Nuevas salas para la reivindicación popular

El Museo Histórico Nacional se reaviva con la inauguración de cuatro salas nuevas con la intención de rescatar voces silenciadas a lo largo de la historia.

En el proceso de recuperación que se está llevando adelante en el Museo Histórico Nacional, fundado en 1889 en el parque Lezama, se abrieron nuevas cuatro salas que se reparten el período colonial de los siglos XVII y XVIII, los tiempos revolucionarios de 1806 a 1820, las asambleas Constituyentes y la sociedad de 1810.

La semana pasada se realizó el corte de la cinta inaugural lo que denota un escalón más en su proceso de recuperación. A principios de 2013 el Histórico Nacional sólo tenía tres salas, el 75 por ciento de la superficie funcionaba como depósito y gran parte de las colecciones no estaban a la vista del público. La recuperación impulsada en el último año puso en valor no sólo el edificio y el patrimonio - durante años estuvo fuera de la vista y archivado-, sino que repensó el relato historiográfico del museo.

Como contracara de la construcción de la historia basada en los grandes hombres, el museo ubicado en la calle Defensa 1600 se propuso reflejar el accionar de unos cuantos actores que fueron invisibilizados durante generaciones.

"Hemos intentado incorporar el rol del pueblo, el de las mujeres, el de los soldados y no el de los generales", cuenta a Télam su directora, Araceli Bellota, quien asumió su conducción en abril de último año.

En ese sentido, la sala de la Revolución de Mayo carga en sus paredes una lista de todas las mujeres de las provincias que "contribuyeron a la formación del ejército de la Independencia", cuyos nombres van acompañados por las donaciones que cada una realizó, desde dinero hasta sacos de galletas.

"Hemos incorporado el protagonismo de las provincias en cada uno de los tiempos históricos; había un discurso más bien porteño, aristócrata, una historia de grandes hombres y hemos intentado ampliarlos de esta forma y lo vamos a hacer en cada período que nos falta", señala Bellota, también a cargo de la Dirección Nacional de Patrimonio y Museos.

El Museo Histórico Nacional es concebido como el “Panteón de la Patria”, allí se guardaban las reliquias de los próceres independentistas. Fue creado en 1880, una época de búsqueda de la unidad identitaria y la constitución de la Nación, por lo que el edificio estuvo bajo el discurso uniforme y monolítico, que evita hablar de los conflictos y la diversidad al interior de la sociedad.

Luego del Bicentenario y con un espíritu reformulado basado en el carácter federal y heterogéneo está reivindicando a los sectores sociales olvidados por las interpretaciones elitistas.

La directora del Museo explicó: "Cuando llegamos aquí no hemos querido desarmar ninguna sala hasta poder reemplazarla por otra: ahora continúa los tiempos federales y la de Vuelta de Obligado se incorpora a ese tiempo histórico que le corresponde, y después seguiremos con pueblos originarios que es por donde va a comenzar todo el relato del museo".

En la casona de Parque Lezama hay bienes que no fueron exhibidos aún, el desafío que encararon fue el de "armar una reserva visitable, esto no quiere decir que esté abierta al público, si no que en determinadas ocasiones se puede visitar. Hoy el patrimonio está todo ordenado, digitalizado y colocado en soportes correspondiente y en espacios determinados", señala Bellota.

En su recorrido por el museo, el visitante encontrará la sala de Pianos, con instrumentos musicales de la familia Escalada, María Sánchez de Thompson y de Eduarda Mansilla; la "San Martín de puño y letra", junto con el San Martín Interactivo -un daguerrotipo del prócer que dialoga con el público visitante-, el Patio de Cañones, el Espacio conmemorativo de efemérides en el hall de entrada, la sala de Tesoros y los cuatros espacios recién inaugurados.

También se cruzará con el sable del General San Martín, la bandera de Macha que acompañó a Belgrano al Alto Perú en 1812 en la lucha contra los Realistas, la cigarrera de Mariano Moreno, la espada del virrey Cisneros, el reloj de pie a péndulo de Bernardino Rivadavia y otros tantos objetos, partituras, vajillas tradicionales del siglo XIX, armas, paraguas del Cabildo, prendas gauchas, tarjetas postales, pinturas y esculturas, por nombrar sólo algunos.

El próximo desafío, según Bellota, "si todo va bien", es llegar a 2015 con todo el relato completo hasta el Centenario -hasta ahí llega el patrimonio que aloja el museo-, episodio que invitará al visitante a ir del Histórico Nacional al Museo del Bicentenario detrás de la Casa Rosada, para seguir recorriendo la historia del pueblo argentino desde la colonización hasta el presente.


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