- Archivo
- 07.07.2015
Restauran el tren de la alegría en Parque Avellaneda
Tras nueve años, restauran el "tren de la alegría" del Parque Avellaneda. En pocas semanas volverá a funcionar la formación que fue rescatada por dos expertos ferroviarios.
Héctor Bunevcevicy y Enrique Quatrini están restaurando los engranajes del trencito Expreso Alegría. Con un arduo trabajo, los hombres ponen a punto la histórica formación para volverla a la vida después de nueve años de abandono.
El popular trencito del Parque Avellaneda comenzó a funcionar en 1936 en el extenso jardín tras un breve paso por el zoológico municipal. Y con los años se convirtió en un ícono para generaciones de vecinos y turistas que lo disfrutaron. A lo largo de su recorrido, y durante 15 minutos de viaje, los pasajeros podían pasear, de manera gratuita, por todos los rincones históricos y naturales del parque.
Hace nueve años, por falta de mantenimiento y desgaste de sus piezas, el trencito dejó de funcionar. Lo dejaron aislado en un galpón. Enrique Quatrini lo vio mientras paseaba con su mujer, el hombre tiene 78 años y una amplia experiencia ferroviaria, no dudó ni un segundo: "En pocos meses, ponemos a funcionar la locomotora", les dijo convencido a las autoridades del gobierno porteño. Y convocó a su joven amigo Héctor Bunevcevicy, de 72 años.
No fue una tarea sencilla: el motor es de origen alemán y tiene más de siete décadas de antigüedad. Pero no fue un impedimento para estos expertos ferroviarios. Menos aún cuando niños y adultos que se acercan al galpón, ansiosos, para rememorar sus aventuras con el trencito y les piden que pronto vuelva a funcionar. "Un señor de 80 años nos trajo fotos de cuando venía de chico con su grupo de amigos", recuerda Héctor a La Nación.
Alfredo Jurek también se sumó al equipo, es experto en robótica. Cuando se encontró por primera vez con la formación el material rodante, "estaba destruido", recuerda a La Nación. Cuando faltan días para que sea reinaugurado, el trencito cuenta con 16 flamantes nuevas ruedas construidas de manera artesanal. La obra de ingeniería llevó su tiempo. A la cabeza del equipo, y desde un taller en Berazategui, Alfredo trabajó al detalle cada pieza.
Restan las últimas reparaciones a los otros tres coches, con seis bancos de madera cada uno y el lugar para personas con discapacidad, las autoridades del Gobierno de la Ciudad estiman que en pocas semanas el tren de la alegría volverá a rodar en el Parque Avellaneda.
Héctor Bunevcevicy y Enrique Quatrini están restaurando los engranajes del trencito Expreso Alegría. Con un arduo trabajo, los hombres ponen a punto la histórica formación para volverla a la vida después de nueve años de abandono.
El popular trencito del Parque Avellaneda comenzó a funcionar en 1936 en el extenso jardín tras un breve paso por el zoológico municipal. Y con los años se convirtió en un ícono para generaciones de vecinos y turistas que lo disfrutaron. A lo largo de su recorrido, y durante 15 minutos de viaje, los pasajeros podían pasear, de manera gratuita, por todos los rincones históricos y naturales del parque.
Hace nueve años, por falta de mantenimiento y desgaste de sus piezas, el trencito dejó de funcionar. Lo dejaron aislado en un galpón. Enrique Quatrini lo vio mientras paseaba con su mujer, el hombre tiene 78 años y una amplia experiencia ferroviaria, no dudó ni un segundo: "En pocos meses, ponemos a funcionar la locomotora", les dijo convencido a las autoridades del gobierno porteño. Y convocó a su joven amigo Héctor Bunevcevicy, de 72 años.
No fue una tarea sencilla: el motor es de origen alemán y tiene más de siete décadas de antigüedad. Pero no fue un impedimento para estos expertos ferroviarios. Menos aún cuando niños y adultos que se acercan al galpón, ansiosos, para rememorar sus aventuras con el trencito y les piden que pronto vuelva a funcionar. "Un señor de 80 años nos trajo fotos de cuando venía de chico con su grupo de amigos", recuerda Héctor a La Nación.
Alfredo Jurek también se sumó al equipo, es experto en robótica. Cuando se encontró por primera vez con la formación el material rodante, "estaba destruido", recuerda a La Nación. Cuando faltan días para que sea reinaugurado, el trencito cuenta con 16 flamantes nuevas ruedas construidas de manera artesanal. La obra de ingeniería llevó su tiempo. A la cabeza del equipo, y desde un taller en Berazategui, Alfredo trabajó al detalle cada pieza.
Restan las últimas reparaciones a los otros tres coches, con seis bancos de madera cada uno y el lugar para personas con discapacidad, las autoridades del Gobierno de la Ciudad estiman que en pocas semanas el tren de la alegría volverá a rodar en el Parque Avellaneda.
- SECCIÓN
- Archivo
COMENTARIOS