martín Lousteau, aunque se equivocó en creer que este periodo del partido amarillo al mando del distrito porteño sería como los de sus predecesores.

La contundente derrota del PRO en el plano nacional dejó sin fortaleza al partido que ahora se involucra en una negociación con La Libertad Avanza pero sin mucho que ofrecer. Por ello, el bastión de la Capital Federal se convirtió en el primer espejo de los intereses nacionales, con una clara postura alineada a Javier Milei que se inclina más por la sumisión que por una posible fusión electoral.

La interminable cadena de favores del jefe de Gobierno porteño inició en los primeros pasos de su estadía en el ejecutivo. El acompañamiento explícito sobre la Ley Bases, la foto en el Pacto de Mayo (se realizó en julio), el rechazo a las distintas marchas universitarias y la lista continúa.

En el plano de seguridad, cada operativo frente a grandes manifestaciones se vió suscrito a las decisiones de la ministra de Nación, Patricia Bullrich, y su operativo anti piquete, lo que provocó diferencias con funcionarios del distrito porteño. “Pregúntenle a Patricia Bullrich”, fue uno de los reclamos del secretario de Seguridad de la CABA, Diego Kravetz, cuando la Policía Federal se involucró en una de las tantas manifestaciones que se desarrollaron contra las políticas de Javier Milei en la Ciudad de Buenos Aires.

Pero la notoria entrega de facultades y estilos no quedó solo en ese plano, es que Jorge Macri, atrapado por el pedido de restitución de los fondos de coparticipación, también debió salir a respaldar cada uno de las batallas públicas que encaró el Gobierno libertario y no fueron pocas.

En cada intervención, como el desalojo de los manteros en el barrio de Once o el ataque sistemático a personas en situación de calle, Jorge Macri demostró su afinidad con el término “libertad”. En paralelo, adoptó una agenda de “orden” con disputa contra los trabajadores de distintos sectores, en la vereda opuesta a las exigencias de los movimientos sociales y, en el último episodio de su condescendencia, salió al cruce del reclamo que llevan adelante los empleados de Aerolíneas Argentinas e Intercargo.

Mientras tanto sufrió destrato. El Ministro de Economía de la Nación, Luis Caputo, minimizó el pedido del GCBA, por lo que faltó a dos de las reuniones convocadas por la Corte Suprema en el cara a cara con el jefe de Gobierno y envió distintos representantes de su cartera.

Si bien existió un principio de acuerdo, esto fue consecuencia de dos variantes. En primera instancia, el reconocimiento de la gestión nacional sobre la existencia de la deuda, algo que Jorge Macri valoró en reiteradas oportunidades a diferencia de la conducción de Alberto Fernández, pero en segunda medida, también fue producto de una paciencia inédita por parte del líder del Gobierno local que demostró tener una templanza inconmensurable y poco vista en dirigentes de su espacio político cuando a fondos para la gestión se refiere.

Para coronar este hilo de buenas predisposiciones. Macri y Milei firmaron en septiembre el acuerdo por el traspaso de los colectivos a la Ciudad de Buenos Aires. De esa manera, sellaron el cambio del control, la administración, la potestad de fijar tarifas y recorridos de las líneas que circulan por la CABA.

No obstante, esta mera cuestión política relacionada al transporte, llegó acompañada de la foto que mostró al jefe de Gobierno imitando los habituales gestos de trompa y pulgares arriba del Presidente de la Nación, en una clara muestra de que la gestión en espejo y la mimesis estaba completa.




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