SAME

El silencio es salud

El Gobierno porteño señala al SAME como una de las joyas de su gestión, al punto que el PRO piensa en exportarlo al conurbano. Sin embargo, un informe de la Auditoría revela falencias en el servicio.

Werner Pertot
La noticia pasó desapercibida en la semana: un hombre murió tras esperar 45 minutos al SAME. La ambulancia se demoró y, para cuando llegó, el vecino de 60 años ya había fallecido. El hecho llegó a algún medio porque ocurrió en Palermo, pero la situación se repite en las villas de la Ciudad casi en forma cotidiana e incluso dio lugar a causas judiciales. No obstante, el SAME es señalado por el Gobierno porteño como una de sus instituciones de excelencia. La gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal estudia emularlo en el conurbano, aunque no existen detalles de cómo se exportaría ese servicio de salud a un territorio tan vasto. Al debate sobre cómo ampliar o cómo mejorar el servicio, se suma un informe de la Auditoría General de la Ciudad que pone la lupa sobre una serie de falencias: el 75 por ciento de las guardias de los hospitales están incompletas, más de la mitad de los traslados neonatales se hacen sin enfermero, en el 38 por ciento de las llamadas de mayor gravedad la ambulancia se demora, porcentaje que sube al 91 por ciento cuando son de gravedad media.

Cuando el actual ministro de Salud nacional, Jorge Lemus, ocupaba el mismo cargo en la Ciudad tuvo una disputa judicial por el ingreso de las ambulancias a las villas. Luego de relevar una serie de casos en los que las ambulancias tardaron horas en atender llamadas de alta gravedad o directamente nunca llegaron, el juez Andrés Gallardo ordenó en diciembre de 2007 que hubiera una ambulancia disponible para la villa 21-24 de Barracas. El ministro de Salud apeló la decisión en un proceso que llevó más de tres años, pero la Cámara finalmente le dio la razón al juez de primera instancia. En el lapso en el que se incumplía la orden, un joven, Luis Ponce, murió desangrado mientras esperaba una ambulancia, que llegó después de 45 minutos. El juez Gallardo allanó las oficinas del SAME y secuestró las cintas del servicio radiofónico. Encontró más casos en los que se les respondía a los vecinos de la villa que no había ambulancia disponible. Otro joven, de 24 años, fue atropellado por una camioneta y esperó la ambulancia cuatro horas. Al final, consiguieron llevarlo hasta el hospital Penna, donde murió.

Estos casos, que están naturalizados cuando se vive en una villa y que llegan a algún diario cuando ocurren en Palermo, ponen un alerta sobre el sistema de salud porteño. Un informe de la Auditoría que conduce Cecilia Segura releva lo ocurrido en 2012 y sistematiza algunos datos sobre el funcionamiento del SAME:

- Las llamadas se dividen en rojo, amarillo y verde. El 78 por ciento de las llamadas al SAME en 2012 fueron códigos rojos, que es cuando “la vida del paciente corre peligro”. Para esos casos, el SAME estipula que la respuesta debe llegar entre los 10 y los 12 minutos. Se tolera hasta 15 minutos como máximo. En la muestra tomada por la Auditoría, en el 38 por ciento de los casos se superaba ese tiempo. El promedio general es de 15 minutos, que estaba dentro de lo estipulado. En el período elegido de 2012, registraba un solo caso de más de 36 minutos de demora. 

- Los llamados amarillos son los que “sin atención médica adecuada, la vida del paciente corre riesgo en un tiempo más o menos amplio”. Para estos casos, se da un margen de 20 minutos de respuesta. El 91 por ciento de los casos que relevó la Auditoría superaba ese tiempo. El tiempo promedio es de 85 minutos.  

- Los llamados verdes, finalmente, son lo que no hay riesgo de muerte. El tiempo de llegada es de 120 minutos. El 43 por ciento supera esta marca. El tiempo máximo registrado fue de 748 minutos, es decir, más de 12 horas.

- El informe de la Autoría pone una luz de alerta también sobre el equipamiento de las ambulancias. Ningún móvil cumple con el equipamiento biomédico exigido y el 38 por ciento lo tenía en estado regular o malo. El 75 por ciento tampoco tenía la totalidad de los medicamentos exigidos. En tres ambulancias, la Auditoría encontró medicamentos vencidos.

- El 52 por ciento de los traslados neonatales se hizo sin enfermeros. El programa neonatal no tiene la cantidad de médicos necesaria. Suele tomar prestado de los hospitales que piden el traslado, lo que complica el funcionamiento del hospital.

- El problema de los enfermeros, de todas formas, es generalizado. El informe indica que las ambulancias no cuentan con enfermero, pese a que es exigido por ley. Tiene un total de 13 para las zonas extrahospitalarias. También destaca que las suplencias de médicos son insuficientes. La Auditoría remarca que el SAME no tiene un staff de médicos propios, sino que usa el de los hospitales, que ya de por sí es escaso para cumplir sus funciones: el 75 por ciento de las guardias de los hospitales públicos están incompletas, según los datos de la Auditoría. “Esta situación lo torna dependiente e inestable”, indica.

- El SAME mantiene un costoso helicóptero sobre el cual hay pocos registros sobre cómo se utiliza. La Auditoría advierte que sólo hay documentación entre 2010 y 2011, cuando realizó 44 traslados. No se especifica allí cuál era el estado de los pacientes, ni su diagnóstico por lo que no le fue posible a los auditores evaluar si es un servicio útil para la Ciudad. El helicóptero se paga todos los meses, se lo utilice o no. La Auditoría indicó que no existe un protocolo para definir cuándo se lo usa.

- En el 77 por ciento de los casos en los que el SAME auxilia a una obra social o prepaga, no se completan los datos para pedir el reintegro del dinero.

El SAME tenía en 2014 unos 127 móviles, entre ambulancias y vehículos de apoyo, y según el relevamiento de la auditoría cuenta con varios problemas a atender. Es difícil imaginar cómo en estas condiciones se piensa en expandirlo al conurbano. Políticos de diversas extracciones suelen comentar que este es un tema que no entra en la agenda de discusión entre el oficialismo y la oposición, ni tampoco de los medios, ya que la clase media no se atiende en hospitales públicos.

Está claro que no es excusa. El informe de la Auditoría no dice que estamos en el peor de los mundos, pero sí indica sobre diversas falencias sobre las que convendría no mirar para otro lado.

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