Se cumplen 80 años del asesinato del senador Bordabehere en el Senado de la Nación

Con tres disparos de revólver, el 23 de julio de 1935 en la ciudad de Buenos Aires, se puso fin a la vida de un senador de la Nación, quien fue baleado en pleno recinto del Senado y que en rigor nunca pudo ejercer ese cargo público porque la mayoría fraudulenta de entonces demoró su juramento de ley.

De Enzo Bordabehere se trata, el legislador por la provincia de Santa Fe que nació en 1889 en Montevideo, la capital del Uruguay, pero que desde muy chico vivió en Rosario.

También ese día se terminó de escribir uno de los capítulos más bochornosos de la impunidad del poder económico de la Argentina, mellando para siempre la lucha de uno de los hombres más prestigiosos que pasó por el Congreso Nacional, Lisandro de la Torre.

Hoy se cumplen 80 años de ese crimen político que se conoce como “el asesinato en el Senado de la Nación” y que perdura en el imaginario popular como uno de los mayores casos de corrupción de nuestra historia.

Bordabehere era diputado nacional por el Partido Demócrata Progresista (PDP), pero renunció a la banca cuando fue elegido senador nacional por Santa Fe.

El tirador Ramón Valdez Cora fue detenido y condenado, pero sus patrones no recibieron el castigo de una justicia que se parecía mucho a la época en que fue asesinado este discípulo del fundador del PDP Lisandro de la Torre y reconocido como “el fiscal de la patria” por su denuncia en los negociados en la exportación de carnes al Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte.

El asesinato se produjo cuando transcurría la denominada “década infame”, que se extendió por más de diez años tras el golpe de Estado de 1930 contra el presidente constitucional Hipólito Yrigoyen.

En el recinto fueron interpelados los ministros Luis Duhau (Agricultura) y Federico Pinedo (Hacienda), abuelo del homónimo y actual diputado del Pro, por los negociados en la exportación de carnes en el que Lisandro denunciaba la corrupción del gobierno de Agustín P. Justo surgido del fraude y sus complicidades con los frigoríficos británicos.

La crisis económica mundial de 1929 modificó las relaciones de la época y tuvo su impacto en la Argentina con el golpe de Estado del '30. Como salvaguarda propia, Londres abandonó su tradición librecambista y comenzó a aplicar políticas proteccionistas que perjudicarían a nuestro país. Entonces, para evitar que esta política afectara la balanza comercial argentina, según argumentaba el gobierno de Justo, se suscribió con el Reino Unido el célebre “Pacto Roca-Runciman”, luego fue ratificado por el Senado de la Nación.

El acuerdo ampliaba la cuota de exportación de carne vacuna al Reino y sus colonias, pero el 85% de ese comercio debía concretarse a través de frigoríficos británicos.

En mayo de 1933 el vicepresidente Julio Argentino Roca (hijo) viajó a Londres a firmar el convenio, que incluyó cláusulas secretas que garantizaban, entre otras, el monopolio del transporte argentino en manos del Reino Unido.

Sir Walter Runciman, presidente de la Bolsa de Comercio Británica y encargado de negocios inglés, le dio su apellido a una parte de este pacto, mientras que por nuestro país la completó el hijo del artífice de la Conquista al Desierto, el ex presidente Julio Argentino Roca.

El senador De la Torre investigó el comercio de carnes que se realizaba en el marco de este pacto al considerar que esta actividad se encontraba bajo sospecha de corrupción.

La investigación se hizo pública en el Senado en julio de 1935, en las que el legislador acusó al frigorífico Anglo de evasión impositiva al revelar la existencia de un entramado de corrupción que involucraba al gobierno de Justo y en particular a los ministros Pinedo y Duhau.

Además, se demostró que había fraude fiscal y operaciones delictivas consistentes en el ocultamiento de informes contables y el traslado de planillas comprometedoras en cajas de rost beef. Cuando se descubrió que la Anglo ocultaba sus libros contables en el vapor británico Norman Star, estalló el escándalo.

El 23 de julio Duhau agredió físicamente a De la Torre en el recinto, arrojándolo al piso. En medio de la confusión y la sorpresa, Valdez Cora, matón a sueldo y militante del Partido Demócrata Nacional, realizó tres disparos con un revólver en dirección a De la Torre. Pero impactaron de lleno en el cuerpo de Bordabehere, quien intentó proteger al senador de los atacantes. Bordabehere falleció horas más tarde en el Hospital Ramos Mejía.

Como si nada importante hubiera ocurrido ese día en el país, a las pocas horas del asesinato, el presidente Justo asistió, acompañado de su esposa, a una función en el Teatro Colón.

Al denunciar la impunidad que cubriría el acontecimiento, De la Torre aseguró: “Para terminar, diré que sería absurdo pensar que el debate sobre la investigación del comercio de carnes pudiera continuar con mi intervención mientras subsistan en mi espíritu las dudas que mantengo acerca de que se trajo a este recinto un guardaespaldas, extraído de los bajos fondos, para gravitar sobre su resultado”.

“Los indicios que existen son tan vehementes, que no es posible prescindir de ellos. Si lo hiciera, faltaría al respeto y al afecto que debo a la memoria del doctor Bordabehere, y autorizaría a cualquiera a poner en duda la sinceridad de mi indignación”, remarcó.

Dijo también que “el primero en lamentar que mi contrarréplica, que, por otra parte, estaba muy avanzada, quede inconclusa, soy yo”.

“Pero tengo la tranquilidad de haber producido tales pruebas y haber hecho tales demostraciones, que no necesito más para afirmar en la conciencia pública la razón de todo lo que he sostenido en este debate”, completó De la Torre.

Bordabehere tenía cuarenta y seis años cuando fue asesinado. Su entierro, en Rosario, congregó a una multitud, pero Lisandro no se recuperó jamás y en 1937 renunció a su banca y dos años después se quitó la vida con un disparo al corazón.

El crimen del senador electo quedó graficado en la película “Asesinato en el Senado de la Nación”, dirigida por Juan José Jusid, estrenada en Buenos Aires el 13 de septiembre de 1984.

La trama se centró en la vida del guardaespaldas Valdez Cora, interpretado en el papel protagónico por el actor Miguel Ángel Solá, mientras que el de De la Torre le correspondió a Pepe Soriano y el de Bordabehere a Arturo Bonín.


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