Las viudas de la primavera alfonsinista

Además de las hombreras, las Ferifiestas y los jeans nevados, los años ´80 nos legaron la primavera alfonsinista

“Sobrevivir es lo primero: Desde su primera salida anticipada del gobierno en 1989,
el radicalismo practica estrategias de supervivencia.”
Mario Wainfeld
Además de las hombreras, las Ferifiestas y los jeans nevados, los años ´80 nos legaron la primavera alfonsinista.

Este corto período del gobierno de Alfonsín nos enseñó que el drama argentino era la falta de respeto a la Ley, la famosa anomia analizada por Carlos Nino, filósofo, jurista y uno de los más brillantes asesores de Raúl Alfonsín.

Alfonsín nos hizo soñar con una idea atractiva: declamando el Preámbulo podríamos conseguir un país más justo, más desarrollado y más tolerante. Nuestro drama era de procedimientos antes que de intereses contrapuestos o de abusos de los poderes no electorales.

Una parte de la generación que se inició en la política con el entusiasmo de la primavera alfonsinista, en particular con el que generó el histórico Juicio a las Juntas, mantuvo esa ilusión inicial: lo relevante en la política son las formas y las intenciones más que las iniciativas en sí e incluso más que los resultados. Algunos los han llamado las Viudas de Alfonsín pero en rigor de verdad son las Viudas de la primavera alfonsinista, ya que su mentor dejó de lado esa candorosa ilusión frente a las primeras dificultades.

Cuando la supervivencia de su gobierno lo exigió, ofreció el ministerio de Trabajo a los mismos sindicalistas que tanto había combatido, cedió frente a los carapintadas que había denunciado y frenó la política de DDHH que había erigido como la bandera de su gestión.

Ya como opositor buscó preservar a su partido negociando con Menem el Pacto de Olivos que le otorgó la ansiada reelección a cambio del tercer senador por la minoría. Luego del desastre de las presidenciales de 1995 en las que la UCR quedó tercera, armó la Alianza junto al Frepaso, cuyo objetivo explícito fue frenar la continuidad del peronismo además de salvar al radicalismo de la irrelevancia.

Es decir que el estricto manual de formas republicanas y buenas intenciones enunciado junto al Preámbulo sólo fue aplicable a los avances ciudadanos, no a la supervivencia de su partido.

La realpolitik de supervivencia, por llamarla de alguna manera, no fue un invento alfonsinista. Todos los líderes radicales la aplicaron de alguna u otra manera, conjugando su rol de “custodio de las formas”, como escribió Martín Rodriguez, con el apoyo entusiasta a gobiernos de facto carentes de toda legitimidad pero que les permitían mantener activa la red local que constituye hasta hoy la columna vertebral de la UCR.

El acuerdo entre la UCR y el PRO anunciado por Ernesto Sanz, el muchacho que dice querer ser presidente, retoma ese histórico instinto de supervivencia. Si algo se le puede criticar al acuerdo es la ausencia de ambición, ya que la UCR se conforma una vez más con frenar la continuidad oficialista, pero no una supuesta incoherencia ideológica.

La primavera alfonsinista fue una breve anomalía en un partido históricamente más a gusto con el lápiz rojo de Angeloz, la rosca balbinista, la mesura de un De la Rúa o las denuncias de Sanz o Morales sobre los estragos del populismo, que con los enunciados del primer Alfonsín.

De hecho, la agenda de la primavera alfonsinista fue retomada por el kirchnerismo frente a la casi constante oposición de la UCR: desde la ley de medios hasta la reforma del Código Procesal Penal que el Consejo para la Consolidación de la Democracia coordinado por Nino ya había planteado en 1985, pero también a través de iniciativas progresistas como la expropiación de YPF, el fin de las AFJP, la AUH, el matrimonio gay o la derogación de las leyes que Alfonsín había hecho votar para frenar el impulso que él mismo había iniciado.

La gran diferencia es que el kirchnerismo descreyó de la mágica eficacia del Preámbulo y usó la realpolitik no sólo para su propia supervivencia, algo elemental si se pretende gobernar, sino también para llevar adelante esa agenda.

Ese uso instrumental, para retomar una expresión de Beatriz Sarlo referida a la política de DDHH de Néstor Kirchner, es el que enfurece a las Viudas de la primavera radical, que apoyan la mayor parte de las iniciativas conseguidas en estos años, pero no así, no ahora, no de esa manera, no con esas intenciones, no con esa gente, no…


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