POLICÍAS

El despertar de la fuerza

La Policía Federal será traspasada a la Ciudad en enero. Tardará, no obstante, en fundirse en una sola con la Metropolitana. Está en preparación un protocolo para las protestas sociales. ¿Sobrevivirán los consensos sobre seguridad democrática?

Werner Pertot
Primero va a ser un carril. Después dos carriles liberados para dejar pasar el tráfico. Después desalojo con orden judicial y causa penal a los que cortan la calle. Esa es la progresión que, según dejó trascender, está estudiando el gobierno de Mauricio Macri. Buena parte de esas decisiones recaerán, no obstante, sobre la Ciudad, dado que el presidente y el jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, plantean concretar en enero el traspaso de la Policía Federal, que convivirá por un tiempo con la Metropolitana. Como advertimos aquí mismo esto no vendrá sin sus problemas: además de la pica entre las dos fuerzas (una fue armada, en un principio, por los exonerados de la otra), hay diferencias de escalafón y de sueldo, entre otras cuestiones a resolver. Pero el principal interrogante es si se mantendrá el consenso sobre la seguridad democrática o volveremos a los palos para todos y todas a la hora de las protestas.

En varias de las manifestaciones de los últimos días, quienes asistieron repetían el mismo comentario: a la policía (Federal, sobre todo) se la ve más agresiva, más ortiva, más picante, con ánimo de volver a los viejos tiempos. La fuerza parece estarse despertando. No obstante, no hay tanta felicidad como algunos pensarían en la Federal: la idea de pasar a la Ciudad y subordinarse a la Metropolitana no le hace gracia a sus mandamases.

Recordemos a quiénes formaron la Metropolitana inicialmente: con Jorge “Fino” Palacios a la cabeza, se trataba de un grupo de ex federales que tenían sus rencores y sus viejas cuentas pendientes con la Federal. Ciro James, sin ir más lejos, provenía de inteligencia de esa fuerza. Pero más allá de viejas rencillas, lo que preocupa a los federicos es no perder sus cargos, sus negocios, sus prebendas al pasar a estar bajo otra órbita.

Como la Federal es una fuerza que tiene capacidad de generar ingobernabilidad, todo se hará suavemente y muy despacio. En principio, según dejaron trascender, el traspaso será en enero, pero las dos policías no se convertirán en una sola de un momento a otro.  La Metropolitana seguirá en los barrios que ya custodia con sus seis mil oficiales y la Federal sumará un decisivo poder a la Ciudad, con otros 21 mil hombres y mujeres. Además, como siempre pregonó el PRO, el traspaso será con los fondos federales.

No sólo esto representa una transferencia de dinero del Gobierno central a la Ciudad, sino una enorme cuota de poder (y responsabilidad) que tendrán de ahora en más todos los jefes de Gobierno. Lo que pasarán a controlar es casi la mitad de todos los policías federales del país. 

Como decíamos, esto traerá algunas adaptaciones que deberán resolverse con el tiempo. La primera y principal es definir quién manda: en una primera etapa, cada fuerza tendrá su propio jefe, pero más adelante la idea es que las dos se unifiquen. ¿El mando lo retendrán los que conducen la Metropolitana? ¿Con cuánta tranquilidad lo aceptarán los federicos? (Es obvio que, por ley, no cabe otra que aceptarlo, pero también sabemos de sus prácticas non sanctas cuando buscan meter presión).

Los rangos también deberán unificarse. La Metropolitana tiene sólo oficiales, mientras que la Federal tiene suboficiales y oficiales. Lo más saludable --parece ser aquí-- es que se unifiquen los rangos como en la policía porteña.  Otro problema a resolver es el de los escalafones, dado que la Metropolitana tiene un escalafón único y la Federal tres: Seguridad, Bomberos y Comunicaciones. Y hay más: los metropolitanos trabajan turnos fijos de ocho horas, mientras que los federales trabajan en turnos rotativos de seis horas (de 0 a 6 una semana, luego de 6 a 12, etcétera).

No sólo esto representa una transferencia de dinero del Gobierno central a la Ciudad, sino una enorme cuota de poder (y responsabilidad) que tendrán de ahora en más todos los jefes de Gobierno. Lo que pasarán a controlar es casi la mitad de todos los policías federales del país.

 
Y por último, lo que puede desatar una discusión más grande: los salarios. En promedio, un metropolitano cobra 15 mil pesos y tiene prohibido hacer adicionales (seguridad en determinados lugares, como partidos de fútbol, que se suman a su sueldo). En el caso de los federales, el sueldo inicial es más bajo (ronda los 12 mil pesos) y los adicionales son una tradición. ¿Los eliminarán?

De nuevo, ¿con qué consecuencias?

Lo cierto es que el jefe de Gobierno tendrá la responsabilidad política sobre las acciones que se apliquen sobre la seguridad en la Ciudad: no más echarle la culpa a otro gobierno. Pero también será el que disponga qué actitud se tomará ante las manifestaciones sociales. Los macristas calculan que hubo más de 14 mil cortes de calle en los últimos tres años y quieren diferenciarse del gobierno anterior en cuanto a la permisividad ante esas protestas.

Lo que puede desatar una discusión más grande: los salarios. En promedio, un metropolitano cobra 15 mil pesos y tiene prohibido hacer adicionales (seguridad en determinados lugares, como partidos de fútbol, que se suman a su sueldo). En el caso de los federales, el sueldo inicial es más bajo (ronda los 12 mil pesos) y los adicionales son una tradición. ¿Los eliminarán?


Según dejaron trascender, ya están preparando un protocolo para las policías que tendría como eje mantener la libertad de tránsito.  Si se llega a implementar de la forma en la que se está comentando por estos días, sería un cambio rotundo con respecto al Acuerdo para una Seguridad Democrática, firmado por una numerosa cantidad de ONGs y organismos de derechos humanos.

“La gestión democrática de la seguridad debe garantizar la regulación del accionar policial en los operativos en el espacio público, tales como espectáculos deportivos, recitales, manifestaciones de protesta social y desalojo de personas. Para ello es fundamental establecer con rango normativo estándares de actuación  en  el espacio público, de modo de asegurar un uso de la fuerza proporcional, racional y subsidiario y erradicar las prácticas policiales contrarias a esos criterios”, dice el documento que suscribieron el CELS, diversas universidades, radicales como Ricardo Gil Lavedra y Ricardo Alfonsín, Margarita Stolbizer y Felipe Solá, pero nadie del PRO.

Según dejaron trascender, ya están preparando un protocolo para las policías que tendría como eje mantener la libertad de tránsito.  Si se llega a implementar de la forma en la que se está comentando por estos días, sería un cambio rotundo con respecto al Acuerdo para una Seguridad Democrática, firmado por una numerosa cantidad de ONGs y organismos de derechos humanos.


Uno de los pisos de consenso después de las más de 30 muertes el 19 y 20 de diciembre de 2001 y de los asesinatos de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, todos por balas policiales, fue basta de represión. Esto excede a un gobierno –de hecho, esta premisa no se cumplió a rajatabla en los años del kirchnerismo, donde hubo una reducción de la represión --pero no su desaparición-- y cabe preguntarse con qué márgenes sociales cuenta el macrismo para revertir esa tendencia.  Todavía están a tiempo de evitar situaciones que complicaron severamente a otros presidentes y gobernadores bonaerenses. A esta potencial lista, a partir de enero, se podrá sumar al jefe de Gobierno.

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