Isol: “La música que hago ahora tiene más riesgo, y por eso la siento más propia”

Por Sebastián Scigliano

Antes de ser una de las ilustradoras y contadoras de historias para chicos más relevantes del mundo, Isol ya había despuntado como la cantante etérea y salvaje de Entre Ríos, la banda de electro pop que, a principios de los 2000, inauguró esa escena que hoy es tan transitada. Desde hace un par de años su aventura musical recorre los caminos de Sima, una experiencia que construye con su hermano, el músico y luthier Zypce, en la que combinan la música contemporánea de impronta industrial con las melodías presuntamente ingenuas que ella interpreta. “Es la música que se parece más a cómo soy ahora”, dice. Tocan poco, pero siempre en escenas cuidadas, como la que ofrece el ciclo de experimentación Entrecruces, del que participan hoy con un show en el auditorio de la Alianza Francesa.
¿Cuál es el aporte que hacen al ciclo Entrecruces?

Es un ciclo de música que quizás no es la más transitada, que es, si se quiere, más experimental, alternativa. Hacemos canciones, pero en una convivencia entre una propuesta más experimental, industrial, y canciones melódicas, pop, o como se quiera llamar. Zypce, que es el otro integrante del grupo, y que es mi hermano, viene de experiencias más contemporáneas, construye sus propios instrumentos, arma objetos preparados, con resortes y cuerdas, que tienen una sonoridades muy especiales. Además hay un guitarrista, Pablo Chimenti, y Nicolás Cecinini que, además de tocar teclados, hace un procesamiento del sonido en vivo, lo que hace que cada tema suene distinto. Hay muchos diferentes planos de sonido, que hace que cada canción sea diferente.

¿Cómo asociás este momento musical tuyo con tu otra experiencia importante, que fue Entre Ríos?

En mi caso, es una evolución, porque en Entre Ríos estaba bastante limitada a ser la intérprete de las obras de otro, porque era solamente la cantante. En ese sentido, tiene más riesgo lo que hago ahora, porque compongo, y por eso lo siento más propio, también. Es un grupo en el que soy parte de los que cocinan la cosa, digamos. En Entre Ríos también aportaba desde la interpretación, claro, pero estaba mucha más metida como en un corcet. También tiene que ver con que soy más grande y fui descubriendo otras herramientas, por lo que ahora tengo un universo un poco más amplio, más jugado.

Y Te sentís mejor en ese lugar.

Sí, porque es más creativo, y tiene más que ver con quién soy yo. Pero tiene que ver con momentos, también. Tal vez no tenía entonces ni las herramientas ni las ganas de hacer algo más propio, como esto que hacemos con mi hermano, que tiene otra carga, tiene una potencia distinta, con muchos contrastes. Creo que se parece más a cómo soy ahora. Ya no estoy en ese lugar más etéreo, más como muñequita, como estaba en Entre Ríos, y me gusta. También me gusta esto de tener un diálogo con un músico como Zypce que trae cosas que me sorprenden, y que busca que lo que yo hago también lo sorprenda. Los dos nos enriquecemos mucho de este juego que es esta banda. También tocamos solamente si las condiciones son buenas, porque es un show que demanda cierta concentración del espectador, no es un show que se pueda ver en bar con gente hablando. Es un poco más exigente. Me parece que se disfruta en ciertos ámbitos, por eso tocamos en general en salas que permitan eso.

¿Qué espacio creés que tiene la propuesta de ustedes en la escena musical porteña?

Uno pequeño. A mí me sorprende, igual, porque me parece que quizás podría tener más espacio, pero es como que a veces se vuelve muy pauperizada la cosa con la música, es como que hay que tocar en cualquier condición, o en formatos muy reducidos. Es difícil conseguir lugares que permitan una buena prueba de sonido, en el que los músicos no tengan que pagar para tocar, y también nosotros estamos en un nicho que no es tan “popular”, pero es en realidad un prejuicio, porque para nosotros es re popular y re disfrutable. Lo que pasa es que es tanto quilombo movernos, que es también una inversión. Es un proyecto ambicioso, lo que genera que también te den con un palo, a veces. Lo que está pasando, y que está buenísimo y me encanta que pase con la banda, es que se está empezando a pegar con otras artes, como las artes plásticas, como el concierto que hicimos en el MALBA con la instalación de Liliana Porter. Empezamos a estar con otros artistas, y por ahí es perfecto, porque aparece otro tipo de público que busca otras cosas, más inquieto.

Aparte de otro tipo de público, otro tipo de circuito menos prejuicioso de una propuesta como la de ustedes. A veces, el prejuicio parece más de ese circuito que del público.

Totalmente. Un periodista me dijo una vez que si una revista no sabía en qué género ponerte, no te ponía. Lo que para nosotros es uno de nuestros rasgos más lindos, la sorpresa, que no sabés lo que va a pasar en el próximo tema, eso se vuelve un problema para el que busca definir. Tampoco es que me enrollo con eso, pero sí me gusta poder llegar a la gente, y de ese modo se van armando unos circuitos más afines a lo que hacemos, y me estoy dando cuenta de que funcionan. Pero cuesta muchísimo encontrar el eco para tener difusión, porque sale de los formatos más tradicionales, cosa para mí debería ser un valor.

Lo es, el problema es para quién.

Por eso ciclos como este, Entrecruces, son muy valiosos, porque arman cosas en auditorios super lindos, como el de la Alianza Francesa, o en IMPA, que es una fábrica recuperada. Cada fecha permite armar un show distinto, pero con mucho entusiasmo de los organizadores, que sentís que están de tu lado y que les gusta lo mismo que a vos, esta cosa más en los bordes, más imprevisibles, que yo relaciono con el tipo de arte que me gusta. Pero este año tocamos dos veces, nada más, y las dos en esta semana. Pero nos gusta mucho tocar en este ciclo, además, porque sabemos que le estamos ofreciendo al público un buen lugar para escucharnos, en el que van a estar cómodos, y no parados, muertos de calor.

¿Dónde se juntan esas dos sensibilidades que te hacen música e ilustradora a la vez y contadora de historias para chicos a la vez?

La gente que consume mis dos facetas me dice que ve cosas en común, y yo las veo, especialmente en lo que cuento, en lo que hay cierto humor ingenuo y, al mismo tiempo, super salvaje, que mis libros sí tienen. Lo que pasa es que mis canciones están destinadas a un público adulto, y son, aunque simples, mucho más complejas. En un libro que quiero que un chico pueda compartir con un grande, trato de no manejar ninguna cosa que tenga que ver con una experiencia que haya tenido que tener, y las canciones de Sima, muchas veces, tienen una cosa oscura y de densidad que tienen más que ver con el mundo adulto. Pero sí hay una cosa de juego; las canciones tiene a veces la imagen de algún cuento, y son muy visuales. Y tienen que ver porque, si una es sincero como artista, siempre sos vos. Sí son cosas que están pensadas para públicos diferentes, y es una cosa que me gusta mucho también, la posibilidad de tener varios diálogos o varias texturas poéticas.

¿Qué esperás que te pase con Sima?

Que alguien nos patrocine (risas), pero que no nos pidiera mucho a cambio. De verdad, sentir que alguien nos apoya, para equiparnos y hasta para tocar en otros lugares. Nos escriben, ponele, desde Córdoba, preguntándonos cuándo vamos, y nosotros queremos ir , pero queremos dar un gran show, entonces hay que mover una estructura para cuatro músicos y una batería de objetos. Me gustaría que hubiera un poco de producción para tocar más, no tan espaciado, y con cierta amplitud para llegar al público. Pero a veces es sorprendente la cerrazón.


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