MOVILIZACIÓN

Deporte de riesgo sindical

La luna de miel del Gobierno terminó y todo lo que viene se vivirá en una arena mucho más confrontativa. La situación sindical en Argentina después de la movilización.

Mariano Heller
Pasó finalmente la movilización sindical. No creo que el escenario político cambie sustancialmente, pero sin dudas mueve algunas fichas que vale la pena tener en cuenta para analizar el futuro a corto plazo que se nos viene encima en Argentina. Incluido el famoso segundo semestre en el que casi todos los indicadores empezarían a acomodarse, según las promesas del oficialismo.

Soy de los que creen que existe una especie de luna de miel apenas comienza un gobierno. Pero también creo que los errores hay que marcarlos sin importar que se cometan durante esa luna de miel. Pienso, de todos modos, que el período de gracia ha terminado y todo lo que viene se vivirá en una arena mucho más embarrada y confrontativa, sobre todo si no empiezan a vislumbrarse algunas mejoras en materia económica. Me refiero especialmente a algún alivio para el bolsillo de los ciudadanos, que llegue de la mano de un respiro que pueda tomarse la inflación.

"El sindicalismo es, o debería ser, de los trabajadores, no de un partido político. Por más que la mayoría de los trabajadores sea peronista, está claro que los hay de izquierda, radicales, del PRO y de todos los partidos posibles del arco político".



Pero más allá de esta introducción, quería aprovechar esta movilización, que sin dudas fue muy significativa, para hacer un breve análisis de la situación sindical en Argentina. Veía el escenario montado sobre Paseo Colón y al margen de frases vinculadas a la unidad tan excepcional lograda para esta movilización, las figuras de Perón y Evita eran las que sobresalían. Lo cierto es que es absolutamente normal que esto suceda en actos de la CGT y a mí, más allá de mi poca simpatía por el peronismo, me parece siniestro. Antes que les agarre el ataque de gritarme gorila, debo decirles que también me parecería espantoso que haya símbolos del PRO, que estén las fotos de Alem e Yrigoyen o estatuas de Trotsky y Lenin. El sindicalismo es, o debería ser, de los trabajadores, no de un partido político. Por más que la mayoría de los trabajadores sea peronista, está claro que los hay de izquierda, radicales, del PRO y de todos los partidos posibles del arco político. Ese sectarismo, vinculado a mi entender, directamente al fascismo, me aleja casi irremediablemente del sindicalismo organizado argentino. La conocida burocracia sindical.

Pero eso no es lo único que me aleja. Resulta bastante impresionante ver la inquietud por movilizarse y expresar reclamos de los sindicatos en gobiernos que no son peronistas. Hay decenas de estadísticas al respecto. Tiempo transcurrido en hacer paros o movilizaciones desde que inicia un gobierno, paros generales totales, capacidad para unirse entre todas las centrales sindicales. No quiero ni siquiera empezar a expresar los números y prefiero no seguir porque me deprime bastante. Pero simplemente recordemos los gobiernos de Menem y los doce años de Kirchnerismo y comparemos.

"Si les gustan los deportes de riesgo los invito a intentar armar una lista opositora en algún sindicato de esos en los que el mismo dirigente (o algún familiar) conduce hace décadas".



Continuemos con lo que me aleja, ya que es bastante. No tengo nada en contra de la gente que tiene dinero. Para nada. Cómo una persona hizo ese dinero es otra cosa, pero ser rico en sí no tiene nada de malo. Ahora bien, ver a representantes de los trabajadores que son multimillonarios y que no trabajan desde hace décadas de nada parecido a lo que hacen sus representados, me genera profunda repulsión. No sé a ustedes.

Para ir terminando agrego una cosa más, apelando simplemente al sentido común. En los últimos años nos llenaron de proyectos que hablaban de “democratizar” (Sí, recontra entre comillas) distintos espacios. Una picardía que se hayan olvidado de los sindicatos. Tenemos secretarios generales de gremios que ostentan sus cargos hace más de 40 años. Demencial, inexplicable, indefendible por donde lo mires. En cualquier caso si les gustan los deportes de riesgo los invito a intentar armar una lista opositora en algún sindicato de esos en los que el mismo dirigente (o algún familiar) conduce hace décadas. Si no conocían el miedo seguramente allí se enterarán de qué se trata. El último que intentó hacer algo al respecto fue el Presidente Alfonsín, y perdió la votación de la ley Mucci en el Senado de la Nación. Y le hicieron 13 paros generales, claro.

De todas maneras, y más allá de este básico análisis sobre la realidad sindical en Argentina, es cierto que muchos de los reclamos que estaban en agenda para esta última movilización son reclamos justos que requieren acciones rápidas y contundentes por parte del Gobierno Nacional. Terminar de atender la situación de ganancias para que sean menos y no más los asalariados que pagan, es fundamental, como así también actualizar las escalas. Esto y garantizar las fuentes de trabajo son tareas clave, además de obviamente poner un freno a la inflación, para lograr que mejore un humor social que se viene deteriorando.

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