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- 02.03.2015
Los Héroes Instantáneos y la Oposición Outsourcing
Hace años que la oposición ha delegado en terceros la tarea de entusiasmar a la ciudadanía, aunque a diferencia de las empresas que eligen tercerizar sus procesos administrativos (Outsourcing) para ocuparse del foco de su negocio, como dicen los consultores, la oposición no logra encontrar el suyo.
“Representar en democracia es magia y trabajo.”
Marcelo Leiras
Hace años que la oposición ha delegado en terceros la tarea de entusiasmar a la ciudadanía, aunque a diferencia de las empresas que eligen tercerizar sus procesos administrativos (Outsourcing) para ocuparse del foco de su negocio, como dicen los consultores, la oposición no logra encontrar el suyo.
Salvo los políticos que controlan un distrito relevante -entre los cuales se destaca el PRO en la CABA- y logran generar una representación propia con liderazgos atractivos, la mayoría de la dirigencia opositora corre detrás de una agenda formada por otros y, sobre todo, detrás de héroes ajenos.
Esos héroes suelen ser, además, instantáneos. Nacen por una razón coyuntural pero, lamentablemente para quienes se ilusionan con su llegada, desaparecen a la misma velocidad.
El falso ingeniero Blumberg primero y el modesto chacarero Alfredo De Angeli después, iniciaron la saga.
Los héroes instantáneos posteriores fueron mucho más efímeros: desde la heroína Luján Telpuk, la policía aeroportuaria que descubrió la valija de Antonini Wilson; hasta el gendarme Maza, líder de los reclamos salariales de los uniformados; pasando por Paula de Conto, la despachante de aduana maltratada por el secretario Moreno; el fiscal Campagnoli, el juez Bonadío y el actor Cutzarida. Son muchos y es difícil recordarlos a todos.
La denuncia del fiscal Nisman contra CFK y su muerte posterior lo convirtieron en el último héroe instantáneo, llegando incluso a ser comparado con Strassera, el histórico fiscal del Juicio a las Juntas.
Miles de personas marcharon el 18 de febrero para conmemorar su muerte y pedir justicia. Los líderes opositores apoyaron la marcha pero lo hicieron desde atrás, explícitamente sin banderas partidarias, como si la exigencia de justicia no pudiera ser un reclamo político y que quienes aspiran a gobernarnos no pudieran llevarla adelante.
Los héroes instantáneos que generan entusiasmo efímero entre el electorado más ruidosamente antiK comparten una característica fundamental: ninguno es político. El electorado opositor más extremo (pero también más visible) no parece poder resolver su orfandad política. El discurso antipolítico que acompaña el apoyo a esos héroes efímeros a través de exigencias absolutas los aleja de toda posibilidad de articulación política.
La oposición, en lugar de intentar conseguir apoyo a través de su propio proyecto político articulando los reclamos ciudadanos, adopta un discurso de Heidipolitik y repite los clásicos lugares comunes anti-mayoritarios.
Llega incluso a la paradoja, para un político, de denostar los actos masivos por no tener la aparente independencia y legitimidad de las marchas ciudadanas. Una especie de alergia hacia las muchedumbres encuadradas, algo letal para quien pretende seducir el voto de las mayorías y sobre todo, gobernar.
Ante cada nuevo conflicto social la oposición imagina que este será la bala de plata que terminará de una vez con la pesadilla kirchnerista.
El drama del outsourcing de entusiasmo es que los partidos políticos diluyen sus programas para entrar con fórceps en una grilla ciudadana de absolutos: de “buenos ciudadanos” contra “malos militantes”; de consignas de ONG en donde la falta de conferencias de prensa puede tener el mismo peso que el índice de pobreza, o donde los gastos de hotelería de CFK se igualen al nivel de desempleo.
La Oposición Outsourcing es un atajo de corto plazo que no sólo pretende ahorrarse el trabajo de construcción política que menciona Marcelo Leiras sino que sueña con eludir el inevitable conflicto de cualquier discurso político que salga de las consignas amables de una ONG que defiende a los delfines.
A la luz de estos doce años de kirchnerismo, el outsourcing de entusiasmo y los Héroes Instantáneos no sólo no han representado un atajo para la oposición sino que fueron su propio laberinto.
Marcelo Leiras
Hace años que la oposición ha delegado en terceros la tarea de entusiasmar a la ciudadanía, aunque a diferencia de las empresas que eligen tercerizar sus procesos administrativos (Outsourcing) para ocuparse del foco de su negocio, como dicen los consultores, la oposición no logra encontrar el suyo.
Salvo los políticos que controlan un distrito relevante -entre los cuales se destaca el PRO en la CABA- y logran generar una representación propia con liderazgos atractivos, la mayoría de la dirigencia opositora corre detrás de una agenda formada por otros y, sobre todo, detrás de héroes ajenos.
Esos héroes suelen ser, además, instantáneos. Nacen por una razón coyuntural pero, lamentablemente para quienes se ilusionan con su llegada, desaparecen a la misma velocidad.
El falso ingeniero Blumberg primero y el modesto chacarero Alfredo De Angeli después, iniciaron la saga.
Los héroes instantáneos posteriores fueron mucho más efímeros: desde la heroína Luján Telpuk, la policía aeroportuaria que descubrió la valija de Antonini Wilson; hasta el gendarme Maza, líder de los reclamos salariales de los uniformados; pasando por Paula de Conto, la despachante de aduana maltratada por el secretario Moreno; el fiscal Campagnoli, el juez Bonadío y el actor Cutzarida. Son muchos y es difícil recordarlos a todos.
La denuncia del fiscal Nisman contra CFK y su muerte posterior lo convirtieron en el último héroe instantáneo, llegando incluso a ser comparado con Strassera, el histórico fiscal del Juicio a las Juntas.
Miles de personas marcharon el 18 de febrero para conmemorar su muerte y pedir justicia. Los líderes opositores apoyaron la marcha pero lo hicieron desde atrás, explícitamente sin banderas partidarias, como si la exigencia de justicia no pudiera ser un reclamo político y que quienes aspiran a gobernarnos no pudieran llevarla adelante.
Los héroes instantáneos que generan entusiasmo efímero entre el electorado más ruidosamente antiK comparten una característica fundamental: ninguno es político. El electorado opositor más extremo (pero también más visible) no parece poder resolver su orfandad política. El discurso antipolítico que acompaña el apoyo a esos héroes efímeros a través de exigencias absolutas los aleja de toda posibilidad de articulación política.
La oposición, en lugar de intentar conseguir apoyo a través de su propio proyecto político articulando los reclamos ciudadanos, adopta un discurso de Heidipolitik y repite los clásicos lugares comunes anti-mayoritarios.
Llega incluso a la paradoja, para un político, de denostar los actos masivos por no tener la aparente independencia y legitimidad de las marchas ciudadanas. Una especie de alergia hacia las muchedumbres encuadradas, algo letal para quien pretende seducir el voto de las mayorías y sobre todo, gobernar.
Ante cada nuevo conflicto social la oposición imagina que este será la bala de plata que terminará de una vez con la pesadilla kirchnerista.
El drama del outsourcing de entusiasmo es que los partidos políticos diluyen sus programas para entrar con fórceps en una grilla ciudadana de absolutos: de “buenos ciudadanos” contra “malos militantes”; de consignas de ONG en donde la falta de conferencias de prensa puede tener el mismo peso que el índice de pobreza, o donde los gastos de hotelería de CFK se igualen al nivel de desempleo.
La Oposición Outsourcing es un atajo de corto plazo que no sólo pretende ahorrarse el trabajo de construcción política que menciona Marcelo Leiras sino que sueña con eludir el inevitable conflicto de cualquier discurso político que salga de las consignas amables de una ONG que defiende a los delfines.
A la luz de estos doce años de kirchnerismo, el outsourcing de entusiasmo y los Héroes Instantáneos no sólo no han representado un atajo para la oposición sino que fueron su propio laberinto.
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