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- 08.07.2015
Votamos
Ahora que pasaron las elecciones en la Ciudad de Buenos Aires vamos a realizar algunas reflexiones sobre lo que pasó.
Ahora que pasaron las elecciones en la Ciudad de Buenos Aires vamos a realizar algunas reflexiones sobre lo que pasó.
Voto Electrónico. Los porteños inauguramos el voto electrónico en el medio de una fuerte polémica en torno a la vulnerabilidad del sistema. Dos cosas parecen haber quedado claras. Una. El nuevo sistema es mucho más cómodo, rápido y simple para el elector en una elección general posterior a unas PASO. Habría que ver cómo resulta en las elecciones internas donde se presentan mucho más candidatos por agrupación política.
Dos. Las fallas de seguridad que dejaron en evidencia numerosos técnicos informáticos y la Fundación Vía Libre son graves y deben ser corregidas si se quiere seguir aplicando este sistema en futuras elecciones. Es cierto que esta vez no pasó nada grave, pero básicamente eso se debió a que no fue una elección reñida. En un escenario de paridad como el que se dio en las elecciones santafesinas, este sistema así como está terminaría en un caos absoluto. En pocas palabras: no es confiable. No lo digo yo. Lo dice acá gente que sabe de lo que habla.
Respeto a las Instituciones. La implementación del voto electrónico es una buena radiografía del doble discurso del PRO en torno al respeto de la ley y las instituciones. Cuando se trata de criticar al gobierno nacional, son estrictos defensores del “estado de derecho”. Ahora bien, como gobierno no tienen ningún problema en violar todas las normas que sean necesarias para lograr su cometido, para lo cual cuentan con el encubrimiento de la prensa y de ciertos sectores del poder judicial porteño.
Resulta que la Constitución de la Ciudad establece que todas las cuestiones electorales deben tratarse en la Legislatura con una mayoría especial de 40 votos. El voto electrónico no es la excepción. Sin embargo, desde el PRO inventaron que esto era una boleta única electrónica, que la máquina solo era una impresora y que por tanto no hacía falta ningún trámite legislativo. Sin embargo, la máquina no solo imprime el voto sino que también cuenta los resultados y los trasmite al centro de computos. O sea, las principales características del voto electrónico.
En el mientras tanto, la Policía Metropolitana allanó la casa de un técnico informático que había encontrado una grave falla en el sistema y lo había hecho público además de reportarlo a la empresa proveedora del sistema. Imagínense los titulares de los diarios si el que hubiera llevado a cabo este verdadero acto de intimidación hubiera sido el gobierno nacional.
No importa. Son detalles. Votar así está bárbaro. Los formadores de opinión y doña Rosa están chochos. Y nosotros, el PRO, mostramos una vez más cuán eficientes somos y le tapamos la boca a más de uno. Mientras, en un costado, la constitución llora.
Resultados. Sin dudas, el segundo lugar de Martín Lousteau arroja una saludable novedad que habrá que ver cómo se desarrolla. Por primera vez, la fuerza que disputará el balotaje con el PRO no es kirchnerista. Teóricamente, esto amplía el abanico de ciudadanos dispuestos a votarla en relación con los que estuvieron dispuestos a votar al Frente para la Victoria en los balotajes anteriores.
La cosa no parece tan sencilla. El hecho de que dos de las tres fuerzas que componen ECO tengan un acuerdo nacional bajo la candidatura presidencial de Mauricio Macri limita severamente la capacidad de Lousteau para atraer al votante del kirchnerismo e incluso de la izquierda, indispensables para revertir los 20 puntos de diferencia que le sacó Rodríguez Larreta. A eso hay que sumarle un enigma de imposible dilucidación: ¿qué hará el votante de Lousteau que quiere que Macri sea presidente, sabiendo (como se sabe) que una derrota de Rodríguez Larreta dañaría severamente su posibilidad de ganarle a Scioli?
En está delgada línea transcurrirán seguramente los próximos días. Nada indica que Lousteau vaya a modificar la estrategia que llevó adelante hasta ahora y que fue la que, después de todo, lo puso en el balotaje, aunque con un resultado peor al que esperaba. Tendremos entonces que prenderle una vela a los santos y confiar en que los porteños que queremos que el Pro no siga gobernando la Ciudad somos más que los que quieren que siga o les da lo mismo. Demasiado poco para tanto.
Voto Electrónico. Los porteños inauguramos el voto electrónico en el medio de una fuerte polémica en torno a la vulnerabilidad del sistema. Dos cosas parecen haber quedado claras. Una. El nuevo sistema es mucho más cómodo, rápido y simple para el elector en una elección general posterior a unas PASO. Habría que ver cómo resulta en las elecciones internas donde se presentan mucho más candidatos por agrupación política.
Dos. Las fallas de seguridad que dejaron en evidencia numerosos técnicos informáticos y la Fundación Vía Libre son graves y deben ser corregidas si se quiere seguir aplicando este sistema en futuras elecciones. Es cierto que esta vez no pasó nada grave, pero básicamente eso se debió a que no fue una elección reñida. En un escenario de paridad como el que se dio en las elecciones santafesinas, este sistema así como está terminaría en un caos absoluto. En pocas palabras: no es confiable. No lo digo yo. Lo dice acá gente que sabe de lo que habla.
Respeto a las Instituciones. La implementación del voto electrónico es una buena radiografía del doble discurso del PRO en torno al respeto de la ley y las instituciones. Cuando se trata de criticar al gobierno nacional, son estrictos defensores del “estado de derecho”. Ahora bien, como gobierno no tienen ningún problema en violar todas las normas que sean necesarias para lograr su cometido, para lo cual cuentan con el encubrimiento de la prensa y de ciertos sectores del poder judicial porteño.
Resulta que la Constitución de la Ciudad establece que todas las cuestiones electorales deben tratarse en la Legislatura con una mayoría especial de 40 votos. El voto electrónico no es la excepción. Sin embargo, desde el PRO inventaron que esto era una boleta única electrónica, que la máquina solo era una impresora y que por tanto no hacía falta ningún trámite legislativo. Sin embargo, la máquina no solo imprime el voto sino que también cuenta los resultados y los trasmite al centro de computos. O sea, las principales características del voto electrónico.
En el mientras tanto, la Policía Metropolitana allanó la casa de un técnico informático que había encontrado una grave falla en el sistema y lo había hecho público además de reportarlo a la empresa proveedora del sistema. Imagínense los titulares de los diarios si el que hubiera llevado a cabo este verdadero acto de intimidación hubiera sido el gobierno nacional.
No importa. Son detalles. Votar así está bárbaro. Los formadores de opinión y doña Rosa están chochos. Y nosotros, el PRO, mostramos una vez más cuán eficientes somos y le tapamos la boca a más de uno. Mientras, en un costado, la constitución llora.
Resultados. Sin dudas, el segundo lugar de Martín Lousteau arroja una saludable novedad que habrá que ver cómo se desarrolla. Por primera vez, la fuerza que disputará el balotaje con el PRO no es kirchnerista. Teóricamente, esto amplía el abanico de ciudadanos dispuestos a votarla en relación con los que estuvieron dispuestos a votar al Frente para la Victoria en los balotajes anteriores.
La cosa no parece tan sencilla. El hecho de que dos de las tres fuerzas que componen ECO tengan un acuerdo nacional bajo la candidatura presidencial de Mauricio Macri limita severamente la capacidad de Lousteau para atraer al votante del kirchnerismo e incluso de la izquierda, indispensables para revertir los 20 puntos de diferencia que le sacó Rodríguez Larreta. A eso hay que sumarle un enigma de imposible dilucidación: ¿qué hará el votante de Lousteau que quiere que Macri sea presidente, sabiendo (como se sabe) que una derrota de Rodríguez Larreta dañaría severamente su posibilidad de ganarle a Scioli?
En está delgada línea transcurrirán seguramente los próximos días. Nada indica que Lousteau vaya a modificar la estrategia que llevó adelante hasta ahora y que fue la que, después de todo, lo puso en el balotaje, aunque con un resultado peor al que esperaba. Tendremos entonces que prenderle una vela a los santos y confiar en que los porteños que queremos que el Pro no siga gobernando la Ciudad somos más que los que quieren que siga o les da lo mismo. Demasiado poco para tanto.
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