Nahuel Briones: “Hago canciones pegadizas pero con arreglos complejos”

Por Sebatián Scigliano
Primero fue un disco y después una banda. Detrás de ambas cosas, una cabeza musical ambiciosa e inquieta, la de Nahuel Briones, que grabó Pera reflexiva, el disco, casi solo, y que después formó Pera reflexiva, la orquesta, para tocar ese disco un poco demencial, y que hoy ya funciona como banda. Pera reflexiva no quiera decir nada, al menos por ahora, o al menos hasta que alguien consiga definir “eso” que suena, lleno de guiños al rock progresivo, pero minado de referencias crooner y climas de rock de garaje. Mezcla, riesgo, experimento pero, sobre todo, buenas, muy buenas canciones que se podrán escuchar mañana, en el Club Cultural Matienzo.

¿Qué es la pera reflexiva?
La idea de pera reflexiva es una idea que tengo desde hace mucho tiempo, de cuando era niño; es un juego que no tiene demasiado sentido. Digamos que el juego que tiene la banda es exaltación de ciertos recursos, como tener dos baterías, por ejemplo. Hay lago del lado rítmico y del lado lúdico que desafía. El nombre “pera reflexiva” funcionaba un poco para resumir eso.

Es como ponerse obstáculos para ir venciendo.
Cuando era chiquito, grababa canciones en casettes y a uno le puse “pera reflexiva” sin ninguna razón. Por ahí puede tener significado, como algo impensado, pero en el momento que lo hice, la verdad no pensaba en nada. Lo hacía mucho con mi hermana, que a cosas que no sabíamos cómo se llamaban le poníamos nombres inventados. Cuando hice el disco, pensé en ponerle un nombre más solemne y después dije que no, que pera reflexiva estaba buenísimo, que nunca se me hubiera ocurrido de grande.

Fue primero el disco y después la banda.
El disco yo lo grabé casi íntegramente solo. Fue un momento de separación de dos situaciones, porque estaba terminando una banda y me había separado de una novia, así que estaba grabando un montón de cosas solo, y no pensaba que fuera un disco en ese momento. De eso seleccioné material, algunas cosas las grabé de nuevo, y armé ese material que, en un primer momento, lo empecé haciendo para mí, como demos. Después se armó el disco, pero dije que no lo iba a tocar en vivo. Y después que sí, que cómo hacía para tocarlo en vivo, y ahí armé la orquesta pera reflexiva, una banda de seis músicos, a la que después le agregamos un batería más.

Para cerrar la enumeración de los músicos que forman la banda, usás la frase “mezclar hasta que tome consistencia”. ¿Toma consistencia definitiva alguna vez?
Sí, aunque la idea de consistencia puede variar. Puede haber bandas que están años tocando juntos, con un sonido muy armado, que puede ir variando con el tiempo. Nosotros con esta formación actual, no hace mucho que estamos tocando, pero el año pasado ensayamos muchísimo, y todo eso proceso hizo que la banda tomara un color muy fuerte, y este año se cerró eso.

A la música suelen agregarle poesía en vivo, teatro, performances. ¿Es una búsqueda deliberada o va apareciendo en el camino?
Eso pasa más en un espectáculo en particular, que se llama Fetiche, que hicimos durante un tiempo, en el que la banda es el eje, y todo lo demás completa el show. En el Matienzo lo que se va a ver es el show de la banda. Eso hace que ganemos consistencia, porque es un conjunto de canciones una atrás de la otra, pero Fetiche sí propone algo más rico. Y es el resultado de una búsqueda grupal, de una banda en la que todos están muy interesados en lo que sucede en la, o las escenas actuales del under, y entonces incorporamos cosas de ahí.

¿Es posible que esa idea de mezcla de cosas también sea un concepto que usás para tu música, que también mezcla?Sí, claro. Hace poco tiempo que estoy decididamente con la idea de mezcla cosas, no por una cuestión snob, sino que me empezó a pasar que puedo abrir más la cabeza. Tengo 24 años y hasta hace poco era un adolescente cerrado y prejuicioso, pero ahora tengo ganas de escuchar otras cosas y tocar otras cosas también, y me pareció que si había una banda re progresiva y después venía una cumbia, o una cumbia electrónica, o lo que sea, o que si en el medio de un tema aparece alguien recitando, o un número teatral, estaba todo bien. Es un juego, y tampoco creo, por suerte, que esté haciendo el proyecto de mi vida, estoy haciendo algo en nivel más alto que puedo dar ahora. Espero que dentro de 10 años esto sea otra cosa.

En alguna nota que te hicieron decís que no te sentís un poeta, ni siquiera un letrista, pero sin embargo en las letras que escribís hay imágenes potentes: “antes veía marionetas, ahora sólo los hilos”. ¿De verdad sentís eso?
Me parece que yo, sin dudas, no me siento un poeta, no creo que las letras en sí mismas se sostengan si las sacás de la música; eso no quiere decir que no sean buenas. Las letras que estoy haciendo ahora, que grabamos hace poco y que es casi todo el material que vamos a tocar en le Matienzo, creo que son buenas, o por lo menos sé que trabajé muchísimo para hacerlas, y creo que encontré una forma de decir cosas. Aun así, hay algo de cómo resuenan esas palabras que tiene mucho que ver con la música y no creo que funcionen solas. De hecho, Spinetta es uno de los pocos casos, para mí el único del rock nacional, y casi que diría de todo el rock, por lo menos en español, en el que podés separar la letra de la música y funciona sola. Las letras de Charly me encantan, pero me parece que son buenas letras, no poesías. Es como la diferencia que hay entre una escenografía y un cuadro.

Y tu música, ¿sí funciona sola?
Sin duda creo que no, pero es porque cuando hacés canciones, hay una dependencia mutua, la música depende de que haya alguien cantando. Hace poco tiempo que caí en la cuenta de que una canción es un tipo contando algo, con música, que eso es lo primordial. Sí creo que las ideas musicales funcionan solas, sin letra, pero obviamente, si la canción en lugar de decir lo que dice dijera fonemas sueltos, no estaría tan buena.

¿Qué música escuchás?
La verada es que, de muy chico, empecé a escuchar mucho rock progresivo, porque tenía un profesor que era muy fanático de eso, entonces escuché mucho King Crimson, Peter Hammill, Van der graaft Generator, Peter Gabriel, y hay una influencia muy grande de eso. Pero con el tiempo empecé a escuchar otras cosas, pop, por ejemplo, y hoy en día puedo decir que me gusta Miranda sin problemas. También empecé a mirar cosas de los ´80, que antes detestaba, y lo que creo que hizo más que alejarme un poco del rock progresivo, fue hacer una música con una impronta más pop, pero con arreglos del rock progresivo. Es muy raro definirlo, pero creo que lo que más se acerca a lo que hago yo es pop progresivo. “Progresivo” es una palabra medio bastardeada, como que sos un snob haciendo cosas complejas, y la palabra “pop” da como que sos un salame alegre. Y yo hago canciones pegadizas con arreglos complejos.

¿Qué lugar creés que tiene la escena porteña para una porpuesta como la tuya?
La verdad es que sí es cierto que lo que yo hago no es algo simple de meter en un circuito. Pero es algo con lo que yo he luchado y es justamente con eso, con la idea de meterme sólo en un circuito, porque te terminás enamorando de los músicos con los que estás tocando, y te olvidás de que hay un montón de cosas muy buenas que no conocés. De algún modo tengo la suerte de haber pasado por un montón de circuitos distintos, y de algunos haberme ido muy mal. Empecé tocando en un under super progresivo, muy raro, y tocaba para gente que escuchaba música de bandas de lugares rarísimos, y que sus comentarios eran muy distintos a lo que me empezó a pasar cuando empecé a tocar con mi banda del secundario en Acatraz, por ejemplo, un circuito mucho más de rock adolescente, y he tocado música contemporánea también, y la fecha que viene es una fecha “indie”, por decirle de alguna manera. Los tremendos, con los que compartimos la fecha, es eso, una banda indie, mucho más descontracturada, y yo siento que aprendo un montón tocando con ellos.

¿A dónde querés llegar?
Hasta llenar la luna de gente que quiera escucharme. En serio, mi sueño es que millones de personas tengan ganas verme, no lo voy a negar. No por eso voy a hacer algo que no me gusta, eso ya lo sé, ya lo podría haber hecho; pero, sin duda, me encanta que la gente se emocione con lo que hago. Me encantaría ser un músico masivo, y creo que puedo logarlo. Eso puede ser cualquier cosa, una cantidad x de gente, o una cantidad demencial de gente, la mayor cantidad que se pueda acercar a lo que hago, y les guste.


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