El multimarca UNEN

El multimarca UNEN fue una de las jugadas opositoras más hábiles de las últimas elecciones. Usando a fondo los mecanismos que ofrecen las hasta ayer denostadas PASO (Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias), antiguos socios y ex rivales lograron generar entusiasmo electoral poniéndose de acuerdo en la necesidad de ponerse de acuerdo.

En rigor de verdad se trató de una reedición del Frente Progresista Cívico y Social del 2006 o incluso de un remake del Frente Amplio- también Progresista- del 2011, con la diferencia que en estos dos primeros frentes los apoyos de Pino Solanas y la Mentalista Carrió al núcleo UCR-PS fueron un poco más sinuosos que en el caso del multimarca UNEN, al menos hasta ahora.

El multimarca UNEN hizo una muy buena elección en la CABA, transformándose en un incómodo rival para el PRO y logrando no sólo varios diputados sino el senador que el FPV esperaba conseguir.

Los candidatos llevaron a cabo una campaña simpática, en cuyos spots vimos a Viki Donda y Ricardo Gil Lapiedra jugando con habilidad al Candy Crush de la Corrupción y a la Mentalista junto a Pino y Lousteau agradeciendo a la gente por haberlos logrado unir a favor de más diálogo, más república, más honestidad, más transparencia y por supuesto, más unidad.

La necesidad de unidad es una constante en la retórica antikirchnerista. Desde hace diez años los columnistas opositores y los propios líderes políticos de la oposición insisten en que ése es el pedido de la gente.

El dilema es que la unidad como valor absoluto y objetivo en sí mismo requiere limar diferencias y difuminar programas de gobierno para que puedan ser defendidos tanto por partidarios de la intervención estatal como por entusiastas de la mano invisible del mercado, por partidarios de los juicios por violaciones de los DDHH durante la dictadura militar y por quienes sostiene que eso es revanchismo. De esa forma, quienes critican al gobierno por no ser chavista logran aliarse con quienes lo critican, justamente, por serlo.

De ahí que los objetivos declarados de estas alianzas sean generosos en valores absolutos, como la honestidad y el respeto, o valores instrumentales como la transparencia y el diálogo. Las propuestas vaporosas y las virtudes personales reemplazan así a las definiciones políticas que, como todos sabemos, tienen el inconveniente de dividirnos y alejarnos de esa unidad tan buscada por ese mismo electorado que persiste, sin embargo, en votar a una multiplicidad de candidatos en cada nueva elección presidencial.

Lo paradójico es que al mismo tiempo que los medios les piden a los opositores que se unan con el objetivo explícito de frenar la continuidad kirchnerista, también les exigen que esa alianza no sea puramente electoral. Es decir que deben juntarse para frenar al kirchnerismo pero sin juntarse para frenar al kirchnerismo.

Ocurre que el doloroso recuerdo de la Alianza obliga a explicar cíclicamente que la nueva alianza electoralista no es en realidad una alianza electoralista o que, al menos, no está condenada al mismo destino que su hermana mayor.

Como Chacho Alvarez en su momento, los líderes del multimarca UNEN descreen de la construcción política tradicional, de territorio, militancia y aparato y confían en el atajo de la construcción mediática. Como la Alianza disponen de un apoyo mediático generoso y eluden las definiciones políticas en pos del único objetivo común: derrotar al oficialismo. Las maneras, indignadas o tolerantes, derogadoras o continuistas, fluctúan de acuerdo a las encuestas o al menos a la interpretación que los medios hacen de esas encuestas.

La enorme diferencia con la Alianza es que el multimarca UNEN carece de líderes indiscutidos como lo fueron Raúl Alfonsín y el propio Chacho y tampoco dispone de un candidato atractivo como lo fue De la Rúa (una cualidad del ex presidente que hoy nos puede asombrar).

Así como la Alianza demostró que el atajo de una coalición circunstancial, un diagnóstico moral y un programa de buenas intenciones no alcanza para gobernar, el multimarca UNEN parece evidenciar día a día- mientras sus propuestas se transforman en vapor de helio y sus líderes negocian su destino personal con otros espacios políticos- que ya ni siquiera alcanza para llegar a las elecciones.


COMENTARIOS