- Comunas
- 14.12.2016
COMUNA 15
Por el aumento de alquileres y tarifas cierran dos teatros en Villa Crespo
El Crisol y Café Müller cierran a fin de diciembre porque ya no se pueden sostener debido a los aumentos de las tarifas y alquileres.
Durante todo el año varios espacios culturales se vieron amenazados o directamente tuvieron que cerrar o no ofrecer programación. La pérdida de estas dos salas del barrio de Villa Crespo aumenta la incertidumbre sobre lo que sucederá en 2017.
Las salas El Crisol y Café Müller Club de Danza anunciaron que a finales de mes dejaran los espacios que hasta ahora habitaban, imposibilitadas de seguir pagando la tarifa de servicios y de alquiler. Durante este año varios espacios culturales se vieron amenazados, o directamente tuvieron que cerrar o no ofrecer programación. El anuncio también aumenta la incertidumbre para el 2017, ya que la suba en la partida presupuestaria de programas de promoción cultural en la Ciudad sólo será del 1,32 por ciento, cifra por demás inferior a la inflación, lo que lamentablemente amenaza a otros espacios que tendrán el mismo destino.
“El Crisol”, ubicado en avenida Scalabrini Ortiz 657, fue desde su fundación en 2002 un “hogar artístico” para Martín Ortiz y Marcela Fraiman. “Después de 14 años, 4 barrios, más de 150 espectáculos, centenares de artistas, miles de espectadores, en esta coyuntura de tarifazos en servicios y en alquileres y luego de gestiones y pedidos de apoyo al Estado para acceder a la compra del local, sin obtener resultados, decidimos cerrar la sala. Es un gran dolor para nosotros, una enorme tristeza que aún estamos procesando”, cuenta Ortiz en su Facebook.
“Esta situación particular de El Crisol no es, lamentablemente, específica de nuestra sala. Muchas salas están en camino de atravesar o atravesando la misma situación de finalizar sus contratos de alquiler y encontrarse con la decisión de los propietarios de duplicar el costo. Está claro que la actividad teatral no nos permite sostener esos incrementos”, continúa Ortiz.
“El Crisol” fue en innumerables oportunidades casa para que jóvenes creadores estrenaran por primera vez. “No se cierra cualquier espacio. Se cierran lugares que funcionaron como apuestas colectivas. Eso es lo que más tristeza da”, lamenta Martín Ortiz, responsable junto a Marcela Fraiman de El Crisol, que luego de varias mudanzas funcionó los últimos tres años en el barrio de Villa Crespo.
“Café Müller” funciona en Lavalleja 1116 desde 2012 como lugar de contención para los espectadores y creadores, es un espacio ineludible a la hora de trazar un mapa del pensamiento sobre el quehacer en danza, uno de los espacios que más hizo por la danza independiente en los últimos años, frente a la sistemática negación de la disciplina por parte del Estado. “Café Müller” siempre giró en torno de ser sustentable y crear trabajo para sus responsables
“Sabemos que hubieran hecho falta unos años más de crecimiento para poder desarrollar el plan económico que nos habíamos propuesto, pero aun así, y sin dejar de hacer autocrítica, el cierre no es responsabilidad nuestra ni de nuestro modo de administrar recursos sino de un contexto económico de crisis”, explica a Página 12 Jimena García Blaya, coordinadora general de Café Müller.
“Este año hemos agotado todas las posibles alternativas de subsistencia. Bajamos los costos y la calidad de los elementos de trabajo al máximo, dejamos de invertir en el edificio y en nuestro equipamiento, y hemos pedido todos los fondos públicos que están disponibles, que son muy pocos. También hemos hecho una enorme gestión para aliarnos con espacios, sindicatos, escuelas, centros de jubilados y clubes, para generar convenios para nuestros espectáculos. Pero así y todo fue imposible pagar los aumentos violentos en los servicios”, cuenta García Blaya.
En 2015, el promedio de ingreso a “Café Müller” por función fue de $ 1500, mientras que el costo por función era de $ 300. Este año, el promedio de ingreso por función fue de $ 700, mientras que los costos ascendieron a $ 450. “Los números hablan por sí solos”, desliza García Blaya, que cuenta a Página 12 que desde la fundación del espacio, este fue el primer año que el equipo directivo no pudo generar ningún tipo de ahorro ni reinversión, con agosto, septiembre y octubre como “los peores meses”.
A “El Crisol” también lo terminó de matar el segundo semestre: “Las obras que se estrenaron en la segunda mitad del año no funcionaron como tenían que funcionar y eso no tuvo que ver con la calidad de los espectáculos, o con la cobertura o no que le dieran los medios. Se notó mucho que el público tuvo que guardarse la plata de las entradas para comer, lo que repercutió en toda la actividad”, refiere a Página 12 Ortiz, que además de codirigir el espacio es dramaturgo y director teatral, y solía estrenar sus espectáculos en el lugar.
En su caso, el mayor conflicto tuvo que ver con pagar el alquiler de la sala, que la dueña pretendía aumentar al 100% (equivalente a casi 40 mil pesos), una suma imposible de afrontar para los teatristas.
Pese a los cierres, los creadores no van a dejar de lado sus actividades como hacedores de la cultura. Martín Ortiz se encuentra en la búsqueda de un espacio para estrenar en abril un espectáculo que había escrito, ensayado y pensado para su sala, y García Blaya asegura que la idea del equipo de Café Müller ahora es “continuar produciendo conocimiento alrededor de la práctica de la danza y generar marcos donde hacer visible el valioso trabajo que realizan los artistas de esa disciplina”.
Lamentablemente el cierre de El Crisol y de Café Müller es definitivo. “Es que conseguir otro lugar de las mismas características es difícil, sobre todo por los gastos para los trámites para ser autorizados como sala. Además, el costo de mudarse es enorme, porque se necesita una inversión muy grande para empezar de nuevo, y es algo que no podemos afrontar”, asegura Ortiz.
“Este final no me sorprende. Antes de asumir le preguntaron en un programa de televisión a Rodríguez Larreta por la escena artística independiente. Desconociendo que existen organismos tales como Proteatro y Prodanza, el Jefe de Gobierno respondió que, como su nombre lo indica, se trata de una actividad independiente del Estado. Creo que eso lo explica todo”, concluye Ortiz, que sueña al menos con que las experiencias de estas dos salas sirvan para que otras puedan permanecer abiertas, como símbolo de resistencia.
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