Reflexiones de ballottage

Por Eduardo Villar, Subsecretario de Espacio Público Comunal de la Ciudad de Buenos Aires
Las recientes elecciones a Jefe de Gobierno porteño nos han llenado de situaciones ricas en diferentes aspectos. Inicialmente, con más de treinta candidatos, toda una muestra de desenfoque doctrinario, pluralismo egoísta y desorden democrático. Eso sí, todo legal.

Luego de esa primera experiencia, llegamos a cinco postulantes. Uno del "oficialismo nacional", ya sin Filmus, más por una cuestión de cábala que por convencimiento en un candidato cuya billetera está agujereada por las pérdidas de Aerolíneas. Dos candidatos de orientación "de izquierda", que son resabios de la eterna falta de entendimiento entre pocos. Un cuarto candidato "sorpresa", que no llegó a acomodarse en ningún espacio tradicional, por más que intentó e intentó, pasando por varios espacios de poder, empezando por el kirchnerismo. Y, finalmente, el candidato del "oficialismo local" que con un 70% de aprobación en la gestión les dio a los demás una paliza en la primera vuelta.

Entre la primera vuelta y el ballottage, se generaron situaciones desopilantes. Si bajarse o no del mismo. Si votar en blanco o no ir a votar. Si mandar a apoyar al candidato en minoría o criticarlo diciendo que "es lo mismo que el otro". Si la elección representaba a la elección nacional. Si los presidenciales de Cambiemos se ponían o no de acuerdo. Si Scioli apoyaba a Lousteau, pero también si Massa apoyaba a Lousteau, o si De la Sota lo apoyaba y también si Stolbizer lo apoyaba. O sea, una nueva ensalada, que con tantos ingredientes perdió appetite appeal. Obviamente, todo legal.

El domingo pasado ganó el que tenía que ganar. Ocho años de gestión sumado a más del 50% del electorado votándolo democráticamente. No hay sorpresa en ello. Se puede ganar 1 a 0, al minuto de juego o a los noventa. El resultado es el mismo.

El punto es ¿cómo llegamos a esto?. No hay ninguna duda en que casi el 70% de los porteños validan la gestión de gobierno del PRO. ¿Somos tan inconsistentes, inmaduros o masoquistas, que estuvimos a punto de cambiar a un Gobierno que viene transformando a la Ciudad, al que valoramos masivamente?. ¿Nos creemos tan evolucionados cívica y democráticamente, o somos unos inmaduros en la materia?.

Ahora, los porteños vamos a votar "a Presidente". Algunos ya elucubran y operan según les convenga, generando nuevos escenarios que sólo buscan confundir a quienes ya están confundidos. Los argentinos tenemos que entender la real dimensión de lo que significa "elegir". Lo primero, es que "nosotros elegimos", nadie lo hace por nosotros. Y por lo tanto, elegimos según nuestras convicciones e intereses (individuales o grupales). Lo segundo, es "qué elegimos". En este punto, luego de las PASO tendremos a los candidatos definitivos de cada espacio político. Y es responsabilidad de cada fuerza y de sus candidatos que sus votantes apoyen a las propuestas políticas que defienden. Argentina tiene una oportunidad histórica de retomar el camino glorioso que soñaron los patriotas de la Revolución y de la Independencia. Esto NO pasó hace 12 años, sino hace 200. Se sufrió mucho para lograrlo. Nuestro País es grande, soberano y hermoso desde su creación.

Finalmente, lo que considero el mayor aprendizaje del reciente ballottage: si los ciudadanos votan a Presidente con el criterio del ballottage de la Ciudad, entonces quien salga segundo en la primera vuelta de octubre debería ser el próximo Presidente de los argentinos. Por la Patria y los argentinos. Y esto, también será legal.


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