CONTAMINACIÓN

Algo huele mal en los clubes náuticos de la Ciudad

Una masa líquida, aceitosa y nauseabunda invade la bahía Núñez donde chicos y grandes practican deportes; la desembocadura del arroyo Medrano deja allí su marca.


A la altura de avenida Cantilo al 3200, entre Ciudad Universitaria y el predio del Parque de los Niños, están situadas las sedes náuticas del Club Universitario de Buenos Aires (CUBA), del Centro Naval y del Centro de Graduados del Liceo Naval Militar Almirante Guillermo Brown. Su convivencia con la proximidad del arroyo Medrano -que cruza a la altura de la avenida Comodoro Rivadavia- no es nueva, pero hace alrededor de un año y medio que los socios de estas instituciones sufren las consecuencias de un afluente contaminado.

La salida del arroyo Medrano está a unos 400 metros, en línea recta, de la bahía Núñez. El agua que desemboca en el Río de la Plata no es limpia. Cuando las ráfagas van en sentido al continente, esa "mancha" negra que proviene de la cuenca del Medrano no se diluye en las profundidades del río; al contrario, fluye hacia la bahía como una sombra que acecha.

El líquido que provoca las molestias es claramente identificable. Tiene un color oscuro, entre negro y violáceo. Parece aceitoso. Y el olor que emana es nauseabundo. Basta que una embarcación cruce la evidente línea que divide el agua proveniente del arroyo de la del río, amarronada y menos espesa, para que los navegantes noten la diferencia. En la orilla se ven vestigios de los desechos que traslada el arroyo; según estimaciones oficiales, se retiran casi 14.000 kilos de basura por mes en la desembocadura.

El arroyo Medrano no sólo trae problemas de contaminación. Sus históricos desbordes provocaron serias inundaciones tanto en el conurbano como en la Capital. La última más grave ocurrió en 2012, cuando en medio de los anegamientos murieron seis personas.

El arroyo, a diferencia del Maldonado y el Vega, nace en la provincia de Buenos Aires, a la altura del municipio de Tres de Febrero. Sigue entubado por San Martín y Vicente López y, una vez en la ciudad, atraviesa los barrios de Saavedra y Núñez. En su último tramo corre a cielo abierto, pero rectificado, unos 300 metros hasta desembocar en el Río de la Plata.

Pese a la tragedia de 2012, nunca se avanzó en un plan integral para mitigar el impacto del Medrano. La Ciudad desarrolló un sistema paliativo de reservorios en el parque Sarmiento, pero las obras de fondo nunca se encararon por las diferencias políticas entre los gobiernos bonaerense y porteño.

Tras el recambio gubernamental, en febrero último finalmente se conformó el Comité Interjurisdiccional de la Cuenca del Arroyo Medrano (Cicam). Adhirieron la Subsecretaría de Recursos Hídricos nacional, el Ministerio de Infraestructura provincial y su par de Desarrollo Urbano porteño. Deben realizar estudios para diseñar la obra apropiada para esta cuenca.




COMENTARIOS